jueves, 21 de marzo de 2024

Michael Caine, la superestrella que se enamoró de la chica del anuncio.

 

Michael Caine.

Con una larguísima trayectoria a sus espaldas, Caine es uno de los actores más queridos y reconocidos de la historia. Su vida está llena de anécdotas apasionantes, como la de conocer a su mujer, Shakira. Carlos Portolés nos lo presenta en “La Voz de Galicia”: “Prepotente, cínico, ocurrente, canalla, genial. Salido de la entraña de los bajos fondos londinenses con un blanco cigarro entre los labios y unos envidiables ricitos de oro… El bribón que un día conquistó el mundo —que pudo reinar y lo hizo—, ahora un entrañable viejecito de 91 años, anunció hace poco su retirada. Vivirá los últimos suspiros en el recogimiento familiar, con el grato recuerdo de una vida que ha sido un paseo por el firmamento. Dos películas le abrieron la puerta de aquel Hollywood extraordinario de los sesenta —del que hoy no queda ni maldita ceniza—. Zulú y Alfie. En la primera era un heroico y estirado oficial victoriano que a bayonetazos defendía el honor del Imperio anglo y su corona. En la segunda, un incorregible mujeriego que coleccionaba corazones rotos de bellas damas. Un inicio de carrera difícilmente superable. Encadenó dos registros parecidos entre sí, más o menos, lo mismo que un bote de perfume y un balón de reglamento. Con un poco de empuje de la buena fortuna, en pocos años pasó de ser un rostro desconocido a integrarse en el forraje de las carpetas de las colegialas. Y entonces, claro, llegó el momento de jugar en primera. De ir a la conquista del yanqui…

“Un gracejo natural y pícaro acabó por convertir a Caine en gran favorito del público. En sus años de veteranía, no ha estado falto de papeles interesantes. Y en muy diferentes facetas. Comedias socarronas, epopeyas de espías o melodramas lacrimógenos. La aparición de su nombre en los créditos iniciales se ha utilizado, en ocasiones, para elevar, en la medida de lo físicamente posible, el interés de infraproducciones cutres y acartonadas…

“Pero mucho más importante, y hasta más divertido, si cabe, es el relato de cómo conoció a su actual esposa, Shakira. Hermosísima. Con perdón, pero bastante más que él. Y más joven. 14 años menos. El enlace entre estos dos es uno de esos que parece escrito con tinta imborrable en las páginas del destino desde mucho antes de suceder. Caine vio un día en la televisión un anuncio de café brasileño y cayó prendido. No del aparato, sino de la figura que dibujaba. La muchacha que salía diciendo ‘compre este café y no otro café y tal y tal...’. Una presencia de proporciones áureas y brillante tez morena. En la ficción publicitaria, la chica decía ser tan brasileña como el café. Así que el actor se lanzó a las maletas. Que se iba derechito a Brasil, el hombre. Y no iba parar hasta encontrarla. Con todo listo para salir de aventura, le comentó la cuestión de pasada a un amigo suyo. Como el que menciona que el tiempo se está encapotando. ‘Por cierto, ¿te dije que me voy a Brasil a buscar al amor de mi vida? Sí, es la chica del anuncio de café, la que sale en la tele’. Por motivos narrativos diremos que absolutamente perplejo y un poco convencido de que a su interlocutor se le había ido la olla, el amigo le dijo al actor que parara el carro. Que si se iba a Brasil que fuera de turismo, porque esa pieza publicitaria la había grabado su empresa y la muchacha no era de Sao Paolo sino de Fulham —vamos, el barrio de al lado—.

“Que no se infiera de esto, no obstante, que la conquista fue fácil. En esta ocasión, las dotes para el galanteo no solo no sirvieron de mucho, sino que incluso estorbaron un poco. A la joven Shakira no le terminaba de convencer lo de salir con una superestrella que era particularmente notorio por dos atributos: el de rubio y el de zalamero. Pero al final le concedió una cita, según cuenta hoy la pareja entre sonrisas más por ver qué pasaba que por fe real en que pudiera brotar algo duradero. La moraleja de todo esto, si es que hay alguna, es que nunca se sabe hacia dónde va a culebrear la vida. Medio siglo llevan ya de feliz matrimonio. Y todo por un anuncio. Uno de café del Brasil. Concretamente de la zona de Fulham, Londres”.

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