¿Por qué tenemos que soportar el anacronismo de la monarquía?
Pedro Casas, miembro de
la Asamblea Republicana de Carabanchel, se pregunta en Público por el descrédito
en que Juan Carlos de Borbón ha sumido a la institución que representó durante
39 años. “Es de tal magnitud que el
debate sobre el futuro de la monarquía está abierto de par en par. Hay quienes
consideran que, al tratarse de una institución divina, los humanos poco tenemos
que opinar al respecto (rey por la gracia de Dios, como el Caudillo). A estas
alturas de la historia realmente suena a chiste, aunque no les falte cierta
coherencia a quienes sostienen tales tesis, porque desde el punto de vista
humano, la monarquía es insostenible. Otros comentaristas menos divinos han
creado la teoría de la conspiración, afirmando que todo obedece a una
conspiración chavista-podemita, cuyo origen se encuentra en aquella famosa
frase de Juan Carlos a Hugo Chávez ‘Por qué no te callas’, en una cumbre iberoamericana.
Según ellos, Chávez habría organizado desde aquel momento su venganza, regando
de dinero a las jóvenes promesas podemitas, que ahora estarían encabezando la
conspiración contra la monarquía, forzando la fuga de Juan Carlos. La ficción
da para estas cosas. Ojalá que la izquierda tuviera ese poder”.
Por otro lado, las y los
comentaristas del sistema critican y lamentan profundamente los desmanes de
Juan Carlos, pero se afanan, más que el propio Felipe VI, en separar al padre
del hijo, o a la persona de la institución. “Merece la pena detenerse un poco
en estos argumentos, dado que el propio gobierno (o una parte de él) se ha
abonado a esta tesis. Empezando por el propio presidente del Gobierno, que
sostiene que hay que separar la institución (monarquía) de la persona que la
ostenta. Pues dígame cómo hacemos esto, en una institución que es propiedad de
la persona que la ostenta, sin posibilidad de arrebatársela, que dispone de
ella a su antojo y que la deja en herencia a su hijo o hija. Y compara la
monarquía nada menos que con el sistema de partidos, en el sentido de que, si
alguien es corrupto, no por ello el sistema es corrupto”.
Pedro Casas apunta que en
España hay demasiada corrupción, y, desde luego, algo falla en el sistema que
tanta corrupción produce, con mecanismos que la favorecen, o débiles frenos que
no la evitan. “El sistema puede aparecer corrompido, aunque no corrupto per se,
porque en cualquier caso las urnas pueden dejar fuera a las personas o partidos
que se aprovechan de su cargo para robar al pueblo. Esa es la gran diferencia
con la monarquía; si el monarca es corrupto, implica necesariamente la
institución que preside y posee, sin posibilidad de cambio, pues no existe
mecanismo de cambio democrático al margen de la voluntad del soberano (que para
eso lo es)…
“La Monarquía forma parte
de la historia de las desigualdades e injusticias. No existe razón democrática
ni de los derechos humanos que justifique mantener una institución así, y ha
llegado el momento de plantearlo abiertamente, de frente. El pueblo español es
temeroso, pues las dos experiencias republicanas acabaron con golpes militares
(la segunda con guerra civil y dictadura sanguinaria como complemento). Es
normal que tenga miedo de que la historia se vuelva a repetir.
“Este proceso –termina
Casas considerando– está en marcha, no parece haber dique que lo frene, pues es
la propia monarquía la que hace aguas por muchos de sus muros. Las
características del sistema que lo sustituya estarán influidas por la
correlación de fuerzas que se vayan configurando por parte de los sectores que
lo impulsen; de ahí la gran importancia de dejar de ser espectadores del
desmoronamiento, y pasar a ser parte activa del derribo y del necesario proceso
constituyente que se abrirá a continuación”.
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