La comparsa feminista del carnaval de Cádiz.
Por primera vez en la
historia un grupo con presencia femenina se ha clasificado en el carnaval
gaditano para la final en las cuatro modalidades que compiten —coros,
comparsas, chirigotas y cuartetos—. “Lo aplaudo y
me siento orgullosa de las mujeres que han dado ese paso —ha dicho Mirian Peralta,
periodista que sigue las retransmisiones televisivas del juzgado— pero tampoco
quiero lanzar las campanas al vuelo porque 2022 me parece un año muy tardío. Llega
tarde en comparación al nivel de representación que hemos alcanzado en otros
ámbitos de la sociedad”.
En 1914, un grupo
íntegramente femenino ya contaba con cierto recorrido al desobedecer las
convenciones de la época con “Las petit's criollas”, en cuya autoría participó Manuel
López Cañamaque, toda una leyenda de la primera mitad del siglo XX. En una foto
en la que seis mujeres y una niña posan con un sombrero, puede leerse la
inscripción: murga feminista. Aquella agrupación llegó a actuar hasta en el
madrileño Circo Price. En 1980 llegó una verdadera anomalía: una chirigota
íntegramente femenina. “Las molondritas” revolucionaron la ciudad, y tuvieron
que soportar infinidad de críticas, al igual que sus maridos, carnavaleros que
ayudaron con la letra y el aprendizaje de los instrumentos. El Ayuntamiento las
invitó a actuar en la final, cantaron también en diversos actos y municipios, y
aparecieron en un reportaje de TVE. Cuatro décadas después, ninguna chirigota
como aquella había vuelto a pisar las tablas del Falla.
Marta Ortiz —pedagoga,
bailaora y profesora de danza— se encargó este año de la letra y la música de
la comparsa “¡We can do... Carnaval!”, y su debut no podría haber sido más
exitoso. Se trata de la primera agrupación gaditana integrada y escrita
exclusivamente por mujeres, que ha llegado a la final, conquistando el cuarto
premio. En todo el concurso, solo ella y Patricia Olazábal participaban como
autoras, aunque Olazábal comparte la responsabilidad con varios autores. “Es un
porcentaje irrisorio —asegura Ortiz—. Decía Virginia Woolf que una mujer, para
escribir, necesita dinero y una habitación propia, y esa frase es maravillosa
para extrapolarla al carnaval. Una habitación propia como metáfora de la
necesidad de tiempo, de intimidad, de espacio. Eso en la mayoría de los casos
no se da, porque estamos fagocitadas por las obligaciones opresoras del día a
día. La mujer actual tiene que estar formada, trabajar fuera y encargarse del
trabajo interno, los cuidados de la casa y los hijos... ¿Me puede explicar
alguien de dónde saca una mujer tiempo para escribir un repertorio?”.
El carnaval de Cádiz se
divide en dos vertientes: la oficial, en el teatro, y la callejera, donde las
agrupaciones no están sujetas a reglamentos ni a repertorios estipulados. Ahí
ya hace tiempo que las mujeres gaditanas alcanzaron protagonismo, hasta
convertirse en algunas de las chirigotas más buscadas por los aficionados. Pero,
reconoce Jorge Decarlini en Público, actuar en el Falla supone exponerse mucho
más a las críticas, que pueden ser feroces, y requiere redoblar los ensayos para
perfeccionar aspectos como la afinación y la instrumentación. Con ese “We Can
Do It!” siempre presente, se estrenaron en la fase de preliminares, y no
desaprovecharon ni una de las piezas del repertorio para transmitir su mensaje.
Así se plantó en el Falla este grupo: “con descaro y mucho esfuerzo, sacando
tiempo de donde no lo había y convencidas de la idea que tenían entre manos”.
Para el nombre y el tipo —disfraz— se inspiraron en un cartel estadounidense
originario de la Segunda Guerra Mundial y popularizado luego, en los años
ochenta, al ser adoptado por el movimiento feminista.
Comparsa, We can do
Carnaval - Gran Final
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