Audrey Hepburn: la tercera mejor estrella femenina de todos los tiempos.
Bella de joven y de mayor.
Audrey Hepburn, modelo,
bailarina y activista británica de la época dorada de Hollywood, considerada
por el American Film Institute como la tercera mayor leyenda femenina del cine,
nació en Bélgica, en 1929, muriendo en Suiza, en l993. Dueña de una belleza angelical,
más etérea que sexy, supo transmitir en la gran pantalla el aura de heroína
romántica y frágil que ponía en evidencia sus carencias afectivas en la vida
real. Icono de la elegancia y leyenda de la época dorada de Hollywood, la
actriz sigue brillando en el firmamento cinematográfico pese a su temprana
muerte a los 63 años. Conquistó a Humphrey Bogart en “Sabrina”, a George
Peppard en “Desayuno con diamantes” o a Cary Grant en “Charada”, pero sufrió
mucho con el fracaso de sus dos matrimonios, el primero con el actor Mel
Ferrer, con el que tuvo a su hijo Sean, y más tarde con el médico italiano,
Andrea Dotti, una unión que dio como fruto a Luca. Tercera mejor estrella
femenina de todos los tiempos, además de su faceta como actriz, fue una mujer
que se volcó en las causas humanitarias en sus últimos años de vida, ejerciendo
de embajadora de Unicef. Se dice que, cuando le pidieron que revelara sus
secretos de belleza, escribió este poema, que fue leído en su funeral:
Para tener labios
atractivos, pronuncia palabras de bondad.
Para tener hermosos ojos,
mira lo que la gente tiene de hermoso en ellos.
Para mantenerse delgada,
comparte tus comidas con los que tienen hambre.
Para tener un buen
cabello, deja que un niño pase su mano todos los días.
Para tener un buen
mantenimiento, camina sabiendo que nunca estás sola, porque los que te aman y
te han amado te acompañan.
Las personas, más que los
objetos, necesitan ser reparadas, mimadas, alegradas y salvadas: nunca rechacen
a nadie.
Piensa en ello: si algún
día necesitas una mano de apoyo, encontrarás una al final de cada uno de tus
brazos.
Al envejecer, te darás
cuenta de que tienes dos manos, una para ayudarte a ti mismo, la otra para
ayudar a los que lo necesitan.
La belleza de una mujer
no está en la ropa que lleva, su cara o su manera de arreglar su cabello. La
belleza de una mujer se ve en sus ojos, porque es la puerta abierta en su
corazón, la fuente de su amor.
Las belleza de una mujer
no está en su maquillaje, sino en la verdadera belleza de su alma. Esta es la
ternura que da, el amor, la pasión que expresa.
La belleza de una mujer
se desarrolla con los años.
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