No hay perdón para la infanta Cristina.
“No hay perdón para la infanta
Cristina –nos recuerda José Alejandro Vara, en Vozpópuli–. Su ausencia en el
almuerzo en Zarzuela para festejar el 80 cumpleaños de don Juan Carlos se ha
convertido, inopinada e inevitablemente, en la noticia de esa celebración. La
ausencia de doña Cristina en el arranque del año de la rehabilitación de don Juan
Carlos ha sido eje de comentarios y titulares. Estaba en Roma, con su familia.
Sigue apestada. Pese a su absolución en el ‘caso Nóos’, a su discreción
personal, a su práctica irrelevancia social, la hermana del Rey sigue en el
pelotón de los proscritos.
“A Don Juan Carlos se le van a
perdonar todos sus desaciertos y sus desmanes –asegura Alejandro Vara de forma generosa–.
Sus últimos años de reinado estuvieron sacudidos por el escándalo y los
errores. Ha cumplido casi cuatro años de purgatorio, de silente ostracismo y de
alguna que otra desconsideración. La celebración del 40 aniversario de las
primeras elecciones democráticas adquirió carácter de estruendoso bofetón
institucional en la mejilla de quien se reclama ‘el camión de la Transición’.
“Ahora la Casa Real se dispone a
reparar las afrentas y a llevar a cabo un lavado de imagen del Rey emérito –insiste–.
Todo sea por la Institución. Don Juan Carlos va a pasar a la Historia por sus
logros y sus aciertos, que fueron muchos. Su etapa de ‘Corinnas’ y Botsuanas
van a quedar sepultados. Así lo ha querido Felipe VI. ‘Es de Justicia’,
comentan algunos cortesanos, ahora felices.
“Pero alguien tiene que penar los
estropicios, alguien tiene que cargar con el estigma de la culpa. No hay perdón
para Cristina. Quizás no hubiera sido necesaria la fotografía que se distribuyó
a los medios desde la Casa, lacerante prueba
del castigo. Zarzuela no informa de los actos privados de la familia. La
imagen de la entrañable reunión en torno al patriarca, junto a su paciente
esposa doña Sofía, hijos, nietos y con la infanta ausente, ha acaparado la
atención de los medios. Cristina no volverá a la Corte. Es la Windsor de la
familia. La relegada, la desterrada. Su soberbia bornónica no le impedirá
sobrevivir al permanente escarnio. Su hermano ha decidido que el pueblo español
no está todavía listo para olvidar”.
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