19 de agosto. El gesto de un inmigrante.
Amby, el inigrante nigeriano que devolvió la cartera. Foto de Julián Rojas
Los agentes investigaron que, además de 2.700 euros en efectivo, la cartera contenía un talonario de cheques, uno por valor de 870 euros, una cartilla de ahorros, así como documentación empresarial y personal. Y descubrieron que pertenecía a F. P. G., un sevillano de 68 años, que se mostraba nervioso por lo sucedido horas antes, cuando circulaba en moto. Éste, una vez recuperado su dinero, entregó 50 euros para los dos emigrantes por su generoso gesto, les dio las gracias y les deseó mucha suerte.
Amby, quien suele ganar 15 euros al día por su venta de pañuelos, ha demostrado más dignidad con su gesto que mucha gente con pasta que se cree superior. A la pregunta de por qué no se quedó con el dinero, respondió con sencillez: “Los 2.700 euros no eran míos”. Seguro que muchos de los españoles que rechazan a los inmigrantes no les llegan con su honradez a la altura de sus zapatillas. "Cuando me dijeron que la cartera tenía 2.700 euros –dice el inmigrante– pensé que era muchísimo dinero. Pero el dinero no toca mi cabeza ni mi corazón, y, gastar ese dinero me habría hecho feliz un momento, pero me habría hecho sufrir toda mi vida”. Amby cree que lo que puede parecer un gesto de honradez extrema no es más que la educación que le dio su padre. Y espera que cambie la opinión de la gente hacia los extranjeros, “porque hay muchas personas que piensan que no somos buenos y yo digo que sí lo somos". Toda una lección para racistas y xenófobos.
Me pregunto quién es el español que se encuentra una cartera en la calle y no la abre impacientemente para ver lo que hay dentro. Una vez confirmada la sospecha de que hay dinero, ¿quién no se alegra de que los billetes sean de cien o, mejor aún, de mil euros? ¿Quien no se queda con todo? ¿Y quien es el ingenuo que la devuelve a la Policía, a la espera de que aparezca su dueño?
Pues bien, la semana pasada unos inmigrantes demostraron en Sevilla ser tan honestos como pobres, una cualidad, la primera, que no nos sobra a los españoles. Dom Amby Okonkwo, un nigeriano de 44 años que se ganaba la vida vendiendo pañuelos de papel en un semáforo de la capital hispalense, encontró en el suelo una cartera. Su compañero de semáforo, Kingsley Kene Odigbo, explica que Amby, que no habla español, y él decidieron, entregarla a la Policía. En ningún momento se les ocurrió abrirla para comprobar lo que había en su interior. Ocurrió el miércoles pasado, cuando ambos nigerianos se encontraban en la rotonda de la Carretera de la Esclusa de la capital.
Pues bien, la semana pasada unos inmigrantes demostraron en Sevilla ser tan honestos como pobres, una cualidad, la primera, que no nos sobra a los españoles. Dom Amby Okonkwo, un nigeriano de 44 años que se ganaba la vida vendiendo pañuelos de papel en un semáforo de la capital hispalense, encontró en el suelo una cartera. Su compañero de semáforo, Kingsley Kene Odigbo, explica que Amby, que no habla español, y él decidieron, entregarla a la Policía. En ningún momento se les ocurrió abrirla para comprobar lo que había en su interior. Ocurrió el miércoles pasado, cuando ambos nigerianos se encontraban en la rotonda de la Carretera de la Esclusa de la capital.
Los agentes investigaron que, además de 2.700 euros en efectivo, la cartera contenía un talonario de cheques, uno por valor de 870 euros, una cartilla de ahorros, así como documentación empresarial y personal. Y descubrieron que pertenecía a F. P. G., un sevillano de 68 años, que se mostraba nervioso por lo sucedido horas antes, cuando circulaba en moto. Éste, una vez recuperado su dinero, entregó 50 euros para los dos emigrantes por su generoso gesto, les dio las gracias y les deseó mucha suerte.
Amby, quien suele ganar 15 euros al día por su venta de pañuelos, ha demostrado más dignidad con su gesto que mucha gente con pasta que se cree superior. A la pregunta de por qué no se quedó con el dinero, respondió con sencillez: “Los 2.700 euros no eran míos”. Seguro que muchos de los españoles que rechazan a los inmigrantes no les llegan con su honradez a la altura de sus zapatillas. "Cuando me dijeron que la cartera tenía 2.700 euros –dice el inmigrante– pensé que era muchísimo dinero. Pero el dinero no toca mi cabeza ni mi corazón, y, gastar ese dinero me habría hecho feliz un momento, pero me habría hecho sufrir toda mi vida”. Amby cree que lo que puede parecer un gesto de honradez extrema no es más que la educación que le dio su padre. Y espera que cambie la opinión de la gente hacia los extranjeros, “porque hay muchas personas que piensan que no somos buenos y yo digo que sí lo somos". Toda una lección para racistas y xenófobos.
6 comentarios:
Pues el tal F.P.G. es un impresentable de marca mayor. Porque ante una cosa así, al que hace el hallazgo le corresponde el 10% del valor de lo encontrado...
En Africa, como en Asia, existe la visión karmica del devenir,(una forma de devolución de las acciones) que es a todas luces más razonable y coherente que nuestra impuesta e impostada conciencia -complemento del pecado y del remordimiento-
Nota: Rubalcaba preguntó a Moratinos: "¿Pero tenía papeles?
Moratinos responde: "no lo sé, pero dejalo estar porque la noticia ya ha trascendido."
chiflos.
Apreciado Soto: Yo no calificaría de impresentable a un inmigrante que desconoce sus derechos pero que sí tiene, entre sus costumbres, tal rasgo de generosidad. Por supuesto que hay otros a los que, ante todo, les interesa sus derechos, incluso a costa del olvido de unos principios. Lo ideal, en todo caso, ¿no sería compaginar ambas cosas?
Apreciado Chiflos:
Por lo visto esta visión kármica del devenir es una manera de explicar la diferencia entre los occidentales y los africanos. Bonita y celebrada diferencia...
No, no, si el que digo que es un impresentable es el nacional, no el señor Okonkwo.
Un impresentable y un desagradecido.
Perdona, Sota, interpreté mal tu comentario.
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