Mi punto de vista.
Sigo la actualidad, prendida en alfileres desde la retaguardia, no dejando que me involucre o cambie mi estado de ánimo. La miro y analizo fríamente, impidiendo que se apodere de mí. La observo cual cazador escondido y precavido, y sólo disparo cuando estoy seguro de que daré en el blanco, arriesgándome lo estrictamente necesario. Es una actitud muy pasiva y nada comprometida, lo reconozco, pero intento abarcar una más amplia realidad que abarque el presente, el pasado y el futuro. De esta manera, soy como un ser que flota entre nubes, tratando de descubrir una realidad ligada a un tiempo y a un espacio que, por azar, me tocó. Porque no formo parte sólo de este tiempo contradictorio ni de esta historia por la que unos lloran y otros patean. Mi tiempo y mi historia están más sujetos a un pasado remoto que a un presente exclusivo y detallado. Sin olvidarme del mañana, siempre a punto de empezar. Pese a todo, mi jubilación no me impide cierto flirteo y cabreo con el presente, con el que me encuentro en cierta forma comprometido.
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