sábado, 4 de junio de 2022

La masonería, un discreto culto demonizado por el franquismo.

 

El suelo ajedrezado y tres columnas en el centro de la sala; bancos a izquierda y derecha; una tarima con una mesa…, son algunos de los elementos básicos de un templo masónico.

El Palau Robert, de Barcelona, acoge hasta el 28 de agosto una exposición sobre la masonería. En la muestra se hace un recorrido histórico por esta sociedad compuesta por hombres y mujeres que se autodefinen como librepensadores. Sus valores libertarios, igualitarios y transformadores, han servido para inspirar revoluciones, como la americana y la francesa, pero también para ser vistos como sospechosos y peligrosos por determinados sectores del poder. La exposición recorre cientos de años de actividad de los masones, un grupo que en España apenas reúne a 6.000 personas.

Lúa Pena Dopazo nos recuerda en ElDiario.es los perjuicios que arrastran los masones. “Conspiradores, satanistas, devora niños, anticatólicos… Estos son algunos de los prejuicios que circulaban –y algunos todavía perviven en torno a los masones y a sus prácticas rituales. Ellos, sin embargo, insisten en que las bases de su culto son la tolerancia  y el respeto a los demás. ‘No estamos enfrentados con nadie, solo con la intolerancia’, señala Josep Brunet, masón y patrón de la Biblioteca Arús de Barcelona. ‘Si algunas religiones son intolerables, no es culpa nuestra’. Todas las instituciones no democráticas, los dictadores –desde Hitler a Stalin–, las religiones dogmáticas e intolerantes han estado siempre en contra de la masonería”, apunta Brunet. Para este masón, la clave de la cuestión es el pensamiento crítico y el librepensamiento que “ciertas personas pueden considerar peligroso”.

En la Francia de la Edad Media se denominaba maçons a las personas relacionadas con la construcción de edificios, que compartían técnicas y conocimientos sobre este ámbito. Estos primeros masones se unieron en agrupaciones llamadas logias y, con el tiempo, a ellas se incorporaron personas de todo tipo de profesiones sin relación con la construcción. Desde el principio, los masones dieron una gran importancia a la simbología, a la discreción en torno a sus rituales y a la introspección. La primera manifestación antimasónica por parte de la Iglesia católica fue una carta publicada en 1738 por el papa Clemente XII donde alertaba de que cualquier persona que formase parte de una logia masónica sería excomulgada. Esta primera confrontación de la Iglesia con la masonería forzó a los masones a desarrollar sus actividades en la clandestinidad durante varios siglos.  

Brunet reconoce que la relación de la masonería con la Iglesia es muy distinta en la actualidad, aunque los masones nunca han visto a la religión como una enemiga. De hecho, los masones tienen libertad para practicar la religión que deseen. “Las iglesias que ven la masonería como un peligro no son precisamente la católica”, señala poniendo como ejemplo algunos países islámicos como Irán o Afganistán. Y matiza que no todos los países musulmanes ven la masonería como un problema. Como ejemplo recuerda casos como Marruecos o Turquía, donde la masonería está tolerada. “Es más, en Marruecos incluso existe una logia femenina”. 

España fue uno de los países europeos que más tiempo tardó en legalizar y normalizar la masonería (en 1979), puesto que durante la dictadura franquista esta estuvo muy perseguida. Por esto, Brunet cree que “los prejuicios” hacia la masonería que puede haber en España se deben a que la “propaganda” antimasónica de la dictadura “consiguió calar en la sociedad”. Entre otras cosas, el régimen decía que los masones realizaban prácticas satánicas y que devoraban niños, acusación que Brunet tacha de “absurda” y de “barbaridad”. Reconoce que hay masones en lugares privilegiados de la sociedad, entre los que incluye la política y el mundo empresarial. “Hay masones en el Partido Popular, en el PSOE, en la antigua Convergència y en Esquerra Republicana, pero esto no quiere decir que la masonería en sí tenga poder”, recalca este masón, quien añade que esto demuestra que la masonería no es una secta porque acoge a personas de ideologías muy diferentes. 


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