miércoles, 4 de abril de 2012

Las absurdas normas de la Semana Santa.


Procesión de las Palmas, en Elche en donde se representa "la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén".


Arcoiris sobre el palmeral de Elche.


Altar levantado en el vestíbulo del Ayuntamiento de Córdoba.




Mientras la gasolina sube por las nubes y el tráfico invade los mismos carriles del paraíso y del infierno, aquí, en esta tierra ibérica, seguimos celebrando con un ciego orgullo los signos contradictorios de la Semana Santa. El teatro se instala de nuevo en las calles y las escenas de la pasión y muerte de un cristo evocado en miles de pasos siguen atrayendo a turistas y a creyentes. En algunos casos, se hace tan burdamente que algunos ediles se permiten llevar mantilla en las procesiones de la Dolorosa y el Santo Entierro. Algunos equipos de gobierno aprueban normas absurdas para estas fechas. Y hasta algunos municipios convierten los espacios públicos y municipales en objetos de culto.

Citemos dos casos que ilustran lo que decimos. El pasado domingo, en Elche, infinidad de palmas de todos los tamaños llenaron la tradicional procesión, que se abrió con la banda de cornetas y tambores de una cofradía, seguida por palmas trenzadas elaboradas por las familias artesanas. La Junta de Gobierno Local había aprobado la semana pasada una norma que regula la participación de la Corporación en las procesiones de Semana Santa. La norma establece que las concejales “deberán llevar mantilla negra, traje negro de falda y chaqueta, y guantes blancos en la procesión de la Dolorosa de Miércoles Santo, indumentaria que se mantendrá para el Santo Entierro del viernes, aunque con el matiz de que los guantes tendrán que ser negros. Por su parte, los concejales vestirán traje oscuro, camisa blanca, corbata gris y guantes blancos el Miércoles Santo, aunque la corbata y los guantes serán negros el viernes. Para el Domingo de Ramos y de Resurrección, los ediles deberán llevar traje y corbata y a las concejalas se les permitirá el traje de falda o pantalón o vestido y chaqueta. Los concejales tendrán que llevar velas, salvo en el desfile del domingo, en el que portarán una palma. Asimismo, los miembros de la Corporación desfilarán bajo mazas con la asistencia de dos maceros en esas procesiones”.

Los desfiles los encabeza la alcaldesa, Mercedes Alonso, del PP, seguida del concejal de Cultura, los representantes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, los tenientes de alcalde, los concejales del equipo de gobierno... Además, los ediles “llevarán las medallas de la corporación con cordones verde esmeralda y oro para los del equipo de gobierno, mientras que los del PSOE y el Partido de Elche llevarán los colores de la ciudad”.

En el segundo caso, el Ayuntamiento de Córdoba, dominado por el PP, ha permitido la instalación de un altar en el vestíbulo del edificio muncipal del que emana un tufillo a incienso que envuelve el recinto. Los sindicatos municipales han protestado por la instalación de una cruz con un sudario y un póster detrás de una talla de la Virgen. Las organizaciones sindicales cuestionan el Estado aconfesional que defiende la Constitución Española y solicitan al gobierno local que retire el altar. Y le recuerda al alcalde de la ciudad, José Antonio Nieto, que el artículo 16.3 de la Constitución Española. El portavoz municipal de IU, Francisco Tejada, tilda la iniciativa de “anticonstitucional”. “Cada cosa tiene su sitio –dice– y el lugar preparado para instalar altares son las iglesias, no los ayuntamientos, concebidos para prestar servicios a la ciudadanía que no son religiosos”. Sin embargo, los conejales del PP defienden la colocación del altar. El portavoz del gobierno municipal, Miguel Ángel Torrico, lo justifica con la presencia también en el mismo lugar del belén municipal en años anteriores, cuando gobernaba IU y PSOE, o la compra de una carriola rociera por parte de la entonces alcaldesa, Rosa Aguilar, para acudir a la romería del Rocío, en Huelva. Torrico destaca que las dos situaciones estaban justificadas por motivos “confesionales”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La sensación de absurdez y su consecuencia insatisfactoria supone una consideración y somatización personal. Con frecuencia la politización como visión simplista, frívola y reducida de los hechos, desvirtúa su plenitud esencial, A quien le parezca absurda la semana santa, puede escoger la fiesta del dragón, o cualquier otra forma de celebración de la primavera. La principal variación se advierte en la pituitaria. La maría y el hasch sustituyen al incienso. Lo mejor para evitar la invasíon de las presencias abigarrantes, los olores, colores, sabores y sonidos de los otros que no nos gusten, siempre es alejarse, pero ojo, la absurdez podría estar en uno mismo, si no despertara del letargo invernal como forma de resurrección.

chiflos.