El escándalo de las vacunaciones sin turno golpea a la cúpula militar.
A Miguel Ángel Villarroya,
general Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), le inocularon la primera
dosis de Pfizer, pero no por ser grupo de riesgo sino por jeta que aprovechó su
cargo para hacerlo. Villarroya aceptó este privilegio estando aún sin vacunar
numerosos sanitarios de las fuerzas a su mando, incluso en el propio Hospital
General de la Defensa. “Cabe recordar –escribe
Jenner López Escudero en Nuevatribuna.es– que el susodicho fue uno de los
invitados a la famosa fiesta organizada por Pedro José Ramírez, más conocido
por Pedro J, director de el panfleto ‘El Español’. Fiesta organizada en plena
pandemia, en el mismo momento que a los demás hijos de vecinos se nos confinaba
en nuestros domicilios por recomendación médica… Margarita Robles, ministra de
Defensa, dice que se ha enterado por la prensa de la vacunación de su Estado
Mayor de la Defensa. 400 personas pertenecientes al ministerio que ella ‘controla’
pasaron en hilera por el Hospital Militar Central de Defensa sin que ella se
entera. Tampoco podemos decir que su mano derecha, la diputada socialista Zaida
Cantera, estuviera muy bien asesorada por lo que declara en un medio de prensa:
‘No hay reproche posible si el JEMAD ha seguido el protocolo, y se ha vacunado
cuando le ha llegado el turno en su unidad, no tengo reproche ético, aunque
estéticamente pueda parecer poco adecuado’.
“Los que tienen que salvar a España –concluye López Escudero– dejan a España en segundo plano, huyendo como ratas del barco que se hunde, saltándose todo protocolo, existente o no, pero claramente saltándose la ética y la moral de la que está claro que no pueden hacer gala, cobrando más de 3.000 euros al mes. Por cierto, cesar a alguien en el cargo no implica que deje de cobrar, le enviarán a la oficina de al lado como mucho, no se lleven a engaño. ¿Podemos decir ya que Villarroya es un jeta o todavía no?”.
Villarroya quien se vacunó junto a otros cargos militares de la cúpula del Ejército, dejó su cargo sin hacer ruido, con unas declaraciones desde la discreción y asegurando que se marcha para evitar que la imagen de las Fuerzas Armadas se empañe, pero que tiene la conciencia tranquila porque se limitó a seguir un protocolo de vacunación interno del Ejército. Al contrario de lo que ha sucedido con casos polémicos como varios consejeros de salud, sanitarios jubilados o cargos políticos, en este caso se asegura que las Fuerzas Armadas tienen un cupo asignado y previamente autorizado para uso dentro de sus filas. Siguiendo esa línea, el Jemad se vacunó dentro de los criterios internos de Ejército. Sin embargo, aún no han llegado vacunas para los cuerpos y fuerzas de seguridad, como policías y guardias civiles.
La Asociación Pro Guardia
Civil exigió tener acceso al plan de vacunación y a los responsables que lo
validan para conocer las circunstancias que motivan el cese del oficial y
comprobar así que no es “cabeza de turco”. Entre las organizaciones afines, la
Asociación Unificada de Militares (AUME) pidió a Defensa explicar por qué se
han “colado” mandos del Ejército en la vacunación y que se asuman
responsabilidades por parte de aquellos que “no solo deben dar ejemplo”, sino
también cumplir con lo establecido por las autoridades sanitarias. Igualmente,
la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) reclamó que sean los agentes
en servicios operativos los primeros en recibir la vacuna frente a la covid y Juan
Fernández, secretario general de la AUGC, declaró: “No se puede utilizar el
cargo para buscar privilegios, y peor aún si quien lo hace viste uniforme y es
un servidor público. El buen militar hace exactamente lo contrario a lo que ha
ocurrido: antepone los intereses de su gente a los suyos propios”.
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