miércoles, 25 de septiembre de 2013

España, un toro herido ¿de muerte?, según The Economist.


 Así vio The Economist a Merkel en su portada

La figura de Ángela Merkel, vencedora de las elecciones celebradas este domingo en Alemania, domina la polémica portada del semanario británico “The Economist”, que analiza la situación económica en Europa. Subida en un pedestal e iluminada por un rayo celestial, la canciller alemana está rodeada por los monumentos más representativos de las principales economías europeas, severamente dañados. “Una mujer para gobernarlos a todos”, reza la portada del semanario, que refleja la precaria situación económica de los grandes países europeos en contraste con la de Alemania. La torre Eiffel está doblada, la de Pisa y el Partenón, hundidos bajo tierra, el Big Ben, con el agua al cuello, y el toro hispánico, herido de muerte, con las banderillas clavadas en el lomo. En medio de todos, Merkel, la mujer de la que depende el destino de Europa, emerge triunfante mientras el resto de Europa se hunde. El título elegido por el semanario es: “One woman to rule them all” (“Una mujer para gobernarles a todos”.

No es este el primer editorial que  publica The Economist, sobre la situación de España. Otros fueron igualmente críticos hacia este país y nunca ha tenido en cuenta los síntomas de recuperación jaleados por nuestro Gobierno en los últimos tiempos. Aunque llama la atención que, mientras el resto de Europa está representada por monumentos, en nuestro caso haya elegido la imagen de lo que algunos venden como “fiesta nacional” y para otros es un espectáculo de barbarie extrema. Lo que no aclara la publicación británica es si el toro está herido de muerte o merece un indulto.           

Cuando toda Europa aplica de forma estricta recortes y múltiples reformas, Merkel se presentó a las elecciones con un programa de 30.000 millones para gasto social y apoyo a las familias, apropiándose propuestas de los Verdes (el cierre de centrales nucleares) y socialdemócratas (salario mínimo, freno a los alquileres en grandes ciudades). Suprimió el copago y se resistió –hasta el momento– a cualquier fórmula que obligue al contribuyente alemán a pagar la crisis del euro. Ninguno de estas fórmulas ha sido imitada por el Gobierno del PP cuyo presidente gime a los pies de la Merkel. El debate electoral se centró en las revelaciones sobre el espionaje de EE UU, la subida de los precios energéticos y los servicios a la infancia. Ni una palabra sobre las políticas de recorte. Merkel prometió que no habría eurobonos, que acabarían con la situación de privilegio de sus bancos y que haría más Europa, más igual y menos súbdita de Alemania. Sus votantes saben que a los países del Sur nos obligan con más reformas para pagar… sus facturas.

Esta es la representación, que lejos de los monumentos que convertimos en marcas de España, se queda en un lamentable y simple un toro herido, con banderillas clavadas, y paciendo en el prado. Una prueba más de la imagen española en el extranjero que sigue sin remontar. En cambio, ella, que ha sabido imponerse sobre toda Europa, seguirá siendo la canciller alemana durante la próxima legislatura.

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