Mientras Trump ensalzaba a Abascal en EEUU, decenas de críticos y díscolos se rebelaban en España contra él.
Alrededor de un centenar
de cargos y excargos de Vox, críticos con la Ejecutiva nacional, se reunieron el
sábado, en Madrid, para reivindicar una refundación del partido, al que ven
convertido en un “chiringuito” y se erigieron como los verdaderos “patriotas”
que se “enfrentan a la tiranía “de su líder, Santiago Abascal, alabado por el
mismo Trump en los EEUU.
A la cita acudió, según
Europa Press, Sonia Lalanda, concejal expulsada de Palencia, quien dijo que “me
da miedo que el Vox actual llegue al Gobierno”, los diputados de Baleares,
Idoia Ribas y Agustín Buades; los procuradores de las Cortes de Castilla y León
expulsados, Ana Rosa Hernando y Javier Teira; la exdiputada en el Parlamento de
Catalunya Isabel Lázaro, que denunció al secretario general, Ignacio Garriga,
por malversación y apropiación indebida; el exdiputado Rubén Manso, artífice
del programa económico de Vox y uno de los exdirigentes críticos con la deriva
de la formación más visible, y otros cargos regionales y locales en activo.
El cónclave de los
díscolos finalizó con la aprobación de lo que han llamado Declaración de
Barajas, un documento que aglutina los reproches que hacen a Vox, entre los que
destacan la ausencia de democracia interna, las dudas sobre la financiación del
partido, la decisión de romper los gobiernos autonómicos de coalición con el PP
o la integración del partido en el grupo del Parlamento Europeo Patriotas y la
salida de los Conservadores y Reformistas (ECR) de Giorgia Meloni.
En el documento también
figuran sus demandas, concretadas en una vuelta a los principios que inspiraron
el manifiesto fundacional de Vox y unos nuevos estatutos para dar más voz a los
afiliados. “Somos un grupo de compatriotas enfrentando a la tiranía”, ha
resumido el concejal portavoz en el Ayuntamiento de Salamanca, Alejandro Pérez
de la Sota. Los participantes en la reunión insistieron en hablar del “Vox de
Abascal”, un partido “convertido en un chiringuito” y en el que hay que “estar
de acuerdo en todo y sumisamente” con el líder. Ven cómo Vox ha iniciado “el
mismo camino de degradación” que el resto de los partidos, pero “mucho más
rápido”. Un partido controlado por “personas no elegidas por nadie y que no
tienen liderazgo”.
Los críticos ven el partido “entrar en una espiral de
autodestrucción desde el momento, de “la gran traición de Abascal”, al que ven
como un “borracho de éxito”. Critican la estrategia actual, centrada en ser “ariete
contra el PP”. Y reconocen que su demanda de una refundación de Vox es
complicada de satisfacer, habida cuenta de que los dirigentes “viven muy bien”.
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