El New York Times que carga contra Rivera.
El
presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ofrece una rueda de prensa en el
Congreso tras su consulta con el Rey.
El
influyente diario estadounidense New York Times publicaba el pasado un duro
artículo de opinión contra el líder de Ciudadanos. Diego Fonseca, firmante del
mismo, retrata a Rivera como un camaleón torpe, que “cambia cada semana de
traje ideológico” para acabar convirtiéndose en un “rancio derechista en el
ocaso”. La razón de la ácida crítica es la conversión del líder naranja en
socio de Vox, pese a que finja no serlo. Su viraje al extremo es “una mala
señal”, escribe Fonseca, para un país necesitado, a su juicio, de políticos
dispuestos a defender el centro. En lugar de eso, Rivera ha convertido
Cuidadanos en “un guiso cada vez más intragable, asomado a acuerdos de rapiña
para dirigir algunas ciudades y pueblos”, señala el escritor
El
artículo ridiculiza la imagen del Albert Rivera que creyó ver el reflejo de
Emmanuel Macron al mirarse en el espejo; pero se enfrenta ahora a una “imagen
tortuosa”. El autor carga, no solo contra Rivera, sino contra una generación de
políticos, Casado, Irene Montero, Arrimadas, Sánchez, tan jóvenes como
ambiciosos. “Tanto que parece indisimuladamente sedienta (esta generación) de
llegar a la cumbre demasiado pronto”, llega a decir. Pero, de entre todos ellos,
es el presidente de la formación naranja el único que decepciona hasta tal
punto al articulista de New York Times que llega a decir de él: “El chico ha
cubierto ya todo el arco político: socialdemócrata catalán al inicio de su
carrera, liberal europeísta a mitad de camino, rancio derechista en el ocaso” y
se pregunta “¿cómo se puede arruinar tan pronto una carrera que parecía
prometedora?”.
Fonseca
recuerda la historia de Joseph Fouché, asesor y funcionario francés en tiempos
de la Revolución que cambió de bando con asombrosa habilidad y obteniendo con
ello un fantástico rédito. “Eso es un camaleón, alguien que muta de manera
desapercibida. Rivera pretende hacer lo mismo que Fouché, pero sin sus artes
discretas de metamorfosis. Por eso sostiene que debe ¡hacerse a un lado y darle
espacio a otras figuras de su partido’, dejar el volante a otros y quedarse ‘en
el asiento trasero’. Rivera hace malabares para presentar sus decisiones como
ejercicios de moderación cuando son hijos de la tibieza y el descaro. La
moderación se alcanza como producto de una discusión estratégica, formal,
ideológicamente sólida. La moderación demanda introspección, saber retirarse e
incluso renunciar”. La tibieza, que es la que atribuye el autor a Rivera, es de
ventajistas: “Se consigue mezclando caliente y frío, sin templanza. Ciudadanos
es tibio porque es producto de un tironeo que puede dejarlo por los pisos en
pocos años”.
Por
su parte, Pablo Echenique, secretario de Acción de Gobierno de Podemos, se burla
de la metedura de patas de Rivera quien declarara que “Ciudadanos gobierna 400
capitales de España cuando esta solo tienen cincuenta. Pero, siendo él, no es
descartable que te la esté intentando colar. Lo grave de la cosa es que, si fuera cualquier otro,
dirías ‘ha sido un lapsus’. Pero, siendo él, no es descartable que te la esté
intentando colar.
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