La Iglesia gana más de 90 millones “limpios” en tres años.
Eduardo Bayona llega a
esta conclusión en Público: la iglesia oficial sigue sin perder ni un céntimo. Hasta
el 80% de las diócesis han llegado a tener ganancias mientras reciben fuertes
inyecciones de dinero público que llevan a los laicistas a plantear si el
modelo de financiación excede o no el compromiso del Estado para garantizar,
hace ya más de 40 años, “su adecuado sostenimiento económico. Un negocio como
Dios manda”.
“¿Es 'adecuado
sostenimiento' subvencionar a la Iglesia con más recursos de los que necesita
para funcionar?”, plantea Europa Laica en su análisis sobre la última Memoria
de Actividades de la Iglesia, referente al ejercicio de 2018, que ha publicado
la Conferencia Episcopal. La pregunta, propuesta también por instituciones como
el Tribunal de Cuentas, cobra mayor relevancia a la vista de los datos de las
últimas tres memorias (2016, 2017 y 2018, las únicas en las que el episcopado
desglosa las cuentas consolidadas de las 70 diócesis españolas, arrojando unas
ganancias netas de 55,7 millones de euros en esos tres ejercicios a los que hay
que añadir otros 39 de la gestión de la asignación tributaria por el
episcopado: suman 94,7, a más de 31 por ejercicio.
Según indican esos
documentos, las diócesis españolas tuvieron en esos años unos ingresos de entre
924 y 974 millones de euros y unos gastos de 908 a 954, lo que les proporcionó
unas ganancias netas de entre 16 y 20,3. Algo menos de la cuarta parte de esos
fondos (24%) procedía de la asignación tributaria del Estado, es decir, la
parte que los contribuyentes le destinan poniendo la 'X' en la casilla
confesional del IRPF, mientras algo más de un tercio (36%) les llega vía
donativos y el resto (40%) de su actividad comercial, económica y financiera.
El 80% de las diócesis
tuvo superávit en 2017 y el 60% en 2018, indican las memorias. Unos resultados
para los que resulta fundamental la notable inyección de fondos públicos que
reciben cada año procedentes del IRPF: 1.004,8 de los 1.290 millones recibidos
por la Conferencia Episcopal entre 2014 y 2018, según sus propias memorias,
fueron canalizados hacia los obispados. El superávit en la gestión de los
fondos públicos por el episcopado, para cuya generación llega a destinar más de
cuatro millones anuales en publicidad, alcanza los 39 millones en esos tres
últimos años. Eso, al mismo tiempo, ha permitido a la Conferencia inyectar 23,7
millones de euros en la deficitaria cadena de televisión Trece TV, una cifra
que supera con creces los 18,7 (6,24 anuales) que destina a Cáritas, cuyas
principales fuentes de financiación son los donativos y las subvenciones
estatales y autonómicas. El episcopado destina el sobrante de ese superávit,
15,2 millones de euros, a un fondo de reserva, mientras el remanente del
conjunto de las diócesis se dedica “a reducción de endeudamiento generado en
años anteriores”.
“¿Cómo es posible que a
los obispos les haya sobrado (...) mientras que por todos lados exprime las
arcas públicas en actitud lastimera?”, se pregunta el informe de Europa Laica,
que plantea si “la existencia de superávits sobrepasa el compromiso adquirido”
por el Estado con la Iglesia católica en el mal llamado concordato de 1979, ya
que este consistía en “procurar el adecuado sostenimiento económico” de la
misma.
Su informe concluye por
una parte que “no ha sido objeto de acuerdo entre el Estado y la Iglesia, o de
regulación, el tratamiento de eventuales desajustes (superávits o déficits)
entre el importe de la asignación tributaria y las necesidades de financiación”
de esta. Y, por otro lado, añade que la “inconcreción” que supone la ausencia
de cualquier acuerdo o norma “que establezca las necesidades de la Iglesia a
cuyo 'adecuado sostenimiento' colabora el Estado”, impide “determinar con
precisión la existencia de insuficiencias o excesos de financiación”.
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