“Milei, Musk y la motosierra”.
David Torres escribió en Público:
Tras desplumar a un
montón de incautos mediante una estafa piramidal, Milei acudió a la cumbre
CPAC, una conferencia ultraconservadora en Maryland donde se reúne lo más
granado del facherío mundial. Allí Milei hizo el ridículo de diversas maneras,
fundamentalmente siendo él mismo, aunque sin olvidar en ningún momento que no
es más que un secundario cómico en un circo de payasos psicópatas de primera
magnitud. Hubo un número realmente logrado frente al micrófono, cuando se oyó
la voz de una mujer decir “I love you” y a Milei rezongar, conmovido: “Me too.
Sorry, she’s my girlfriend”. En realidad, con ese acento entre porteño y
perruno del presidente, no se sabe muy bien si dijo she, he o it, pero el caso
es que el cámara anduvo rápido de reflejos y enfocó de inmediato a su hermana.
Con todo, el gran momento
histórico de Milei llegó al regalarle a Elon Musk una motosierra por estrenar,
un artefacto que ha pasado de convertirse en su fetiche personal al flamante
símbolo mundial de la ultraderecha. Dicen que Elon Musk tiene un cociente
intelectual superior a Einstein, aunque su biógrafo, Seth Abramson, asegura que
no hay ninguna evidencia de tal excedente y que más bien ronda los 100 ó 110
puntos, es decir, normalito tirando a bajo. Esto explicaría por qué Musk fue
incapaz de poner a funcionar la motosierra, pese al ansia con que manoseaba los
botones, lo cual fue una suerte, porque de haberlo hecho, bien podía haberle
rebanado los pulgares a Milei o la cabeza a una niña que andaba por ahí,
pobrecita.
Por lo visto, la
motosierra ya no es únicamente la herramienta con la que Milei ha decapitado
las pensiones y los ahorros en Argentina, sino que ahora va a servir para que
Musk termine de podar a lo bestia los excesos burocráticos en el país de las
barras y estrellas. Por ejemplo, gracias a esa poda radical, los
estadounidenses van a librarse de las enojosas interferencias estatales y, tras
el despido masivo de personal en el sector fiscal, no podrán hacer la
declaración de la renta a través de los servicios públicos. Poner al frente del
Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) a un millonario sin escrúpulos
es una jugada magistral, como poner a un zorro hambriento a vigilar un
gallinero.
Ver a Musk con su gorra,
su sonrisa caníbal y su traje de enterrador enarbolando la motosierra en la
convención es recordar el final de aquella película magistral, ‘La matanza de
Texas’, en la que el perturbado de Leatherface esgrimía la suya bailando la
danza de la muerte en mitad de una carretera. Evidentemente, hay un aire de familia
entre uno y otro, aunque lo cierto es que Leatherface resultaba bastante más
discreto. Puesto a recortar y a desprenderse de organismos innecesarios, Milei
y Musk podían haber elegido como símbolo un bisturí o incluso un cuchillo de
carnicero, pero se conoce que la sutileza no es lo suyo. También es verdad que,
en cuanto entraron a formar parte del aparato estatal –Milei en Argentina y
Musk en Estados Unidos–, las dos cosas más inútiles, costosas y dañinas de
ambos gobiernos pasaron a ser sus respectivas cabezas.
En fin, la motosierra, al
menos, no engaña a nadie y, más pronto que tarde, los entusiastas del aparato
comprobarán entre sollozos que lo primero que los carniceros van a cercenar son
sus piernas y sus brazos. Ya ha ocurrido con los votantes venezolanos de Trump,
tan ingenuos como para pensar que la patada en el culo de los inmigrantes no
los incluía a ellos, y con los arrepentidos de haber votado a Milei, una marea
de desengañados que han descubierto en sus propias carnes el filo de los tijeretazos.
La verdad, tendrían que haberse arrepentido antes. La maneje quien la maneje,
una motosierra tiene mucho peligro, como lo demuestra aquella noticia que leí
hace ya años, donde, durante la celebración de una boda, al cuñado del novio se
le ocurrió utilizar una para cortarle la corbata y le acabó cortando el cuello.
Dicen que esta truculenta historia no es más que una leyenda urbana, pero
tranquilos, que Milei y Musk están haciéndola realidad a carcajadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario