Mañueco, gracias por el fuego.
David Torres recuerda en
Público las diversas maneras de afrontar los grandes incendios forestales:
aplicar una eficaz estrategia preventiva, preparar cortafuegos durante los
meses invernales, formar y mantener brigadas de alerta rápida, entrenar
personal especializado, en definitiva, utilizar los medios disponibles para
evitar que el fuego se propague y se vuelva incontrolable. “Claro que esto
sería jugar sucio, jugar con ventaja, y hay gente que prefiere que la partida
esté igualada o, mejor aún, darle al incendio la ventaja. En la Sierra de la
Culebra, en Zamora, el gobierno de Mañueco le ha vuelto a dar al fuego todas
las oportunidades posibles de hacer daño, igual que hizo el año pasado en
Ávila.
“Como todavía no había
empezado la temporada de alto riesgo, la mayoría de las cuadrillas no estaban
contratadas y las que sí lo estaban apenas tenían media docena de personas
cuando debían disponer al menos de once. Los forestales aseguran que únicamente
un cuarto de los efectivos de extinción de incendios estaba operativo la semana
pasada. Los bomberos han desmontado las típicas excusas de los responsables de
la Junta de Castilla y León al afirmar que el incendio hubiera podido atajarse
fácilmente de haber contado con personal y equipo suficiente. Los sindicatos
denuncian que la política de la Junta en materia de prevención y extinción de
incendios es un monólogo de Gila, concretamente aquel del bombero que le decía
por teléfono al pobre hombre al que se le estaba quemando la casa que no podían
ir hasta la semana próxima, pero que fuese echando un vaso de agua fría a las
llamas cada cuarto de hora.
“El chiste era tan
divertido que hubo un momento, en la base de Villardeciervos, en que además de
los aparatos de la base, había ocho helicópteros más, procedentes de diversos
puntos de España, todos ellos parados y esperando instrucciones. Debía de ser
por ahorrar combustible. Por lo que se ve, Mañueco ha seguido a la perfección
el lema de Bilardo, aquel entrenador de fútbol argentino que clamaba ‘Al
enemigo ni agua’, y la estrategia de ‘tierra quemada’ que tan buenos resultados
proporcionó a Stalin. En efecto, con treinta mil hectáreas arrasadas y la
economía de la región reducida a la ceniza de un puro, ya no hay peligro de que
durante los próximos años en la Sierra de la Culebra vuelva a arder ni un palo.
“Ya sea con petroleros
hundidos en la costa gallega, con aviones militares estrellados o con incendios
forestales devastadores, la política del PP ha consistido desde siempre en el
sálvese quien pueda, que yo no he sido. Esto es lo que ocurre cuando dejas el
gobierno en manos de una gente que piensa que cada cual debe sobrevivir por sus
propios medios, ya sea contratando un seguro privado porque el médico de
familia está de vacaciones, cosiéndose una herida él mismo porque los servicios
de urgencias están cerrados o apagando fuegos con ramas y escobas, como los
vecinos de los pueblos de Zamora a los que las autoridades abandonaron a su
suerte.
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