martes, 9 de enero de 2018

No hay perdón para la infanta Cristina.


“No hay perdón para la infanta Cristina –nos recuerda José Alejandro Vara, en Vozpópuli–. Su ausencia en el almuerzo en Zarzuela para festejar el 80 cumpleaños de don Juan Carlos se ha convertido, inopinada e inevitablemente, en la noticia de esa celebración. La ausencia de doña Cristina en el arranque del año de la rehabilitación de don Juan Carlos ha sido eje de comentarios y titulares. Estaba en Roma, con su familia. Sigue apestada. Pese a su absolución en el ‘caso Nóos’, a su discreción personal, a su práctica irrelevancia social, la hermana del Rey sigue en el pelotón de los proscritos.

“A Don Juan Carlos se le van a perdonar todos sus desaciertos y sus desmanes –asegura Alejandro Vara de forma generosa–. Sus últimos años de reinado estuvieron sacudidos por el escándalo y los errores. Ha cumplido casi cuatro años de purgatorio, de silente ostracismo y de alguna que otra desconsideración. La celebración del 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas adquirió carácter de estruendoso bofetón institucional en la mejilla de quien se reclama ‘el camión de la Transición’.

“Ahora la Casa Real se dispone a reparar las afrentas y a llevar a cabo un lavado de imagen del Rey emérito –insiste–. Todo sea por la Institución. Don Juan Carlos va a pasar a la Historia por sus logros y sus aciertos, que fueron muchos. Su etapa de ‘Corinnas’ y Botsuanas van a quedar sepultados. Así lo ha querido Felipe VI. ‘Es de Justicia’, comentan algunos cortesanos, ahora felices.

“Pero alguien tiene que penar los estropicios, alguien tiene que cargar con el estigma de la culpa. No hay perdón para Cristina. Quizás no hubiera sido necesaria la fotografía que se distribuyó a los medios desde la Casa, lacerante prueba  del castigo. Zarzuela no informa de los actos privados de la familia. La imagen de la entrañable reunión en torno al patriarca, junto a su paciente esposa doña Sofía, hijos, nietos y con la infanta ausente, ha acaparado la atención de los medios. Cristina no volverá a la Corte. Es la Windsor de la familia. La relegada, la desterrada. Su soberbia bornónica no le impedirá sobrevivir al permanente escarnio. Su hermano ha decidido que el pueblo español no está todavía listo para olvidar”.

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