viernes, 28 de noviembre de 2025

“Tocar la teta de una mujer como ejercicio violento de poder”.

 

Agresión a una activista de Femen durante una misa por Franco en Madrid.

Cristina Fallarás lo escribía el pasado lunes en Público: “La imagen me provoca un desasosiego que serpentea luego con filo hacia la rabia para acabar abriéndose en un tajo de furia donde esa teta es mi teta, ese pezón, el mío y la piel de esa mujer, la misma piel que cubre mi cuerpo. La mano del miserable no agrede solo a las dos activistas de Femen, me agrede a mí, nos agrede a todas. Es un acto de agresión pública como un grito lanzado en plena calle a cara descubierta, un alarde, la medalla que se pone el ejecutor en la solapa tras perpetrar el crimen.

“Ahí estaban los ejecutores de la barbarie. La familia del dictador Francisco Franco y la fundación que lleva su nombre convocaron una misa en su (maldita sea) memoria. Dos activistas de Femen se presentaron en la puerta con sendas pancartas donde se podía leer ‘FASCISMO LEGAL, VERGÜENZA NACIONAL’. Iban como acostumbran, desnudas de cintura para arriba, en representación de todas y todos las que no estábamos. Su protesta solitaria debería haber sido una concentración multitudinaria, pero, entonces, un hombre alargó el brazo y le tocó la teta a una de las jóvenes. Ella le reprendió y las dos mujeres intercambiaron sus lugares. Acto seguido, el mismo hombre volvió a alargar el brazo y le tocó una teta a la otra. Tocó ambas tetas como en un chiste de ‘viejos verdes’ de los tiempos del dictador al que iba a honrar, tiempos en los que se llamaba ‘viejo verde’ a un hombre mayor que agredía sexualmente, de una manera u otra, a una mujer joven. Se encontraba normal que los hombres mostraran su poder en las calles, los platós de televisión, las películas, ejerciendo violencia sexual —verbal o física— contra mujeres cuyo aspecto respondía a los cánones macho de belleza de la época.

Fallarás acusa al agresor franquista de esta semana estaba, grabado por los medios de comunicación, pero no le importó nada. “Al contrario, realizó ese ejercicio de poder violento y cochambre de forma reiterada para dejar claro que podía hacerlo, que se lo permitía. Tal es la impunidad de estos fascistas. No hay en ese gesto ni un ápice de deseo, no existe en él conexión alguna con lo sexual más allá de la violencia. Es un acto que ilustra de manera palmaria cómo la violencia sexual no tiene que ver con el deseo o el impulso erótico, sino con el ejercicio violento de poder y sometimiento sobre el cuerpo de las mujeres, de castigo y doma.

“El grandísimo, enorme problema es que no se trata de un gesto propio solamente de los fascistas. Es uno de esos gestos de los fascistas del que participa una parte insoportablemente amplia de la población masculina. Cuando otro miserable agredió con el mismo gesto a la presidenta Claudia Sheinbaum, hubo quien puntualizó que se hacía público algo habitual sólo porque se trataba de una mujer con poder. Precisamente esa es la razón por la que creo relevante que aquel momento diera la vuelta al mundo. Da igual si eres la presidenta de un Gobierno que una activista o la chavala que va camino del instituto. Esto nos sucede a todas en todos los ámbitos siempre.

Y Cristina Fallarás concluía: “Nos tocan las tetas por la calle, en el transporte público, en conciertos, en teatros y cines, en discotecas, en las playas, en las terrazas de los bares y en las barras, nos tocan las tetas por la mañana temprano, por la tarde y por la noche, en cualquier circunstancia. Nos las tocan con mano fascista y mano obrera de izquierdas, mano rica y pobre, mano joven y vieja, mano de cualquier color. Y en ese tocarnos las tetas no hay ningún impulso sexual ni erótico. Hay únicamente una violencia macho que disfruta el ejercicio de poder violento contra nuestros cuerpos”.

No hay comentarios: