No estás sola, Yolanda.
La ministra de Trabajo,
Yolanda Díaz, insinuó en la entrevista que emitió ayer 'La Sexta' en el
programa 'Salvados', que podría haber dimitido si la reforma laboral no hubiera
sido aprobada. “Iba a tomar las decisiones precisas por coherencia”, dijo en
concreto ante esta pregunta. “Pero he pasado página y la norma está en vigor”,
insistió la vicepresidenta segunda del Gobierno.
Juan Jurado, profesor
jubilado y escritor, escribe en Facebook el artículo titulado “No estás sola”,
que subrayo totalmente. Dice así: “Cada vez me provocan más náuseas los
denominados ‘intereses de partido’, vengan de la derecha o de la izquierda. La
tragicomedia, el esperpento, el sainete vivido el otro día me produce una
profunda tristeza, que yo no hubiera sabido describir en su profundidad si no
es por una frase que la Ministra de Trabajo dejó caer con dolor desde la
tribuna: ‘No he conseguido que se hable durante un minuto de las bondades de
esta reforma en todas las negociaciones que he llevado a cabo con los distintos
partidos. No he escuchado más que intereses personales’. Hoy, leyendo estas
palabras una y otra vez, percibo en ellas, además de dolor, soledad. Yolanda
Díaz, arropada por un buen equipo de profesionales, está haciendo un trabajo
honesto y productivo para la mayoría de la población española, para las
personas que más lo necesitan. Todos y cada uno de los acuerdos que ha logrado
así lo indican. Pero, entiendo que se sienta sola.
“Sola, desde el momento
en que compañeras ministras de su propio partido, mientras ella defendía con
conocimiento y respeto el resultado de su trabajo, contraprogramaban a la misma
hora sendos actos públicos. Sola, desde su socio de Gobierno, con el que ha
tenido que enfrentarse, desde la educación siempre, en negociaciones más duras
que con el resto de partidos o agentes sociales. Lo que tiene de caminar con
alguien que no tiene la mochila limpia. Sola, desde ‘la izquierda’ del ‘no’,
atrapada por sus propias contradicciones, por sus propios intereses personales
y de partido, en un o todo o nada, tan infantil como indigno. Sola, ante la
barbarie y la corrupción de una organización mafiosa hecha partido. Sola ante
el franquismo más podrido, tanto como la calavera de su ideólogo. Frente a
ellas y ellos, razonamiento, datos y educación, es decir, democracia. Sola.
“Y ahora, permitidme que
me contradiga, porque si yo tuviera la posibilidad durante dos segundos de
hablarle le diría: no estás sola. Te acompaña mucha gente, la que cree todavía
y después de todo en la decencia de las personas, en el valor de la libertad y
la democracia, en la fidelidad a los valores que nos construyen como humanos.
No estás sola, Yolanda, porque estás escribiendo historia limpia, luminosa de
un país al que tanta falta le hace.
“No estás sola, porque te
acompaña la memoria de las que plantaron tu raíz, mujeres gigantes de nuestra
historia, enraizadas, soñadoras, dignas; la de los que hoy valoran tu decencia
y tu trabajo, te voten o no, la de los que mañana escucharán hablar de ti. No
sé qué te dejarán hacer a partir de ahora, no sé en qué medida podrás concretar
tus proyectos colectivos, tus sueños de país, que deberían ser los de muchas
personas. Sí sé que no caminas sola y deseo que ese aliento, el de la gente
sencilla y común, te abrigue en los días de frío y sequía que nos esperan”.
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