Los mantenidos.
“No producen, no aportan,
gastan millones de euros al año en lujos y caprichos y viven en una burbuja tan
impermeable que incluso pueden delinquir sin que se les pueda juzgar. Ni
siquiera tienen más mérito para disfrutar de esta vida que haber sido
enchufados. Así es la monarquía, así son los mantenidos”. Así escribía David
Bollero el pasado jueves en Público, al conocer la noticia de que la princesa
Leonor estudiará el bachillerato en un colegio de Gales que costará 76.500
euros al año. “La Educación Pública del país que reina no es lo suficientemente
buena para la familia real. No lo era ya, pues las niñas estudian un exclusivo
colegio privado, al que acude la descendencia de la élite económica. Nada de
mezclarse con los vasallos, no sea que conozcan realmente el país que los
mantiene.
“Mientras la pobreza
avanza a pasos agigantados en España, los mantenidos ven incrementada su
partida rozando los 8,5 millones de euros. Las personas que viven en la Cañada
Real de Madrid, en los Asperones o Palma Palmilla de Málaga, en O Calvario de
Vigo o en las Tres Mil Viviendas de Sevilla pagan los trajes de alta costura de
la familia real, sus joyas exclusivas, sus coches de lujo, su servidumbre, sus
piscinas, sus casas palaciegas y viajes de ocio, sus operaciones de cirugía
estética, su educación y sanidad privada... Si un niño o una niña, con su
ignorancia inocente, preguntara ¿para qué sirve un rey? pondría en un serio
aprieto a un adulto honesto, hasta el punto de que preferiría retomar el
discurso de las flores y las semillas o la cigüeña. Basta echar un vistazo a la
agenda de los mantenidos para ver que sus aportaciones al país se limitan a
asistir a actos, cuales jarrones a los que algunos aún sacan brillo hoy,
repetir discursos con diferentes palabras —a veces, tan sólo descolocadas—, o
entregar galardones como quien entrega una degustación en un supermercado.
“Hay quien a estas
alturas habla de que el rey es símbolo de unidad, pero ¿qué unidad puede
generar alguien que no conoce su país? ¿Qué pueden aportar unos mantenidos que
toman el dinero público para disfrutarlo de una manera elitista, con absoluta
opacidad y blindados contra el escrutinio público por determinados partidos
políticos? ¿De qué unidad nos hablan cuando cesan a unas personas por rotular
en la televisión pública la realidad, que tanto la nieta como el abuelo se van
de España?
“La desfachatez parece
algo intrínseco a la condición de mantenido, porque igual que el emérito
defraudador se iba de safari cuando más golpeaba la crisis, la niña se va a un
internado que nos cuesta casi seis veces el Salario Mínimo Interprofesional
cuando todos los indicadores indican que la pobreza se ha disparado, espoleada
por el coronavirus. Tan cuestionados, tan cercados se sientan los mantenidos,
que han tenido que precisar que esos 76.500 euros saldrán de su asignación...
no fuera que, aunque el dinero sale del mismo sitio, del bolsillo de sus
vasallos, corriera a cargo de Patrimonio, como tantos otros lujos que solo
ellos disfrutan.
“Así las cosas, va siendo
hora de que los mantenidos se independicen y, tan formaditos que están,
comiencen a ganarse la vida como hacemos el resto; todo ello, previo referéndum
en el que todos sus mecenas podamos decidir si queremos seguir viviendo en
muchos casos en la exclusión para que ellos continúen con su vida de ensueño”.
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