El "Camino" que condujo a seis Goyas.
(De izquierda a derecha) Luis Manso, la actriz Nerea Camacho, el director Javier Fesser, el actor Jordi Dauder, la actriz Carmen Elías y el presidente de Mediapro, Jaume Roures posan con sus Goyas.
Sucedió ayer, día en que la nieve volvió a caer sobre Madrid y en que Nadal conseguía el Open de Australia sin atreverse, no obstante, a sonreír, al recibir el trofeo, pidiéndole perdón al suizo Federer. “Los girasoles ciegos”, estuvo a punto de irse de vacío pese a partir con 15 nominaciones. Sólo consiguió una estatuilla al mejor Guión Adaptado. Lo que demuestra que no por mucha nominación se consigue el gran premio. El Goya de Honor fue para Jesús Franco, de setenta años, que lo recogió por toda su carrera como director de 180 películas. Cuando apareció acompañado de su mujer y musa, Lina Romay, sentado en una silla de ruedas que tuvo que sortear los escalones, con un solo diente en la boca, la sala entera se puso en pie para darle una gran ovación. Franco se declaró “un enamorado del cine que no cree merecer este reconocimiento”, pero lo agradeció “encantado” ante el aplauso de un público entregado. “No me gustan las divinidades –dijo–. Hacer películas es maravilloso, pero no más que dibujar un tebeo”. El director de cine seudopornográfico, reconoció haber sido introducido por Juan Antonio Bardem, al que dedicó su Goya. Aclaró que no pretende cerrar el círculo con este premio: “Que lo cierre el que me entierre”. El actor, Álvaro Cervantes, mejor actor revelación en “El juego del ahorcado”, demostró que, cuando uno camina convencido hacia un Goya, por muchas dificultades e impedimentos físicos que se crucen en el camino, lo consigue.
Medio adormilado por el cansancio y las torpezas de una gala que no logró engancharme totalmente, ayer noche presencié los Goya por la tele. Me alegré que “Camino”, cinta de Javier Fesser, consiguiera hasta seis premios, incluyendo el de mejor película y dirección, pese a que el Opus Dei enviara un comunicado en el que denunciaba que Fesser deformaba la realidad. Se trata de una fábula sobre las prácticas de esta institución. El director del largometraje, que durante la promoción del mismo, había negado que su intención fuera atacar al Opus Dei, recordó, cuando subió a recoger el premio al mejor guión, a las personas “atrapadas en esa institución”. Lloraba la “hija” –Nerea Camacho– mientras su “madre” recogía el Goya. Carmen Elías aprovechó para criticar al Opus: “Cuando la fe –dijo– se convierte en fanatismo, tira todo por tierra”. La película habla de cómo el Opus Dei manipula la enfermedad de una niña. El actor, Jordi Dauder, agradeció a Fesser su valentía por hacer una “película contra la oscuridad, el dolor y contra los fundamentalismos en este país, que todavía existen”. El productor, Jaume Roures, empresario de la comunicación y productor cinematográfico, propietario del grupo mediático Mediapro, entre cuyas publicaciones se encuentra el diario “Público” y el canal de televisión “La Sexta”, aseguró que “Camino” es una “reivindicación del derecho a ser feliz”.
Sucedió ayer, día en que la nieve volvió a caer sobre Madrid y en que Nadal conseguía el Open de Australia sin atreverse, no obstante, a sonreír, al recibir el trofeo, pidiéndole perdón al suizo Federer. “Los girasoles ciegos”, estuvo a punto de irse de vacío pese a partir con 15 nominaciones. Sólo consiguió una estatuilla al mejor Guión Adaptado. Lo que demuestra que no por mucha nominación se consigue el gran premio. El Goya de Honor fue para Jesús Franco, de setenta años, que lo recogió por toda su carrera como director de 180 películas. Cuando apareció acompañado de su mujer y musa, Lina Romay, sentado en una silla de ruedas que tuvo que sortear los escalones, con un solo diente en la boca, la sala entera se puso en pie para darle una gran ovación. Franco se declaró “un enamorado del cine que no cree merecer este reconocimiento”, pero lo agradeció “encantado” ante el aplauso de un público entregado. “No me gustan las divinidades –dijo–. Hacer películas es maravilloso, pero no más que dibujar un tebeo”. El director de cine seudopornográfico, reconoció haber sido introducido por Juan Antonio Bardem, al que dedicó su Goya. Aclaró que no pretende cerrar el círculo con este premio: “Que lo cierre el que me entierre”. El actor, Álvaro Cervantes, mejor actor revelación en “El juego del ahorcado”, demostró que, cuando uno camina convencido hacia un Goya, por muchas dificultades e impedimentos físicos que se crucen en el camino, lo consigue.
1 comentario:
¿Y donde está el no a la guerra de las actrices y actores en esta ocasión?
Y ¿donde está Victoria Abril?
chiflos
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