Año nuevo, vida vieja.
Por mucho que me lo proponga cada año, la vida nueva no me llega con el nuevo año. Y, por altas que sean las aspiraciones personales, estoy más que harto de que me inviten a celebrar siempre lo mismo con los mismos deseos frente a un año nuevo que termina siendo viejo, como los demás. Pero, por si acaso, sigo con los anhelos de volver a empezar de cero.
Uno de los personajes del arte y de la música capaz de transformarse y de transformarnos completamente en el nuevo año ha sido George Prêtre. Yo, por lo menos, como millones de personas de todo el mundo, así lo creí cuando, sentado ante el televisor, escuché con atención el concierto de Año Nuevo ofrecido por la Filarmónica de Viena el primero de enero de este año que acaba en diez. Dirigido por el director más longevo (con 85 años a sus espaldas), Prêtre es el único francés que jamás ha dirigido este concierto. Se emitió nada menos que en 72 países, por primera vez en alta definición. Y la sensación que sentí en algunos instantes me sobrepasó: una paz más fuerte que el odio, una ternura no caducaba con la edad, una alegría desbordable, una admiración por este octogenario que no dejaba de sonreírse y de dirigir con maestría e invitaba a participar con él. Antes del inicio del concierto, ya había manifestado que su deseo era transmitir “una declaración de amor”. Y expresó su deseo de que “durante dos horas, todos olvidaran sus problemas”. Creo que lo consiguió plenamente. La realización de la televisión austriaca estuvo a la altura de las circunstancias con su variedad de planos, su ritmo continuo, la danza de las cámaras que enfocaban desde distintos ángulos y en diferentes planos la belleza del escenario, sus actores y el público asistente. Un concierto del que disfruté y me dejó un sabor agradable.
Y termino con los dibujos de Pep Roig: Hogar dulce hogar, Que nos quedemos como estábamos, Consuelo, Como siempre y Sigamos
Tráiler del libro BATU 1 de Tute (Ed. Sudamericana):
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Dentro de tres días, en este mismo blog, un regalo de Reyes para los lectores de “Negro sobre blanco”: “El meteco Ben Azibi”, una novela inédita de Santiago Miró.
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