Carmen Calvo ¿ministra de la iglesia o de un gobierno secular?
Antonio Gómez Movellán,
según Europa Laica, se pregunta si la presentación del listado de los bienes
inarticulados ilegalmente por parte de la Iglesia Católica—ya que es una
ilegalidad viciada en origen– ha generado un desaguisado jurídico que el
Gobierno ahora pretende sancionar y dar conformidad al mayor expolio de
patrimonio histórico ocurrido en España y en Europa con un vergonzoso informe
que precede al listado.
“El gobierno, en boca de
la vicepresidenta primera, difiere las posibles reclamaciones a los
ayuntamientos o la persona físicas que se vean perjudicadas por tal o cual
inmatriculación. ¡Como si el gobierno no tuviera competencias en velar por el
patrimonio histórico! ¡Como si la mezquita de Córdoba o la catedral de Burgos
fueran de único interés del ayuntamiento de Burgos o del de Córdoba! Después de
la barbaridad de las inmatriculaciones de los monumentos nacionales en los
registros de la propiedad, no se trataría de batallar, una por una, como
pretende la vicepresidenta primera, la titularidad de tal o cual bien del
patrimonio histórico cultural, sino de promulgar un instrumento jurídico que
sea adecuado y eficaz para la declaración nula de todas esas inscripciones de
titularidad ilegítimamente realizadas. Pero se trataría, además, de ir un poco
más allá, impulsando una reforma de la ley del patrimonio histórico en la cual
se exprese con total claridad la titularidad pública del patrimonio histórico
de raíz religiosa y la posibilidad de la afectación para uso religioso de tal o
cual templo. La idea y concepción actual, de la cual beben todas las leyes de patrimonio
de las CCAA y los propios Acuerdos con la Santa Sede de 1979, es justo la
contraria, ya que se considera que la propiedad de los bienes históricos
culturales de las instituciones eclesiásticas es de la Iglesia Católica y que
para su conservación se obliga al Estado a pactar o convenir con ella; es una
concepción que bebe del nacionalcatolicismo”.
Un gran parte de ese
patrimonio histórico cultural de la Iglesia Católica se fue incorporando a la
moderna economía, a través de las desamortizaciones, donde una gran parte de
esas propiedades, sobre todo las de beneficencia, fueron incorporadas al
moderno Estado y otras, a través de la subasta y la compra-venta, a los nuevos
circuitos económicos. “Que la Iglesia Católica de los siglos XX y XXI haya
continuado haciendo negocios con estos bienes refleja el desprecio de ésta por
la conservación patrimonial y el afán lucrativo de la institución; solo las
leyes civiles han sido las que han frenado el expolio que la Iglesia Católica
ha venido realizando sobre el patrimonio eclesiástico-religioso. Ahora, en España, se abre la oportunidad de
incorporar definitivamente al dominio público todo el patrimonio histórica de
raíz religiosa, incluyendo no solo los bienes inmuebles, sino también los
bienes muebles y documentales hoy diseminados y mal conservados, como demostró
el extraño caso del secuestro del Códice Calixtino, y evitando cualquier intento de exigencias
indemnizatorias, como ya hizo la iglesia en el siglo XIX en el momento de las desamortizaciones; porque
quizás haya sido este el afán de la
Iglesia Católica al registrar a su nombre hasta la mezquita de Córdoba”.
La ministra Carmen Calvo
se ha comportado en todo este proceso más como una ministra de la Iglesia
Católica que como una de un gobierno secular. Y, sin embargo, la abstención,
negligencia o colaboración ante un expolio del patrimonio histórico es un
delito contemplado en el artículo 323 del Código Penal.
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