viernes, 16 de septiembre de 2016

La plantilla de “El País” sigue descontenta.

  Antonio Caño, director de El Paìs.

Las disidencias entre Antonio Caño, director de “El País”, y la redacción,  desde que tomara oficialmente las riendas del periódico, en mayo de 2014, han sido frecuentes, perjudicando la moral de la tropa, muy minada por el ERE de 2012, que supuso el despido de 130 periodistas y Javier Moreno –máximo responsable del diario entonces– fue acusado de posicionarse del lado de la empresa, en lugar de defender a sus trabajadores. Desde entonces, las estadísticas de la web y la facturación que se obtiene a través de los medios digitales han aumentado. Sin embargo, desde el punto de vista editorial y organizativo, los periodistas han escenificado en múltiples ocasiones su malestar con Caño y con algunos de los miembros del staff, lo que ha minado la relación entre la redacción y los responsables.

El 17 de agosto del 2014, Caño señalaba en una entrevista a la agencia EFE que los periodistas “deben estar, no solamente al margen de las causas políticas, sino al margen de todas las causas. Yo no creo en el periodismo combativo, ni en el social, ni creo en el periodismo con ningún adjetivo. Los periodistas tienen que limitarse a contar lo que pasa desde diferentes ángulos, tratando de aportar la mayor cantidad de datos posibles”.  Caño prohibió terminantemente la celebración de una encuesta de evaluación sobre su gestión que se ha realizado en varias ocasiones en la historia de ‘El País’. Su plantilla, descontenta, burló su censura y avanzó que redactaría un informe con su opinión sobre la situación del periódico. En tres ocasiones durante los últimos meses, los periodistas de “El País” han trasladado a su director su intención de celebrar una encuesta para expresar su postura acerca del rumbo del periódico. Y en las tres han obtenido un rotundo rechazo por parte de su máximo responsable, que ha impedido esta consulta. Conscientes de esta actitud, han cambiado su estrategia y han anunciado que, en las próximas semanas, elaborarán un informe basado en las opiniones que recaben entre los miembros de la redacción, en el que señalarán, entre otras cosas, los fallos de su gestión.

El veto de Caño a la encuesta que querían realizar los periodistas causó un considerable malestar en su redacción madrileña, toda vez que las consultas de este tipo han sido habituales en los 40 años de historia de este medio de comunicación y nunca han recibido un rechazo tan tajante por parte de los responsables del rotativo, según explicaron fuentes del diario a Rubén Arranz, de Vozpópuli. “La estrategia que ha planteado el Comité de Redacción para burlar esta prohibición pasa por preguntar –de forma extraoficial– a los periodistas acerca de su opinión sobre la salud del diario para que puedan responder sobre ello de forma anónima. A partir de ahí, extraerán una serie de conclusiones que plasmarán en un informe que se distribuirá entre la plantilla del rotativo, según ha podido saber este periódico”. El trabajo estará coordinado por el Comité de Redacción del diario que, en el pasado, se ha mostrado especialmente crítico con Caño. De hecho, en sus comunicados le han llegado a exigir el establecimiento de una línea editorial “clara y congruente”, ante la deriva que los periodistas del rotativo han detectado en la cabecera.

“Varias han sido las voces –advierte Arranz– que han advertido del excesivo respeto que el rotativo guarda hacia sus accionistas institucionales y de su buen trato a la figura de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a quien se atribuye un papel clave para convencer a la banca acreedora de que aceptara canjear deuda por acciones en la empresa de los Polanco. Entre los más críticos con este cambio de rumbo editorial se encuentra Miguel Ángel Aguilar, que fue despedido de Prisa el pasado noviembre después de realizar unas afiladas declaraciones a The New York Times en las que aseguraba: ‘Los periódicos están en manos de sus acreedores y también en las de un Gobierno que ha ayudado a convencer a los acreedores que la prensa debe mantenerse con vida en lugar de dejarle morir de asfixia a causa de sus deudas’.

El pasado marzo, Antonio Caño remitió una carta a su plantilla –publicada en la web del periódico– en la que exponía las dificultades que supone para los editores el mantenimiento de los periódicos en papel y certificaba que el futuro de ‘El País’ se encuentra en Internet. “Se puede dar ya por hecho que el hábito de la compra del periódico en el quiosco ha quedado reducido a una minoría”, aseguraba Caño. “Se puede dar ya por hecho que el hábito de la compra del periódico en el quiosco ha quedado reducido a una minoría (…) Asumimos el compromiso de seguir publicando una edición impresa de la mayor calidad durante todo el tiempo que sea posible. Pero nos adentramos a la vez en la construcción de un gran medio digital de cobertura global que pueda responder a las demandas de los nuevos y futuros lectores”, argumentaba.

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