sábado, 6 de julio de 2019

Salvemos Formentera o dejemos que el turismo de masas mate otra isla.



Formentera, la isla balear menos poblada, con solo 12.280 habitantes, sufre una cruel batalla contra la creciente masificación turística que amenaza su equilibro. En Change.org., una campaña a la no masificación del turismo de día en Formentera ha movilizado en pocas horas a numerosísimas personas y ha obligado a mover ficha a la poderosa empresa propietaria de los ferrys Baleària que acarrean a miles de visitantes hasta este frágil rincón del Mediterráneo.

Desde el año 2012, diversos ferrys atracan en la isla procedentes de Dénia, en la costa valenciana. Cientos de excursionistas acuden a pasar el día a Formentera, un diminuto pedazo de tierra firme en medio del Mediterráneo que apenas puede respirar ante la presión del turismo de masas. Baleària decidió, además, el pasado verano poner en marcha una estrategia para captar mayor número de visitantes y ofreció autobuses gratuitos para quienes quisieran pasar el día en Formentera procedentes de Benidorm, Gandía y Cullera. La pretensión de amplificar (aún más) el turismo de masas en Formentera provocó la campaña en Change.org y, a toda velocidad, Baleària ha rectificado: retira el servicio de autobuses gratuitos.

Baleària explica en una nota de respuesta a los promotores de la campaña que con los autobuses pretendía “a reducir el número de vehículos en carretera y en la isla y ofrecer un servicio más cómodo a los clientes”. Añaden que, siempre según los cálculos de la naviera, sólo el 32% de los visitantes que llegan desde Dénia a Formentera son turistas de día. Pero a esa cifra hay que sumar quienes acuden desde la cercana Ibiza a pasar una jornada en la playa. Lo que somete a la isla a una presión turística, tanto por los turistas de día como por los yates que fondean en sus costas, que hace peligrar su equilibrio ecológico y su encanto. Desde hace años se habla de colocar boyas que impidan a las embarcaciones convertir los hermosos rincones de la isla en parkings para barcos de lujo.

Resulta ya muy difícil ver Formentera como en la fotografía que ilustra este reportaje. Un paisaje sin gente resulta un imposible en temporada alta. Pero, como mínimo, la isla merece un turismo sostenible. Lo cual precisa de medidas concretas como limitar el número de visitantes, poner cotos al turismo de día o cobrar una tasa a quien ponga un pie en la isla. Porque no se trata sólo de las 8.800 personas que, según Baleària, llegan desde Dénia a Formentera a pasar el día durante los meses de julio y agosto sino también de cómo se han multiplicado los ferrys entre Ibiza y Formentera que fomentan este tipo de turismo express. Y, desde el momento en que la isla se masifica, ya no merece la pena el viaje. ¿Será posible que las administraciones responsables tomen medidas y eviten que Formentera muera aplastada por el peso de los turistas que pretenden asaltarla al abordaje sin medida alguna?

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