domingo, 16 de octubre de 2011

12-0, el rey, cojo, preside el desfile de la Fiesta Nacional, sentado; 15-O, la indignación explota en el mundo entero.



El rey, el príncipe Felipe y la infanta Elena, en el desfile de la Fiesta Nacional. Foto de Uly Martín.

Los desfiles o paradas militares, actos que se organizan para mostrar la capacidad armamentística de una nación y levantar los ánimos, suelen celebrarse en España para celebrar el día de la llamada Fiesta Nacional. Son, en el fondo, actos narcisistas presididos por el máximo representante del país y pretenden enseñar la capacidad y potencia de los distintos ejércitos: armada, fuerzas aéreas, ejército de tierra, y fuerzas policiales. El rey presidió el miércoles pasado, en Madrid, uno de ellos, aunque no lo hiciera, como de costumbre, de pie, sino, por primera vez, sentado, debido a la operación a que fue sometido para reparar el tendón de Aquiles de su pie izquierdo. Lleva una férula en ese pie y se sigue ayudado por una muleta para caminar. El mismo príncipe Felipe reconoció, entre risas, que las autoridades siguieron la parada militar “mucho más cómodas” gracias a las sillas colocadas en la tribuna. El rey se levantó al paso de las enseñas de cada unidad y, previamente, pasó revista a las tropas a bordo de un jeep descapotable y no a pie, como es habitual, y al batallón de la guardia Real que le rindió honores.


Las cámaras televisivas recogieron otros detalles que llamaron la atención de los periodistas como la presencia del presidente Zapatero, objeto de las habituales protestas y silbidos, que asistía a su último desfile como presidente. Poco antes, la ministra de Defensa, Carmen Chacón, anunciaba la retirada de los aparatos F-18 que dispensan apoyo aéreo a los rebeldes anti-Gadafi, en Libia. Chacón lo anunciaba como operación cumplida. Y Zapatero, que pasó al estrellato sentado, mucho antes de que el rey se lastimara el tendón, se presentaba y retiraba del acto sin comentario alguno, mordiéndose la lengua. En el desfile de 2003, se había quedado sentado al paso de la bandera estadounidense. Ahora no sólo se levantaba ante los americanos sino que les entrega la Base de Rota, bajo el supuesto de que esta operación beneficiará la precaria economía de unas gentes machacadas por el paro. Su argumento, desmontado y duramente criticado por Antonio Piera (Ver Malablancayenbotella.blogspot.com), se concentra en su gesto hacia los yanquies que un día despreciara y ahora no solo alaba, sino que les entrega la Base con el supuesto de que ellos les dejarán más dinero y puestos de trabajo. Pero los abucheos constantes, los pitidos y silbidos que llevaba sufriendo desde el desfile de 2005 (y que alcanzaron un punto culminante el año pasado, en pleno acto de homenaje a los caídos) obligaron a las autoridades, resguardadas en la plaza de Neptuno, a alejarse del público. Un público que no sólo fue alejado de ellas, sino amonestado por los altavoces, en sus constantes llamadas al orden.


Aparte de Zapatero, que cosechó menos interés que otros años, quienes suscitaron más fotos y comentarios en los medios fueron Mariano Rajoy, quien comentara en el 2008 que asistía al “coñazo” de desfile, y Alfredo Pérez Rubalcaba, quien conversó animadamente con él. En el desfile más veraniego del otoñal de este año, los dos rivales políticos y candidatos del 20-N estuvieron conversando durante 10 largos minutos, hablando de fútbol. Preguntados ambos por el contenido de la conversación, Rubalcaba respondió que habían hablando “del deporte, de la campaña electoral y de la vida en general”, mientras que Rajoy, en su condición de gallego más que cántabro, contestaba que “Rubalcaba hablaría de lo que hablara” pero que él sólo habló de fútbol. El desfile de la Fiesta Nacional fue uno de los más calurosos de los últimos años. Éste, a diferencia de los anteriores, contó con 11 presidentes autonómicos y con rostros nuevos en las tribunas VIP. Así, pudo verse a presidentes autonómicos que experimentaban su primer 12-O en calidad de tales: María Dolores de Cospedal, Alberto Fabra, Luisa Fernando Rudi, José Antonio Monago o Francisco Álvarez Cascos. El asturiano, por cierto, compartió charla con algunos, aunque mucho más con la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre. Se echó en falta a Artur Mas, quien mandó al delegado de la Generalitat catalana en Madrid, Jordi Casas, a Patxi López, José Antonio Griñán, Ramón Luis Valcárcel, Ignacio Diego, Paulino Rivero –que se excusó por los sucesos de El Hierro–, a José Ramón Bauzá y a Pedro Sanz. Algunos de ellos justificaron su ausencia con celebraciones en Palma de Mallorca y Logroño, de la Patrona de la Guardia Civil. Ni Ramón Jáuregui, ni Leyre Patín, ni Valeriano Gómez, ni Rosa Aguilar se dejaron ver, aunque estos dos últimos sí acudieron a la recepción mientras que otros mantenían compromisos en otros lugares. Tampoco se vio al político más polémico del momento, José Blanco, sobre el que caían toda clase de comentarios.


La mascota de la Legión.


Por el contrario, quien estaba, como todos los años, participando activamente en el desfile era la cabra “Jero” que, en otros años era conocida por la “Golfa” u otros nombres. Se trata de la mascota de La Legión, el animal más seguido por los legionarios, durante el desfile militar del Día de la Fiesta Nacional, que desfiló correctamente a cuatro patas, acompañando a los legionarios que caminaban a dos, alcanzando los 160 pasos por minuto. En el desfile, participaron 4.207 militares de los tres ejércitos y la Guardia Civil, 209 vehículos y 58 aeronaves. El costo del desfile fue un 20 por ciento más barato que el de 2008. Pero la ministra Chacón no quiso desvelar aún el coste del desfile.



Aviones militares españoles, dibujando la bandera nacional.



Los actos arrancaron a las 10.30 horas, con la llegada de los Reyes a la plaza de Neptuno, donde este año se situó la tribuna de autoridades (en 2010 se colocó frente al Estadio Bernabéu y el desfile discurrió por el paseo de la Castellana). Una patrulla de aviones pasaron dibujando los colores de la bandera nacional. Y, desde el aire, saltó un equipo de la Patrulla Acrobática Paracaidista del Ejército del Aire que portaba la bandera de España, aterrizando sobre la plaza Neptuno, lo que dio pie al tradicional izado y homenaje a la enseña nacional. Luego comenzó la parada propiamente dicha que el rey, como el resto de autoridades de la tribuna, presenció casi todo el tiempo sentado, levantándose en los momento más solemnes.



El rey, apoyando su brazo izquierdo en la muleta, saluda al presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, durante la recepción en el Palacio Real.



Posteriormente, en la recepción ofrecida en el Palacio Real, comentó a la prensa que su recuperación iba “bien” aunque resultaba “pesada”. Para no perjudicarla, el acto del tradicional besamanos, en la saleta Gasparini, en donde solía saludar personalmente a un millar de invitados, se redujo a un saludo a las primeras autoridades. Cinco, en total, con sus respectivos cónyugues: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acompañado por su esposa, Sonsoles Espinosa; el presidentes del Congreso y del Senado, José Bono y Javier Rojo; el del Tribunal Constitucional, Pascual Sala y el del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Dívar. El rey parecía contento de que los abucheos del año pasado se hubieran reducido este año hasta no resultar audibles desde su puesto. Pero las protestas contra Zapatero continuaron con idéntica densidad, aunque la distancia entre ellas y las autoridades de Defensa parecían reducir las protestas. Los miembros de la familia real se mezclaron con el resto de invitados durante el vino español servido.



Cola para entrar en el Museo del Prado el miércoles pasado, a la una de la tarde. Foto de Álvaro García.



La Fiesta Nacional, que nada tuvo que ver con los toros, se impregnó este año de un carácter más civil. El Gobierno quiso extenderla a una serie de actividades lúdicas que incluyeron la entrada gratuita a una decena de museos y palacios de la capital. Palacios, jardines y museos celebraron el día de puertas abiertas que complementaba el tradicional desfile militar en el centro de Madrid. Una cola de varios centenares de metros aguardó ante los museos más importantes que participaban, celebrando a su manera el 12 de octubre. La gente disfrutó de conciertos, bailes y exhibiciones populares en diversos barrios de la capital en una iniciativa de seis ministerios, además del Ayuntamiento de Madrid y la Casa de América, convirtiendo la jornada en una “verdadera fiesta cívica”. Además de los principales centros de arte nacionales –el Museo del Prado, el Centro de Arte Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza– también abrieron el Museo Sorolla, el Cerralbo, el del Romanticismo, el de Antropología y otros. A las dos y media de la tarde ya habían visitado el Museo del Prado casi 6000 personas. Pero la cola más larga del día fue la que se formó para entrar gratis al Palacio Real, ahorrando así la tarifa básica de 10 euros. Durante ese mismo día se dieron conciertos y bailes en varios barrios. La Banda Sinfónica Municipal tocó en el Templete del parque del Retiro y la Banda de la Guardia Real, en la Plaza de Oriente. En la primera, toca Sergio Casas, profesor de Bombardino y director de la Banda Municipal de Alcobendas de la que formo parte. En la segunda está de subdirector Miguel Ángel Garau, quien dirige la Banda Sinfónica de Colmenar Viejo, de la que también forma parte. También en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial se celebraron dos conciertos.



Don Juan Carlos, con Alberto de Mónaco, tres semanas después de ser intervenido.



Al margen del desfile militar, de las recepciones en el Palacio Real y de las visitas gratuitas a los diversos centros de arte más importantes de Madrid que se unieron a la Fiesta Nacional, el rey siguió con sus viajes. A principio de octubre, un mes después de la intervención quirúrgica, don Juan Carlos continuaba “con su proceso de rehabilitación favorable” que debía durar unos tres meses, evitando los actos oficiales que requerían su salida del Palacio, como la apertura del Año Judicial en el Tribunal Supremo, la inauguración del curso escolar en Madrid y del universitario en Santander. Pero no pudo ni quiso evitar, días antes, su primer desplazamiento al extranjero. Pese a que algunos medios aseguraron que el monarca permanecería alejado de la actividad oficial fuera del Palacio durante varios meses, el 25 de septiembre, tres semanas después de ser intervenido ya se desplazaba en una visita privada de placer fuera de la agenda oficial. Don Juan Carlos se mantuvo en pie y se desplazó gracias a sus muletas, asistiendo al Yacht Show, en el Salón Naútico de Mónaco, un evento que reúne la mejor colección de yates del mundo. Y no se lo quiso perder. Le acompañó el anfitrión de la feria, el príncipe Alberto de Mónaco, con quien se reencontró, tras no haber podido asistir a su boda por motivos de salud.



El rey Juan Carlos, con el jeque Mohamed bin Zayed, en la planta Gemasolar, en Andalucía.



Posteriormente, en los primeros días de octubre y antes del 12-O, realizaba su primer viaje oficial a Sevilla en donde abría oficialmente una nueva plana termosolar, y en donde se entrevistaba con al príncipe heredero de Adu Dhabi, el jeque Mojhamed bin Zayed Al-Nahyan, con el que inauguró Gemasolar. Tres años antes, el rey Juan Carlos se había desplazado a la capital de los Emiratos Árabes Unidos para presenciar el GP de Fórmula Uno. Allí estuvo durante una gira de cinco días por Oriente Medio en la que amplió las relaciones bilaterales y se entrevistó con el mismo jeque de Abu Dhabi en una cena organizada por éste. De esta manera afianzaba su amistad con los jeques de los “petrodólares”.



El Rey recibió un Rolls Royce Phantom Drophed Coupé con embellecedores de oro de un jeque del Golfo Pérsico.



Las buenas relaciones del Rey español con los quejes árabes se miden por el número y calidad de los regalos recibidos. Se habla del arsenal de joyas, entre las que se encuentra una daga con empuñadura de piedras preciosas. Y del yate con el que el Rey Fhad de Arabia obsequió al monarca español. Siete meses antes, el pasado mes de marzo, un Rolls Royce Phantom Drophed Coupé con embellecedores de oro que, según el periodista Jaime Peñafiel, fue entregado al Palacio de la Zarzuela. El magnífico y real regalo procedía de un importante jeque del Golfo Pérsico, que habría querido agradecer a don Juan Carlos su visita a Kuwait semanas atrás. Lara Fernández habla en un interesante artículo de la amistad del Rey con los petrodólares, “sobre todo a raíz del encuentro casual que, al parecer, se produjo hace algo menos de un año entre don Juan Carlos, una treintena de jeques árabes y el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, en un aeropuerto de Ciudad Real”. Fernández habla de unas relaciones diplomáticas entre España y Kuwait que se remontan a 1964, “por lo que no es de extrañar que sea este jeque quien inaugure las visitas oficiales. Desde ese año, los viajes y los acuerdos se han ido sucediendo, incluida la visita que realizaron los Reyes en 1980, o la del jeque Abdula al-Jaber al-Sabah, emir de Kuwait, al funeral de Juan de Borbón, en 1993. En 2004 ambos gobiernos firmaron un acuerdo de colaboración para impulsar las relaciones comerciales entre ambos países. Además, se han llevado a cabo diversos convenios de transporte aéreo y de promoción recíproca de inversiones”.



El Rey y sus buenas relaciones con los jeques de Qatar.



Pero el magnífico trato de don Juan Carlos con los jeques árabes no solo se ha conservado sino que es recíproco Cuando el emir de Qatar, Hamad Bin Califa al-Thani, visita España, los reyes españoles acuden al aeropuerto de Barajas a recibirles, acto inhabitual en los monarcas, y cuando don Juan Carlos y doña Sofía visitan los Emiratos Árabes, reciben un trato parecido, como sucedió en el 2003 y 2006, cuando se negociaron las relaciones bilaterales y la cooperación comercial, industrial, y gasística. En el 2007, el Rey don Juan Carlos concedió el Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro, la mayor distinción que el Rey puede ofrecer, al rey Abdullah. Y, en el 2008, el Rey visita Dubai, en su gira por Oriente Medio, siendo recibido por el vicepresidente de los Emiratos y emir de Dubai, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum. Esa misma visita llevó a don Juan Carlos hasta Arabia Saudí, donde mantuvo un encuentro con el monarca Abdullah bin Abdulaziz Al-Saud. Son como hermanos, pese a que este estado no cuente con una democracia, sino todo lo contrario. Se trata de una monarquía absolutista, en la que no existen los partidos políticos, ni las elecciones, excepto las primeras elecciones municipales realizadas en el 2005. El rey es el mandatario absoluto y su poder al menos teóricamente, está limitado por los preceptos de la Ley Islámica y otras tradiciones saudíes. La ideología del estado es el salafismo, la cual promueve la construcción de mezquitas y madrasas (escuelas donde se enseña el Corán) en todo el mundo. Los principales miembros de la Familia Real son los encargados de elegir al rey que siempre será un miembro de esta familia, con la subsecuente aprobación de los líderes religiosos del país.



El rey y su amistad con los jeques de los petrodólares.



Los tribunales saudíes imponen penas corporales, como la amputación de las manos o los pies en caso de robo o el azote por realizar prácticas sodomitas o cometer delitos menores. El número de latigazos lo establece la corte y puede ser de varias docenas hasta miles, normalmente aplicados sobre períodos de semanas o meses. En 2002, el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas (CAT) condenó estas prácticas. El Gobierno saudí respondió que formaban parte de la tradición islámica que data de hace 1.400 años y rechazó cualquier interferencia con su sistema penal. La policía religiosa vigila la modestia en el vestir de las mujeres así como las instituciones, desde escuelas hasta ministerios, y reprime cualquier manifestación religiosa no musulmana, entrando incluso en casas particulares en las que se sospecha que se hacen rezos no musulmanes. También existe segregación en función del sexo. La sodomía es un delito y puede acarrear hasta pena de muerte. Pero, por encima de todas esas “minucias”, nuestra corona no hace ascos a la de los Emiratos Árabes. Lo mismo que hermana con el Rey Mohamed VI, que mantiene una de los que mejores relaciones bilaterales con la Casa Real española. El fluido clima y los sucesivos encuentros que han protagonizado ambos monarcas tuvo, como último exponente claro, el viaje privado de cuatro días que realizó don Juan Carlos a primeros de mayo, una semana después del atentado sufrido en Marrakech.



Con el 15-0, vuelven los indignados a las calles de todo el mundo.



Dos días después del desfile de la Fiesta Nacional presidida por el rey, una marea de indignados tomó ayer las calles más importantes de Madrid, incitando al resto del Mundo. La indignación global se extendió a más de 950 ciudades de los cinco continentes. De Asia y Oceanía fueron los primeros manifestantes en unirse al 15-O. En Bélgica, dónde se produjo una de las marchas más concurridas, varios miles de personas iniciaron su recorrido. Más de 6.000 personas arrojaron sus zapatos contra la bolsa de Bruselas. En Alemania, se produjeron marchas multitudinarias por varias de sus ciudades más concurridas: Fráncfort, Berlín, Múnich, Colonia, Hamburgo, Hannover y Stuttgart, mientras un poderoso contingente policial se desplegó por las inmediaciones de la Puerta de Brandeburgo y la sede del Parlamento, el Reichstag, con el objetivo de que los manifestantes no llegasen a las dependencias institucionales. La Policía, en cambio, se unió, en Portugal, a los manifestantes. Pero, en Londres, blindó el corazón financiero de la ciudad. Y, en Roma, cargó contra varios grupos de encapuchados que arrojaban piedras, bengalas y petardos durante una manifestación de 200.000 personas. Y lanzó potentes chorros de agua para dispersar al grupo de violentos. Policía e indignados se unieron para detenerlos. En EEUU, se multiplicaron las marchas por todo el país, tras la ocupación de Walt Street, y los indignados tomaron Nueva York, manifestándose frente a una sucursal bancaria del sur de Manhattan, en la que expresaron su rechazo contra el sistema financiero. Bajo el lema “Ocupa Tokio”, un centenar de manifestantes recorrieron el centro de la capital nipona para sumarse a las protestas mundiales. “¡Sídney está ocupada!, la asamblea general decidió quedarse en Martin Place”, podía leerse en un mensaje difundido en una red social del movimiento “Occupy Sydney”. Incluso en Filipinas e Indonesia varias decenas de manifestantes se sumaron a la protesta global.



De nuevo, la Puerta del Sol a reventar.



En la Puerta del Sol, en donde se había desplegado unas sábanas donde se proyectaban mensajes como “Somos el 99 por ciento”, centenares de personas aguardaban, invitando a los ciudadanos a participar en la consulta popular para exigir un cambio político y económico. Media hora después, Madrid era un hervidero de indignados y las zonas de centro de la capital –Cibeles, Atocha, Colón o Alcalá– estaban a reventar. “Salario digno, no indecente”, “Tenemos razón y lo sabéis”, “La banca ya al banquillo”, “Menos asesores y más profesores” eran algunos de los carteles que los indignados pasearon por la marcha. La asamblea de Sol informó que en la manifestación Madrid habían sido unos 500.000. Un grupo de músicos de la Orquesta Solfónica interpretó la novena sinfonía de Beethoven ante el silencio de la plaza. Tras la representación, intérpretes y manifestantes alzaron sus manos e instrumentos en el aire al grito de “¡Estas son nuestras armas!”. Sobre las diez de la noche, los indignados leyeron el manifiesto bajo el que habían salido a las calles indignados de unas 900 ciudades de todo el mundo y d 82 países: “Desde América a Asia, desde África a Europa, la gente se está levantando para reclamar sus derechos y pedir una auténtica democracia. Ahora ha llegado el momento de unirnos todos en una protesta no violenta a escala global”. En Barcelona, la organización calculó unos 400.000 indignados, en Sevilla, más de 40.000 y, en Valencia, 35.000.



Pero volvamos al tema del desfile militar y a otros sketchs del teatro de la vida para tratarlos con el bisturí del humor.







Territorio Vergara nos dibuja esta semana: 15-O, Por el cambio global, Nada diferente, Primer mundo, tercer mundo y Así, así; y así, no.







Manel Fontdevila nos presenta: El 15-O, En la pantera, El modelo, Sobre todo… y Los rescatadores.







Y Pep Roig nos sorprende con El modelo de la crisis, Indignación rentable, Aquí mando yo, Parados con misiles y Demodesgracia.








Terminamos con dos vídeos. El primero, “El gato de Simón en “doble disgusto”; el segundo, de la pianista Yuja Wang, interpretando “El vuelo del moscardón”. Que los disfruten.



La Pianista Yuja Wang, una china de 24 años que comenzó a estudiar a los seis años –vive en Nueva York y viaja por todo el mundo–, interpreta “El vuelo del Moscardón” de Rimsky Korsakov, un interludio orquestal escrito por Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908) para su ópera “El cuento del Zar Saltán”. La pieza cierra el Acto III, Tableau 1, justo después de que el Ave-Cisne mágico le proporcione al Príncipe Gvidon Saltanovich (el hijo del Zar) instrucciones de cómo transformarse en un insecto para poder volar y visitar a su padre (quien no sabe que él sigue vivo). El vuelo del moscardón es reconocible por su frenético ritmo que es tocado hasta el tempo, con ininterrumpidas carreras de semicorcheas cromáticas. El problema de la pianista no es tanto la altura de las notas que toca, como la habilidad en mover los dedos con suficiente rapidez.

3 comentarios:

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