Pérez Llorca y el PP valenciano, rehén de Vox y del legado tóxico de Mazón.
Si un partido solo puede
gobernar cuando su socio ultra le da permiso, si depende del chantaje y del
miedo al adelanto electoral, si cede todas las políticas clave solo para seguir
sentado… ¿Ese partido gobierna… o es gobernado?
La investidura de Pérez
Llorca muestra una tendencia estructural:
el PP ya no gobierna sus territorios clave, sino que funciona como rehén
político de Vox. La extrema derecha marca la agenda, fija las líneas rojas y
decide los tiempos.
El resultado:
instituciones cada vez más intervenidas. Aquí no hay pactos: hay rendiciones.
(Spanish Revolution)

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