Ayuso posa de lujo en Nueva York.
Esta semana, mientras el
PP pasea por las capitales de las autonomías en las que gobierna, con Pablo
Casado y Mariano Rajoy a la cabeza, la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Isabel Díaz Ayuso, se halla ausente entre los suyos, pero presente en Nueva York.
La presidenta madrileña no participará en ninguna de las actividades previstas
por los suyos. Ni presencialmente, ni de manera virtual. Y eso, pese a que se
había mostrado dispuesta a enviar un vídeo de saludo o de intervenir
telemáticamente. En Génova se negaron y no lo vieron necesario. En los EEUU se ha
limitado a dar ruedas de prensa con los medios de Madrid que han ido con ella. Y
a decir lindezas sobre las culturas indígenas, atreviéndose a desautorizar al
Papa sobre los abusos conocidos de la colonización y evangelización de América
Latina.
David Torres nos recuerda
el viaje de lujo de la presidenta por la capital neoyorquina en un artículo del
pasado miércoles en Público: “Seguramente habría que remontarse al concierto
que dio Lola Flores en 1979 en el Madison Square Garden para encontrar
titulares semejantes a los de la visita de Díaz Ayuso a Nueva York, al menos en
la prensa española. A Ayuso podían haberle endilgado una crítica similar a la
que supuestamente dedicaron a la Faraona en The New York Times (“No sabe
hablar, no sabe gobernar: no se la pierdan”), si no fuese porque, al igual que
la mayoría de las frases de y sobre la presidenta, aquella crítica era falsa de
cabo a rabo y no se publicó en The New York Times ni en ningún sitio. Antes de
que los demás lo repitieran como loros, el primer periodista que inventó
aquello de “No sabe cantar, no sabe bailar: no se la pierdan” era el Miguel
Ángel Rodríguez de Lola Flores, un demiurgo que prefirió mantenerse en la
sombra, como el doctor Frankenstein con su invento.
“Entre las exageraciones,
patrañas y paparruchas con que algunos medios españoles han adornado el
aterrizaje de la presidenta en la ciudad de los rascacielos está su
desenvoltura con el inglés, un idioma del que ella mismo confesó, en una
entrevista a la bayeta calada con Bertín Osborne, que no pasa del “How are you”.
Con un desnivel idiomático parecido al de Anne Bottle, Ayuso se limitó a tomar
a relaxing cup of café con leche, a sonreír mucho, a atender a los subtítulos y
a posar durante sus reuniones con los redactores del Financial Times, el
patronato de la Hispanic Society y Michael Bloomberg. Otra cosa no, pero Ayuso
posa de lujo. (…)
“A cada minuto que pasa,
Ayuso en Nueva York se parece más y más a Paco Martínez Soria en ‘La ciudad no
es para mí’, un aldeano con una cesta en un brazo y un lienzo en el otro -si se
fijan bien, el lienzo bien podría ser un retrato de Díaz Ayuso. Por lo demás,
ir a Nueva York a vender Madrid resulta un verdadero alarde de nacionalismo
paleto: sólo le faltó explicarles a los neoyorquinos lo que es realmente la
libertad debajo de la estatua homónima, en la desembocadura del Hudson, y
promocionar el cocido al estilo de Joan Puig, que en su diario de viaje por
Nueva York no dejaba de quejarse de lo mal que hacían allí la escalivada”.
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