Salvemos Formentera o dejemos que el turismo de masas mate otra isla.
Formentera, la isla balear
menos poblada, con solo 12.280 habitantes, sufre una cruel batalla contra la
creciente masificación turística que amenaza su equilibro. En Change.org., una
campaña a la no masificación del turismo de día en Formentera ha movilizado en
pocas horas a numerosísimas personas y ha obligado a mover ficha a la poderosa
empresa propietaria de los ferrys Baleària que acarrean a miles de visitantes
hasta este frágil rincón del Mediterráneo.
Desde el año 2012, diversos
ferrys atracan en la isla procedentes de Dénia, en la costa valenciana. Cientos
de excursionistas acuden a pasar el día a Formentera, un diminuto pedazo de
tierra firme en medio del Mediterráneo que apenas puede respirar ante la
presión del turismo de masas. Baleària decidió, además, el pasado verano poner
en marcha una estrategia para captar mayor número de visitantes y ofreció
autobuses gratuitos para quienes quisieran pasar el día en Formentera procedentes
de Benidorm, Gandía y Cullera. La pretensión de amplificar (aún más) el turismo
de masas en Formentera provocó la campaña en Change.org y, a toda velocidad,
Baleària ha rectificado: retira el servicio de autobuses gratuitos.
Baleària explica en una
nota de respuesta a los promotores de la campaña que con los autobuses
pretendía “a reducir el número de vehículos en carretera y en la isla y ofrecer
un servicio más cómodo a los clientes”. Añaden que, siempre según los cálculos
de la naviera, sólo el 32% de los visitantes que llegan desde Dénia a
Formentera son turistas de día. Pero a esa cifra hay que sumar quienes acuden
desde la cercana Ibiza a pasar una jornada en la playa. Lo que somete a la isla
a una presión turística, tanto por los turistas de día como por los yates que
fondean en sus costas, que hace peligrar su equilibrio ecológico y su encanto.
Desde hace años se habla de colocar boyas que impidan a las embarcaciones
convertir los hermosos rincones de la isla en parkings para barcos de lujo.
Resulta ya muy difícil
ver Formentera como en la fotografía que ilustra este reportaje. Un paisaje sin
gente resulta un imposible en temporada alta. Pero, como mínimo, la isla merece
un turismo sostenible. Lo cual precisa de medidas concretas como limitar el número
de visitantes, poner cotos al turismo de día o cobrar una tasa a quien ponga un
pie en la isla. Porque no se trata sólo de las 8.800 personas que, según
Baleària, llegan desde Dénia a Formentera a pasar el día durante los meses de
julio y agosto sino también de cómo se han multiplicado los ferrys entre Ibiza
y Formentera que fomentan este tipo de turismo express. Y, desde el momento en
que la isla se masifica, ya no merece la pena el viaje. ¿Será posible que las
administraciones responsables tomen medidas y eviten que Formentera muera
aplastada por el peso de los turistas que pretenden asaltarla al abordaje sin
medida alguna?
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