Una guerra basada en mentiras.
Un estudio, publicado el año pasado y realizado por dos organizaciones independientes y no lucrativas de periodismo, señala que los funcionarios de la administración norteamericana emitieron cientos de declaraciones inciertas sobre Seguridad Nacional y sobre supuestas amenazas de Iraq a partir de los actos terroristas perpetrados en New York en septiembre del 2001. El estudio concluye que las declaraciones mentirosas de la administración del Presidente George W. Bush formaron parte de una orquestada campaña para galvanizar un estado de opinión pública que permitió al gobierno desarrollar sus políticas sin oposición del pueblo. Según este estudio, en el transcurso de dos años se produjeron 935 declaraciones falsas, entre ellas que Iraq tenía en su poder las llamadas armas de destrucción masiva que nunca existieron, así como falsas alegaciones de que existía una conexión entre los terroristas del Qaeda y el gobierno iraquí de Saddam Hussein.
Según dicho estudio, el gobierno de Bush llevó a Estados Unidos y a los países aliados a una guerra en Iraq que costó miles de bajas al ejército de los Estados Unidos. En cinco años, perecieron 3.990 soldados norteamericanos, mientras que las estimaciones sobre los civiles iraquíes muertos oscilan entre los 80.000 y los 300.000. Barack Obama, entonces aspirante a la Casa Blanca, estimó el coste de esta guerra en “más de un billón de dólares”, un esfuerzo que consideró en balde, ya que los EEUU “están ahora menos seguros e, internamente, más divididos que antes de la invasión”. El gran error cometido por Bush fue abordar la cuestión iraquí desde el dogmatismo. La posición de Hillary Clinton supone un cambio de 180 grados respecto a su actitud tomada cinco años atrás, cuando era una de los congresistas demócratas que se unieron a los republicanos para autorizar al presidente que iniciase la guerra. Según la ex primera dama, su cambio se explica por la mala gestión de la ocupación del país árabe y por haber creído en la palabra de Bush cuando argumentaba la existencia de armas de destrucción masiva en el Irak de Saddam Hussein.
Hoy, Iraq sigue siendo un país inseguro y sometido a atentados mortales. Ayer mismo un triple atentado talibán casi simultáneo sembraba el caos en Kabul, dejando 27 muertos y medio centenar de heridos. Cinco hombres lograron entrar en el Ministerio de Justicia, haciéndose fuertes casi tres horas. Hechos que no tienen nada que ver con el incidente registrado el pasado 14 de diciembre, en que Montazer Al Zaidi, periodista iraquí, lanzara sus zapatos al entonces presidente Bush, en visita de despedida a este país. Acusado de haber “atacado a un jefe de Estado extranjero”, aunque fuera con sólo el “arma” de sus zapatos, y no por “insulto”, según el comunicado de Andel Saltar al Bayrakdar, portavoz del Consejo Superior de la Judicatura, Al Zaidi será juzgado dentro de una semana. “Este es el beso de despedida, perro”, gritó Al Zaidi a Bush, quien consiguió esquivar los zapatos. En el mundo árabe, el mostrar la suela del zapato es considerado como una terrible ofensa, y llamar “perro” a alguien también supone un grave insulto, ya que, para los musulmanes, este animal es impuro. Pero no se le persigue y se le retiene por esto, sino por “atacar” a un jefe de Estado –aunque éste fuera belicoso y pendenciero, quien, en lugar de zapatos, permitió lanzar miles de bombas sobre Irak–. El presidente que fue más mentiroso del mundo, según declaró en Colombia el escritor Saramago.
2 comentarios:
Cierto es que fue una guerra basada en mentiras que escondian una gran verdad. Salio mal y he aqui la recesion y el crack o lo que venga, como quiera que se llame. LLanto y crujir de dientes diran los de la media luna.
chiflos.
Si le hubiese llamado cerdo tampoco estaría nada mal, teniendo en cuenta las connotaciones que ese animal tiene para los musulmanes. Saludos.
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