jueves, 20 de febrero de 2025

“Milei y el timo de la estampita”

 

El presidente argentino, Javier Milei, durante la presentación de su libro ‘Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica.

David Torres escribe, en Público, que, en cuestión de estafas parecía que estaba todo inventado, pero que los trileros no dejan de azuzar el ingenio y de reclutar primos gracias a las nuevas tecnologías.  “Todos nos reímos mucho de esa pobre francesa que acabó perdiendo más de ochocientos mil euros sólo porque creía que Brad Pitt, locamente enamorado de ella, estaba enfermo y necesitaba dinero para un trasplante de riñón. Habría que ver cuántos de los que se rieron a carcajadas de una mujer que creía estar manteniendo un romance virtual con el actor, han caído de bruces en el fraude de creer que Javier Milei es un experto en economía. Mira que ya estaban advertidos desde que la editorial Planeta tuvo que retirar un libro del mandatario argentino ante el descubrimiento de que el currículum de la solapa, plagado de títulos universitarios y diplomas, era más falso que una moneda de madera.

“Lo cierto es que, aparte del currículum de fogueo, Milei ya había dado suficientes pistas de que se trataba de un economista de chichinabo. No había más que verlo manejando una motosierra en televisión; hablando con una foto de su perro muerto, Conan; tocando a rebato la campana de Wall Street; disfrazado de payaso asesino durante la toma de posesión de Donald Trump. Por si la motosierra, los dos kilos de maquillaje o los diálogos perrunos de ultratumba no bastaran, además estaban los espumarajos, los exorcismos, los insultos ladrados, la melena en llamaradas y los ojos demenciales. Vamos, que cualquier ingenuo capaz de confiar en los consejos financieros de este botarate también podía creer que Brad Pitt le estaba jurando amor eterno desde una cama de hospital al borde de la muerte

“Sin embargo, resulta que el botarate es el inquilino de la Casa Rosada, el hombre que conduce los destinos de Argentina. Quién iba a imaginar que, después de cargarse las pensiones de los jubilados, los ahorros de la clase media, los presupuestos sanitarios y educativos, Milei iba a dirigir la motosierra directamente al bolsillo de sus seguidores, esos avispados anarco-capitalistas que, en cuestión de cuatro horas, descubrieron que la diferencia entre magnate y mangante es de apenas una letra en el plano ortográfico y, en la realidad, menos todavía. El orbe libertario, que ya estaba bien jodido buscando una explicación paranormal a los aranceles de Trump en una economía de libre mercado, se encuentra ahora sudando sangre intentando justificar un timo monumental de millones de dólares en la que nueve listillos, respaldados por una foto junto a Milei, se han forrado a costa de setenta y pico mil pringados.

“En una entrevista tan adulterada como su currículum, el presidente argentino quiso depurar responsabilidades al comentar que él no había promocionado el mensaje de los estafadores, sino que únicamente lo había difundido. Aclaró que lo avaló en calidad personal, desde su cuenta de Twitter, no desde su cargo de presidente de Argentina. Aparte de la cantidad de dinero y los medios empleados, poco ha cambiado la cosa desde aquella mítica secuencia de Los tramposos en la que Tony Leblanc va babeando y fingiéndose idiota mientras abraza un maletín lleno de estampitas. Con más de un centenar de denuncias en marcha, parece que a Milei no le queda más alternativa que presentarse bien como un estafador gubernamental, bien como un tonto al sol que no se entera de nada. Para más coña, en su cuenta de Twitter, debajo del título de ‘economista’, Milei explicó que ‘no estaba interiorizado de los pormenores del proyecto’. Por eso mismo lo difundió a lo loco y viva la libertad, carajo. No llores por mí, Argentina. Llora por ti, que lo llevas crudo”.

 

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