domingo, 1 de septiembre de 2013

Música, humor y tomatazos.

 
Claudio Abbado dirige la Orquesta del Festival de Lucerna.

Bajo el paraguas de los KKL Luzerna –llamado así por las iniciales de su nombre en alemán (Kultur und Kongresszentrum Luzern) o Centro de Convenciones y Cultura de Lucerna– se desarrollaron esta semana conciertos, conferencias y experiencias culinarias en una singular producción de todos los sentidos que atrajeron a los clientes más exigentes. El 25 de agosto de 1938, Arturo Toscanini dirigía un concierto frente a la Villa Tribschen, lugar de residencia durante varios años de Richard Wagner, a orillas del lago de los Cuatro Cantones, a las afueras de Lucerna. Con la anexión de Austria por parte de Alemania, en marzo de ese año, las programaciones de los festivales de Salzburgo y Bayreuth cayeron irremediablemente enfermas del cáncer del nazismo. Toscanini acometió el Idilio de Sigfrido en el mismo espacio donde se estrenó. En aquellas convulsas coordenadas nació el festival de Lucerna, donde el domingo pasado se celebró, en sus pacíficas y civilizadas calles, el 75º cumpleaños de la cita. El enunciado de la edición de este año habla de aquel gesto de subversión pacífica de la Suiza de la concordia. El acontecimiento nació como un refugio de la Europa que se precipitaba a la guerra. Un festival que algunos calificaron de revolucionario por su inigualable calidad, por la atención a la música de nuestros días y por su proyección social. En la mañana del día del aniversario se escuchó en una de las salas una versión primorosa del Idilio de Sigfrido con músicos como Alois Posch, Wolfram Christ o el oboista onubense Lucas Macías Navarro. Luego, se pudo escuchar a músicos de la Filarmónica de Viena, de la de Berlín o del Concertgebouw de Ámsterdam. Se pudo elegir entre la Sinfonía Turangalila de Messiaen y un programa interpretado por el cuarteto de cuerda estadounidense JACK, que alternó piezas de John Cage o Georg Friedrich Haas, con cada instrumentista en una esquina de una sala casi oscura, y el público sentado o tumbado sobre cojines. Poco antes, Martin Grubinger, percusionista austriaco de 30 años, uno de los artistas-estrella del festival, tocó con The Percussive Planet Ensemble, obras de Michel Camilo, Astor Piazzolla, Antônio Carlos Jobim o Matthias Schmitt, en vísperas de su participación como solista en conciertos de la Filarmónica de Viena o la Sinfónica de Pittsburgh. Mientras tanto, ocho grupos de música popular, trajeron los sonidos de Argentina, Japón, Cuba, Rusia, Alemania, Suiza, Francia o India hasta el último rincón de la ciudad. El lunes tuvo lugar el último concierto de Claudio Abbado con la Orquesta del Festival. Juntos interpretaron y grabaron todas las sinfonías de Mahler excepto la Octava.

Ambiente de festival a las puertas del KKL de Lucerna, diseñado por Nouvel.
 
Abbado y Pierre Boulez fueron las dos estrellas más significativas del Festival de Lucerna durante la última década. A ellos están asociadas la Orquesta del Festival y la Academia. “Editions Henschel –escribe Juan Ángel Vela del Campo en El País– ha publicado, con motivo de esta década prodigiosa, el libro Das Wunder von Luzern, de momento solamente en alemán, con aportaciones entre otros, de Maurizio Pollini, Daniel Barenboim, Alfred Brendel o críticos tan prestigiosos como Peter Hagmann o Wolfgang Schreiber. En el proceso de recuperaciones históricas se han editado varios discos con interpretaciones en el festival en las décadas de los cincuenta y sesenta del pasado siglo de músicos tan carismáticos como Clara Haskil, Otto Klemperer, Ernest Ansermet, Isaac Stern o George Szell. Estos días se han proyectado en el auditorio varios documentales de la historia del festival, desde el clásico De Toscanini a Abbado a otros sobre el trabajo de Boulez con la Academia. Es emocionante escuchar a Toscanini dirigiendo el Requiem, de Verdi, a Karajan atacar la obertura de Guillermo Tell, de Rossini, o el gesto y estilo de grandes maestros como Ferenc Fricsay, Rudolf Kempe, Bruno Walter, Wilhelm Furtwängler o un jovencísimo Zubin Mehta… Cada año la orquesta del Festival de Lucerna visita una ciudad del mundo. El próximo octubre, con Abbado al frente, viajará a Matsushima, Japón, en los escenarios del terremoto de 2011, en un auditorio movible diseñado por el arquitecto Arata Isozaki con la colaboración del artista indio Anish Kapoor”.

Con un aforo de 1.800 personas, esta sala de conciertos está entre los mejores auditorios del mundo. La Sala Luzern, la Sala Menor del centro de congresos y el Museo de Arte (el cuarto en importancia en toda Suiza) completan este extraordinario edificio.

El trabajo de Boulez al frente de la Academia es capital en la formación de nuevos músicos. El español Pablo Heras-Casado se ha beneficiado de ese sistema. Prueba de ello fue su concierto al frente de la orquesta de la Academia el día del aniversario. Dirigió la Quinta, de Beethoven, y fue uno de los primeros en colgar el cartel de ‘no hay localidades’. Hasta 120 estrenos mundiales se efectuaron en la última década y cada año se dedica una atención especial a un compositor residente. En esta edición, este premio ha recaído en Chaya Czernowin, la inconformista creadora de Israel, de la que se revisarán varias obras y se estrenarán dos, una de ellas con Daniel Barenboim al frente. Ciclos como el de 40 minutos, de carácter gratuito, suponen una posibilidad de acercamiento a un público no habituado a las ceremonias de la música clásica. Entre los espectáculos para niños y jóvenes destaca la ópera El holandés errante, de Wagner, en una coproducción entre el teatro de marionetas de Lucerna y el Museo Richard Wagner. Es curioso que dos de los artistas mimados este año en el festival sean tan revulsivos como el percusionista Martin Grubinger y el cuarteto JACK. También se ha abierto un espacio de música de club los fines de semana en ambientes más propios del techno. Pero lo más peculiar de este festival es que se citen las orquestas y primeras figuras de la dirección y la interpretación y se jueguen su prestigio en el mismo. No en vano Michael Haefliger, director artístico de todo este complejo, ha respetado la tradición y ha abierto nuevas vías artísticas. Ello ha convertido el de Lucerna en el mejor festival musical del mundo. Cuenta con un presupuesto de 25,9 millones de francos suizos (poco menos de 21 millones de euros), una subvención pública del 5%, una recaudación por taquilla del 44%, un patrocinio privado del 33% y una ocupación del 90%.



Coincidiendo con estos  conciertos en Suiza, en Brasil se inauguraba el 24 de agosto el 40º Salón Internacional del Humor, de Piracicaba (Brasil), y se entregaban los premios y menciones a los mejores trabajos. El dibujante serbio Goran Divac se llevó dos categorías y recibió el Trofeo Zelio de Oro por sus triunfos tanto en la categoría de caricatura, como de caricatura de opinión. Participaron, 966 artistas de 64 países que presentaron 4.180 trabajos de los cuales fueron seleccionados 442.


Goran Divac (Serbia), viñeta premiada en la categoría opinión.
 
Se trata del certamen humorístico más antiguo de Brasil. Nació del trabajo de un grupo de periodistas, entre ellos, Adolpho Queiroz, Alceu Righeto y Carlos Colonese, en 1974, cuando el país sufría una dictadura militar, influídos por el diario de humor O Pasquim, editado por Ziraldo, Jaguar y Millor Fernandes, en Rio de Janeiro. El Salón de Piracicaba fue el primero en abrir las puertas a los humoristas gráficos en una exposición de arte. Hoy en día, y al cumplir cuatro décadas, es una referencia nacional e internacional, que da oportunidad a los nuevos talentos, destaca a los profesionales consagrados, rescata a autores y obras históricas, y promueve discusiones sobre políticas contemporáneas y nuevas tecnologías.

 Dibujo de Tosso Borkovic, Serbia, Mención en caricatura de opinión.
 
El Salón de Piracicaba es una acción cultural multitudinaria que disfrutan miles de personas, y es una institución viva que valoriza en toda su dimensión el humor gráfico, como una herramienta de reflexión y ejercicio artístico. La programación, amplia y variada, contempla 30 muestras paralelas (con entrada gratuita), con obras de artistas nacionales y extranjeros, esparcidas por toda la ciudad. Igualmente se realizan lanzamientos de libros, talleres para diseñar y pintar, conferencias, actividades infantiles, concurso de microcuentos y otras muchas actividades que convierten a Piracicaba en la capital mundial del humor.

  Pawel Kuczynski (Polonia)
 
”Todos los años –explica Eduardo Grosso, director del Centro Nacional de Humor Gráfico (CEDHU), en Piracicaba– el Salón es un reflejo de lo que ocurre tanto a nivel local como Internacional. Este año, en Brasil el gran suceso fueron las manifestaciones populares de protesta y las dudas del gobierno con relación a ellas. Otro asunto tratado fue el del escándalo por el espionaje realizado por el gobierno de Obama. El portugués Carlos Brito, miembro del Jurado Internacional y vicepresidente de FECU, Federación Internacional de Caricaturistas, expresa que la tendencia mundial es la de eliminar los trabajos de humor en la prensa escrita. Perdemos grandes profesionales en Europa, que por falta de apoyo emigran a otras áreas. Brasil, por suerte, camina en dirección opuesta: los grandes artistas participan cada vez más en la prensa y frecuentan el Salón de Piracicaba.
 
Walter Toscano (Perú)
 
Otros artistas premiados o mencionados fueron Dario Castillejos Lazcares (México), José Antonio Costa Jota A (Teresina/PI, Brasil), Caetano Cury Nardi (Ribeirão Preto/SP, Brasil), Didie SW (Indonesia), Dario Castillejos Lazcares (México), Borislav Stankovic (Serbia), Rafael Correa (Porto Alegre/RS, Brasil), Bruno Hamzagic (Taboão da Serra/SP, Brasil), Pablo Ezequiel Lobato (Argentina), Angel Boligan Corbo (México), Igor Kondenko (Ucrânia), Carlos David Hierrezuelo (Cuba), Vladimir Kazanevsky (Ucrânia), Josimar Costa de Lima (Indaiatuba/SP, Brasil), Lezio Custódio Junior (São José do Rio Preto/SP, Brasil), Silvano Mello (Jaboticatubas/MG, Brasil) y Pablo Ezequiel Lobato (Buenos Aires/Argentina).

Didie SW (Indonesia)           
 
El 40 Salón Internacional de Humor de Piracicaba estará abierto hasta el 20 de octubre, en el Parque Do Engenho Central, avenida Maurice Allain, 454, en esta ciudad brasileña.
 

 Borislav Stankovic (Serbia)


 
 Silvano Mello (Jaboticatubas/MG, Brasil)


 Dario Castillejos Lazcares (México)


  Los participantes en la “tomatina”, lanzando unos contra otros su particular munición de tomates.
Y de la música y dibujos de calidad, en Suiza y Brasil, volvemos a España, en donde, el calor aprieta y prevalecen otros espectáculos que rayan con lo chabacano. Me refiero, por ejemplo, a la “tomatina” de Buñol (Valencia), costumbre muy roja que raya con las altas temperaturas del verano. Porque la “tomatina” nació en 1945, como una broma entre amigos, que se lanzaban tomates durante un desfile de gigantes y cabezudos, celebración que se mantuvo durante años hasta que, en 1980, el ayuntamiento de la localidad, siempre tan atento a esta clase de actos “culturales”, decidió organizarla oficialmente y empezó a convertirse en un espectáculo de dimensiones crecientes, cada vez con más toneladas de tomates cargados en camiones a disposición del público no para consumir sino para divertirse. Unas 20.000 personas llenan las calles de esta localidad en la jornada del miércoles en que se lanzaron, unos contra otros, 130.000 toneladas de tomates. Las intensas lluvias, los rayos y los truenos registrados ese día  provocaron el adelanto del inicio de la “tomatina” que, por primera vez, cobró entrada a los participantes. Cada uno de ellos tuvo que pagar diez euros para poder entrar y desfogarse en el recinto de la “tomatina”, acotado en varias calles del pueblo. Así y todo, se registraron participantes de Australia, Japón, Gran Bretaña y hasta 60 países que tomaron parte en esta batalla.
 

Ataviados con ropas viejas o disfraces y con gafas de bucear para protegerse los ojos, los guerreros de los tomates comenzaron a disparar sus piezas, tras aplastarlas para aminorar el dolor de su impacto, sobre sus compañeros de batalla, liberando adrenalina a tomatazo limpio. En pocos minutos, un líquido viscoso y rojo comenzó a inundar la calzada y a cambiar el color de las fachadas y de la vestimenta de los participantes de esta contienda, que finalizó a las 11.45 horas, momento en que comenzaron a limpiarse las calles. Una hora en la que ni la lluvia ni los diez euros de entrada impidieron que el recinto acotado en varias calles de Buñol registrase, como siempre, un lleno absoluto
 
 
La hora oficial de inicio era a  las 11 horas de la mañana, pero la carcasa pirotécnica que anunciaba el comienzo de la batalla sonó a las 10.45 horas e incluso minutos antes uno de los camiones cargado con los tomates ya lanzaba la munición a los participantes. Esta peculiar batalla tenia sus propias reglas, como el hecho de estrujar los tomates antes de lanzarlos, y dejar de hacerlo al estallar la carcasa, a partir de las 12.00 horas, siguiendo las indicaciones del personal de seguridad. Los guerreros de la “tomatina” dispararon esos frutos rojos que no pocos españoles no disponían para su alimento. Y, en pocos minutos, un líquido viscoso y rojo comenzó a inundar la calzada y a cambiar el color de las fachadas y de la vestimenta de los participantes. De las 20.000 personas que participaron en la fiesta, unas 15.000 pagaron su ticket para poder acceder a la zona acotada, mientras que unos 5.000 vecinos de Buñol tuvieron acceso gratuito.


La localidad valenciana de Buñol se tiñó de rojo, en una guerra a tomatazos que, por primera vez en sus 68 años de historia, fue de pago, dicen que para reducir a los 20.000 los participantes. La previsión meteorológica, que anunciaba chubascos moderados localmente fuertes en el interior de la provincia de Valencia, se cumplió y una intensa lluvia, acompañada de rayos y truenos, cayó sobre los participantes que, lejos de verlo como un impedimento, jalearon. En pocos minutos, el líquido viscoso y rojo comenzó a inundar la calzada y a cambiar el color de las fachadas y de la vestimenta de los participantes. Los motivos que han llevado a los organizadores a hacer este evento de pago han sido, según explican, para “incrementar la seguridad de los participantes, al contar con más de 45.000 de otras ediciones hasta limitarlos a los 20.000 de ésta. Y para “financiar” esta absurda guerra de vegetales en tiempos de carencia y de miseria material y moral.
 

Otra de las novedades, además de pagar entrada, ha sido el incremento de camiones que recorren las calles que pasaron de cinco a seis. En este sentido, la organización recomendó a todos los participantes que tuvieran cuidado y precaución al acercarse los camiones. Además, la organización prohibió introducir botellas o artículo duros en el recinto, así como romper ni lanzar camisetas. Claro que a alguno no le hizo ni puñetera falta.
 

Este año, la “tomatina” contó con un amplio dispositivo de seguridad formado por unos 180 miembros de protección civil, 45 policías locales, 400 personas que formaron parte de la organización, 50 miembros de seguridad privada, y agentes de la Guardia Civil, que siguieron verdes, como siempre. Lo que no impidió que alguno de los participantes pudieran incluso nadar entre tanto tomate.
 

“Yo debo ser una persona rara –reconoce Lola Pereira en una carta a El País el mismo día de la “tomatina”– porque no encuentro ningún sentido a algunas de las fiestas más populares que se celebran durante el mes de agosto en poblaciones varias de nuestro país. Por ejemplo ¿Qué gracia tiene ver correr a un toro asustado con unas antorchas en los cuernos? Es cierto que a veces el toro, enfadado y con razón, arremete contra alguna de las personas que participan de forma activa en el jolgorio —ahora mismo hay varias en el hospital a cuenta del evento—. No le veo el interés, la verdad. Ni siquiera la aclamada Tomatina. Vale, es tradición, no hace daño a nadie (ni siquiera a un animal, lo que ya es extraño en este país), genera grandes ingresos a la localidad donde se celebra por los miles de personas que asisten... pero yo veo las imágenes y me sube un reflujo pensando en el olor que debe producir tanto tomate y tanto sudor humano, y no acierto a ver el encanto. Pero no sólo está la cuestión del gusto de la fiesta. Estos eventos cuestan a los ayuntamientos un dinero que no tienen. Endeudan a la ciudadanía con actividades que son más apreciadas por los de fuera que por los de dentro. Y, en el caso de la Tomatina, ahora existe una gestión privada que se ocupa de la venta de entradas, los precios oscilan entre 10 y 750 euros, y nadie sabe a donde va la mayor parte de los ingresos. ¿Soy yo la única en no ver el interés de estas celebraciones de verano, en ocasiones con tintes opacos sobre resultados y gestión?

Pedro J. Ramírez en blanco y negro.
 
Entramos hoy en los últimos cuatro meses del año que terminan por “bre”. Y estos son los diez titulares que, según “Mi mesa cojea”, de José Antonio Pérez, leeremos en septiembre:

“Pedro J. se entrevista a sí mismo, no se lo publica, se denuncia públicamente por censura y contrata a un detective para que le siga.

“Bárcenas huye de Soto del Real por un butrón diseñado por Santiago Calatrava.

“Un miembro de Nuevas Generaciones del PP posa junto a un negro en llamas y el PP dice que es una chiquillada aislada y culpa a los negros por ser inflamables.

“Rusia prohíbe que la sombra de un homosexual toque a un heterosexual por si le pega el SIDA.

“Un científico español descubre lo que había antes del Big Bang, pero no puede publicarlo porque le doblan el turno en el Pans & Company.

La Guardia Civil desarticula el FMI.

“El Corte Inglés escribe una nota de prensa negando que tenga comprados a todos los grandes periódicos. Todos los grandes periódicos publican la nota en primera plana.

“Rosa Díez abandona UPyD por flojo y crea el nuevo partido YO, YO, DEMOCRACIA Y YO.

“Se descubre que Instagram facilitó a la CIA más de cuarenta millones de fotos de pies.

“La operación retorno se salda con Jose María Aznar”.

 
Esto son los gestos y palabras que se le han visto y oído al presidente del Gobierno. Primero, Gibraltar;  luego, Camela... ¿Y ahora Casillas? Pues sí, señor, decidió autoplagiarse, pero es que no pudo resistirse. Y ¡qué mala suerte para el juez Ruz!  En los ordenadores de Bárcenas ¡alguien formateó los discos duros!





 
Así ve el panorama el humorista Erlich, entre la euforia de la campaña y la aspirina para el dolor de cabeza. Otras obras del dibujante:




 
Y así lo vieron Forges, Peridis, J. R. Mora, Tueldús,  M. Fotdevila y otros.





 




 
Otras dibujos de Pep Roig, publicados en Brisas y en Última Hora: Investigación corrupción, Juguetes rotos, Rajoy da por terminadas sus vacaciones, Los pobres, culpables y  Dime lo que destruyes y te diré quién eres.





 
Terminamos con cuatro vídeos. En el primero, el presidente de Uruguay, José Mujica, afirma ante al foro regional de la Agenda de Desarrollo e Inversión Social en Juventud que “nuestra civilización cristiana y occidental es un gigantesco fracaso porque transformó a la vida en una apelación para gastar, consumir y acumular”. Mujica señala que “no tenemos una crisis con los jóvenes, sino que tenemos una crisis civilizatoria que incluye a estos, a los viejos y al destino de la vida humana sobre
la tierra”.
 


¿Cómo ven desde el extranjero nuestras locuras?


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