Totalitarismo, machismo y fascismo en la tortura de toros.
Francisca García Algarra
escribe en Lavozdelarepublica.es este artículo sobre la España más negra,
analfabeta, en la que parte de los ciudadanos, con la maligna excusa de la
tradición que, dicho sea de paso, no conocen porque solo leen las señales de
tráfico, se encapricha malvadamente en querer torturar y asesinar a un toro. “Alguna de las formas más certeras que los
humanos tenemos para definirnos y retratarnos –dice García Algarra–, son los
enemigos que elegimos y las causas por las que luchamos…El carácter es la
educación del temperamento, mas no hay fortaleza de carácter si no lo hemos
sometido a un análisis racional que controle, adecuándose a la realidad,
aquellas irracionalidades destructivas y caprichosas que tenemos. En la
pataleta manifiestan que este crimen con saña es lo mejor de su idiosincrasia y
su mayor diversión anual como ‘fiesta’ popular…
“Todo este revuelo de
azadones se ha producido porque la autoridad manda ahora que la muerte del
pobre toro, medio infartado ya de barbarie, se produzca en ‘intimidad’ con sus
verdugos. Qué gran corazón alargar su agonía… Este es uno de los muchos
ejemplos en pueblos de España. Que los animales ‘no sufren’, es la mentira que
argumentan todos los matarifes y torturadores, esa subespecie que intenta
ocultar la gran verdad: los que no sufren son ellos, nacidos sádicos que se
divierten con ver correr sangre y lamentos ajenos…
“Tradición era o es,
quemar mujeres y hombres en la hoguera, masacrarlos en un potro de torturas,
lapidar a una hija, correr por las calles al cornudo o al tonto del pueblo,
bañarse en sangre de vírgenes, cortar la lengua a los mentirosos y las manos a
los ladrones (¡qué sería de los políticos!), pegar a las mujeres y matarlas… La
Inquisición española nos dejó un florido elenco de tradiciones, cada vez más
imaginativas.
“Se da la circunstancia
de que a los fascistas les gusta especialmente ver la agonía de un noble
animal, lo que no es de extrañar, ya que, durante la Guerra Civil, toreros
conocidos y asesinos, lo hacían con los rojos.
El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, en un alarde de suprema
inteligencia y sensibilidad al límite, nos va a quitar el dinero al resto de
contribuyentes, para dárselo a los criminales que se forran desangrando toros.
“Todos misóginos y llenos
de odio, los que pagan y los que cobran; porque es eso a lo que llaman arte los
catetos, la fiesta del macho asesino. Y es que al fascismo le priva la muerte y
el sufrimiento ajeno, exterminan ancianos, luego toros… ¿Qué será lo siguiente?
¿Mujeres maltratadas a la hoguera porque no estaba buena la cena?
“Dan asco y son cobardes
los que se miden con un indefenso y aterrorizado animal, al que clavan lanzas
en hordas enloquecidas de rabia y propias de siglos de inmunda oscuridad. Hay
que elegir gobiernos que protejan a los animales y castiguen dura y
ejemplarmente a quien lo incumpla. Los gobiernos que, a través del dinero de
nuestros impuestos, perpetren y mantengan carnicerías, que caigan; porque
además de robarnos para gastarlo en sus sádicos divertimentos, no respetan al
segmento de población que ama a los animales, cada vez mayor y mejor preparado.
Son los mismos desalmados que están destruyendo nuestro planeta por sus
espurios intereses económicos, que a nadie más benefician”.
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