miércoles, 12 de noviembre de 2025

Felipe VI y el 'show' de los toisones de los borbones.

 

Nieves Concostrina nos advierte de que el viernes 21 de los corrientes Felipe y la agregada ciudadana Ortiz tienen prevista una performance o maniobra de distracción con el reparto de varios toisones de oro a personajes de principios variables y valores mutantes: Felipe González, Herrero de Miñón, Miquel Roca… y Sofía de Grecia, que a mí me suena a Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. “Mami… te voy a dar un toisón, para que se te pase el disgusto de las amantes de papi”.

“El jefe de nuestro Estado, con el que tenemos que tragar pese a proceder de una ilegal instauración monárquica (no fue una restauración) por decisión de un dictador criminal, eligió ese día 21 para colgar del pescuezo del citado cuarteto los collares de los que a su vez cuelga un carnero muerto, con sus cuernos y todo. Justo entre dos días claves, el 20 y el 22 de noviembre... Felipe, con mayúscula torpeza, eligió el día de en medio para reclamar protagonismo y dejar de sentirse por un día ni chicha ni limoná.

“Felipe hace intentos de desembarazarse de sus dos desestructuradas familias, los Franco-Borbón, pero no puede porque no sabe cómo. Lleva el ADN ultraderechista y antidemócrata de los dos linajes. Felipe llamaba abu a Franco, siguiendo las instrucciones de papá y mamá para caer bien al dictador; y jugueteaba con él y se camuflaba entre los auténticos nietos para sentirse un heredero más del linaje franquista durante aquellos veraneos luminosos gallegos en el Pazo de Meirás mientras los españoles seguían viviendo en blanco y negro.

“Así que, si Felipe ha decidido repartir collares justo el día entre las celebraciones de la muerte de su abuelo el dictador y de la jura de lealtad al franquismo de su padre, creo, sinceramente, que la ha pifiado. También es cierto que Felipe la pifia constantemente cada vez que decide condecorar a alguien. La lio muy parda dando medallitas a sus hijas de talentos desconocidos por el único y exclusivo mérito de compartir código genético, y la vuelve a pifiar dándole el Toisón de Oro a mamá Sofía para aliviarle sus disgustillos y la desafección familiar del marido y la nuera.

(...) “Felipe de Borbón va a imponer unos collares de la Orden del Toisón de Oro que ha usurpado a la dinastía de los Austrias -de qué nos vamos a extrañar a estas alturas-. Es una ceremonia tan rancia como la propia condecoración, que se mantiene en el tiempo desde hace casi 600 años y que consiste en imponer un collar de casi metro y medio de oro macizo, del que cuelga un carnero. Perdura porque, si a las casas reales en el siglo XXI las despojas de estos teatrillos protocolarios, se quedan en nada dado que no tienen ninguna otra utilidad. Es cierto que a veces sirven como entretenimiento para ver cómo se comen su sentido de ridículo, como cuando la reina de Inglaterra hizo al sexto Felipe miembro de la Orden de la Jarretera y vimos al rey disfrazado de tuno, pero en exagerado, hasta con plumas en la cabeza. Lo llegan a vestir de lagarterana y no hubiera sido tan cómico.

“Pues el Toisón de Oro es lo mismo; menos aparatoso en vestimenta, pero mucho más caro, porque un collar de metro y medio de oro macizo es mucho dinero (¿no pagaremos nosotros, verdad…? Porque el oro está por las nubes. ¿O serán toisones reciclados de condecorados muertos? ¿A quién le tocará el de Suárez? ¿Y a quién el que ha devuelto Sarkozy?)...

(...) “El Toisón de Oro no sirve absolutamente para nada, más allá de ponerlo en una vitrina sobre un cojín de terciopelo color burdeos para enseñárselo a las visitas, pero se supone que quien lo recibe se hincha de orgullo y satisfacción porque entra a formar parte de la Orden y a recibir el tratamiento de excelencia. Alguno habrá que creerá serlo… a que sí, Felipe. Me dirijo al emboscado, a Isidoro... Para recibir las insignias o el collar del Toisón de Oro solo hace falta una cosa: que al rey le dé la gana concederlo. Y para quitarlo, también tiene que darle la gana al rey, que por algo es el gran maestre. Por lo general el nuevo gran maestre entra cuando se muere el anterior, pero la monarquía española es anómala y estrafalaria, y aunque el gran maestre Juan Carlos no se ha muerto, tenemos otro gran maestre Felipe. Sufrimos dos reyes, dos reinas… ya basta. No lo queremos todo por duplicado.

“Juan Carlos impuso 24 collares, pero Felipe solo se atrevió a concedérselo a su hija Leo porque es lo que tocaba por ser la siguiente que se nos encajará en el trono sin nuestro permiso. Este año, Felipe se ha soltado el pelo y ha decidido que, venga, cuatro de golpe, que por algo celebra que en noviembre el abu Franco les regaló un país y la fortuna con la que les alimentamos”...

No hay comentarios: