Aquel 15-M que hoy recordamos.
Miles de manifestantes acamparon en la madrileña Puerta del Sol, a los gritos de ‘lo llaman democracia y no lo es’. Fue en la primavera del año 2011, cuando una de las crisis económicas y financieras más duras embistió contra las grandes economías y España alcanzaba un índice de desempleo de 4,9 millones de personas, el doble de la media europea, y José Luis Rodríguez Zapatero se disponía a adelantar las elecciones generales sin completar su segunda legislatura. Karina Sáinz Borgo hace en Vozpópuli un interesante repaso del discurso literario de ese tiempo. “Ese 15 de mayo de 2011, en el kilómetro cero de la capital, se dieron cita jóvenes sin acceso al mercado laboral, trabajadores precarios, jubilados golpeados por la pérdida de poder adquisitivo, así como prejubilados y miles ciudadanos que habían perdido su puesto tras los Expedientes de Regulación de Empleo que asolaron a decenas de compañías. Lo que comenzó como una explosión de malestar y acabó en movimiento asambleario se extendió a más de 50 ciudades en toda España. La efervescencia menguó en su escala, pero el malestar se agravó con los efectos de los recortes económicos que puso en marcha el gobierno del popular Mariano Rajoy ante las exigencias del Banco Europeo y el Fondo Monetario Internacional”. Tres años después, un remanente del fenómeno indignado tomó forma de partido político “Podemos”, una organización que irrumpió con el espíritu revolucionario de los que gustan prometer un nuevo orden en tiempo de ruinas. Pablo Iglesias y su formación –integrada entonces por Íñigo Errejón, Carolina Bescansa o Rafael Mayoral– intentan abrir una astilla en el hueso del sistema. “Y construyen su propio relato sobre el fin del bipartidismo y el hartazgo de las clases medias ante la corrupción institucional. En ese tiempo, España hizo frente a una de sus crisis económicas más dramática, un rescate bancario, una abdicación y un posterior exilio de Juan Carlos I. También cinco elecciones, una declaración unilateral de independencia en Cataluña y la posterior aplicación del Artículo 155. A eso se sumó, y no como colofón, la primera moción de censura exitosa en 40 años de democracia, unas elecciones generales (con repetición incluida) y una pandemia mundial que en España se ha cobrado más de ochenta mil muertos”.
En una entrevista publicada, Ernesto Castro, autor de “Memorias y libelos del 15M” (Arpa), cuenta a Víctor Lenore: “Resulta irónico que un movimiento social cuyas consecuencias más palpables a medio plazo fueron finiquitar el bipartidismo PPSOE y 'vacunar a este país contra la extrema derecha', según el tópico podemita, cumpla diez años cuando España previsiblemente se encamina hacia un sistema político tripartidista donde el tercero en discordia es –!sorpresa¡– la extrema derecha”. El filósofo se refiere más a la conmemoración que a la celebración de tal aniversario, entre otras cosas por la propuesta de la entonces alcaldesa Manuela Carmena de colocar una placa en honor al 15M justo en la Puerta del Sol en el año 2018. Tres años más tarde, Lenore publica el 10 de mayo: “Pocos días después del arrase electoral de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, cuesta creer los niveles de consenso social que alcanzó el movimiento 15-M, protagonista del debate político español en 2011. Una estadística puede ayudar a orientarnos: el 18 de mayo de 2013, pasado ya el furor de las plazas, una encuesta de Metroscopia reveló que el 78% de los españoles pensaba que los indignados tenían razón al cuestionar el régimen del 78, las políticas de desahucios, las disfunciones del mercado laboral y las crecientes desigualdades económicas. ‘Solo un 4% dice tener dudas sobre los motivos de la protesta’, destacaba la noticia. Diez años después de aquella explosión social, ninguna de sus promesas parece haberse cumplido, con Podemos y Ciudadanos en crisis electoral y el bipartidismo en saludable estado de forma. Se consideró el 15-M como ‘una vacuna contra la extrema derecha’, pero hoy el partido español más pujante se llama Vox y el PP de Ayuso crece más entre los jóvenes un 29%, un ritmo por encima de Más Madrid. Una pequeña historia puede ayudarnos a comprender la magnitud del derrumbe. Seguramente el programa más volcado en los enfoques ‘quincemeros’ es el 'podcast' “Carne Cruda”, dirigido por el periodista Javier Gallego. Su feroz enfoque izquierdista y contracultural le identificó enseguida como una voz en sintonía con las protestas. Recibió un premio Ondas en 2012, que le abrió las puertas de la cadena SER, un romance espinoso que duró solo dos años, hasta que la falta de entendimiento les hizo separar sus caminos. Javier Gallego propuso a sus fieles oyentes financiar un programa conmemorativo sobre el 15-M y solo recibió un tercio del dinero que necesitaba. Los datos siguen abiertos en Goteo.org: se consideraba que 28.941 euros era el mínimo y 33.324 el óptimo, pero solamente se obtuvieron 9.736. La serie de programas de audio digital se seguirá haciendo, pero de manera más modesta. ¿Cómo puede ser que el 15-M pase de un respaldo social total en España a no ser capaz de triunfar en un ‘crowdfunding’ dentro del búnker militante?”.
Cuatro de los cinco fundadores de Podemos con Iglesias (Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre)Tres años después del 15-M, la foto fundacional de Podemos, que congeló el momento de la creación de una formación que cambiaría el sistema político del país y que acabaría siendo un partido de Gobierno. Nos lo recordaba Alexis Romero el pasado 9 de mayo en Público: “Prácticamente, en cada aniversario, los morados asisten a los cambios en una instantánea que tiene un poder simbólico enorme, no solo por lo que representó en términos políticos la fundación de Podemos, sino porque contiene una mirada al pasado de un partido joven que ha madurado a marchas forzadas en apenas siete años. La dimisión de su secretario general, Pablo Iglesias, ha terminado de mandar esta instantánea al archivo de una historia que, solo unos años después de la fundación de la formación, ya genera nostalgia. Sin embargo, pese a que los cambios y las salidas de los fundadores de Podemos se han ido sucediendo a lo largo del tiempo, la marcha de Iglesias es, sin duda, el acto final y más importante de esa evolución a marchas forzadas”. En 2014 la primera Asamblea Ciudadana de Vistalegre encumbró a Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre al liderazgo de una formación que terminaría rompiendo con el bipartidismo imperante en España en los últimos casi 40 años. A partir de ese momento, el partido comenzó a experimentar fases que derivaron en salidas abruptas de cuatro de los cinco fundadores. Juan Carlos Monedero fue uno de los primeros en salir de la dirección de Podemos, pero en todo este tiempo se ha mantenido muy presente en el partido, siendo uno de los apoyos principales de Iglesias y formando parte de órganos que complementaban a las secretarías de la formación (los denominados “gobiernos en la sombra”). En 2015 anunció su dimisión de la dirección del partido tras la polémica creada por la investigación de sus servicios de asesoría a gobiernos latinoamericanos, a pesar de desmentir estas informaciones y de que la Justicia terminó archivando todos los procesos contra él. Luis Alegre fue otro de los hombres fuertes de Iglesias, pero el enfrentamiento que mantuvieron por la dirección del partido en Madrid le llevó a romper relaciones. Por su parte, Carolina Bescansa comenzó a distanciarse de Iglesias y de la dirección del partido en las elecciones de 2016, cuando apostó por no llevar a cabo la confluencia con IU, uno de los grandes debates que ha provocado enfrentamientos en la formación (junto a otros, como la entrada en el Gobierno de coalición). Pese a que el distanciamiento ya era notable, en 2019, la filtración de un plan para derrocar a Iglesias y a la dirección en el que aparecía su nombre (junto con el de Errejón, aunque el líder de Más Madrid rechazó haber participado, algo que corroboró la propia Bescansa), terminó por forzar su salida definitiva. Poco tiempo antes de los comicios del 2019, Íñigo Errejón anunció que abandonaba el proyecto para fundar Más Madrid de la mano de la plataforma que Manuela Carmena estaba construyendo desde la Alcaldía de la capital.
Las lágrimas de Yolanda Díaz, vicepresidenta ‘in pectore’, en el adiós a Pablo Iglesias.El pasado 24 de marzo, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se despedía en el Congreso de su amigo, Pablo Iglesias. “Quiero darte, Pablo, las gracias –dijo entre sollozos–. Quiero citar para despedirte de esta Cámara a Albert Camus. El filósofo que decía que había personas que no se ponían del lado de los que hacen la Historia, sino del lado de los que la padecen. Gracias, Pablo, porque tu trayectoria siempre ha demostrado que haces esto último”. Sus emotivas palabras fueron dedicadas a su “amigo”, Pablo Iglesias. Alexis Romero nos recuerda en Público que Iglesias se apartó tras un año y medio de acoso a su familia y tras constatar (sobre todo tras las últimas elecciones madrileñas) que su figura provoca una fuerte movilización entre el electorado de la derecha y de la ultraderecha. “Para Iglesias, la entrada en el Gobierno de coalición ha permitido revelar, construir y fortalecer el liderazgo de Yolanda Díaz, que ha mostrado su capacidad de gestión y negociación al frente de una cartera tan importante como la de Trabajo. El plan es que Díaz asuma el liderazgo de Unidas Podemos y sea la candidata del espacio confederal en las próximas elecciones generales, un proceso para el que tendrá dos años por delante para reforzar su figura a través de su dirección en Trabajo y de las negociaciones que mantendrá con el PSOE para mantener a flote a la coalición a través de la Vicepresidencia Tercera. La dirección de Podemos ya ha consensuado que su candidata a las primarias para ocupar la Secretaría General del partido sea Ione Belarra, otro de los perfiles que se han construido a través de su trabajo en el Gobierno (antes en la Secretaría de Estado de Agenda 2030 y ahora desde su posición como ministra de Derechos Sociales). La foto de la nueva cúpula del partido va a diferir mucho de la de los padres y madres fundadores. El objetivo es que se consagre un nuevo liderazgo feminizado que refuerce al partido y lo devuelva a posiciones desde las que poder disputar de nuevo la hegemonía de la izquierda al PSOE e, incluso, que les permita optar a la Presidencia del Gobierno. Será el tiempo el que desvele si Podemos logra sobrevivir a sus fundadores y también, si, como pretende Iglesias con su marcha, puede llegar más lejos de lo que lo hizo con sus anteriores dirigentes”.
El día que al presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero le tocó acudir al Congreso para empezar a rescindir el contrato social en España, Pablo Iglesias tenía 31 años y tan solo faltaban doce meses para que eclosionase el movimiento del 15M. “Durante el curso universitario del 2009/2010 –cuenta Jordi Amat en ElDiario.es del pasado domingo–, Iglesias aún impartió la asignatura ‘Geografía política y social’. Pero sus intereses empezaban a decantarse hacia la comunicación política. Hasta entonces ese no había sido su principal tema de investigación. Y él no sólo se había dedicado a estudiarlos. Había participado en ellos. Era un académico y, al mismo tiempo, un activista que descubrió la tertulia política en televisión como el espacio ideal para construir su personaje carismático… Durante ese curso, Iglesias impartió varios seminarios sobre comunicación: Cine y conflicto político o Imágenes para pensar la crisis. A principios del curso siguiente, desde noviembre, empezó a presentar una tertulia política: La Tuerka… En el período ascendente, decantando el significado del el 15M, la propuesta de Podemos fue inequívocamente populista: estaba centrada en la impugnación destituyente de la clase dirigente de aquel régimen en crisis como condición necesaria para una mutación del sistema que ellos, tan puros, tan listos, debían liderar. Tras el aprendizaje de la dialéctica en medios de comunicación propios, el 11 de mayo de 2013, Iglesias apareció por primera vez en un programa con gran audiencia: ‘La Sexta Noche’. Fue a la cadena y repitió porque dominaba el género. El activista culto, con sonrisa vehemente esperando el ‘momento para morder’ (‘yo no te he interrumpido’), podía ser el agitador de una nueva izquierda. Con agilidad y valentía sabía cómo desenmascarar la argumentación falaz de unos contradictores que, defendiendo el avejentado orden establecido, acababan por mostrar su propia demagogia y, a la vez, la corrosión que sufría el sistema”. En julio de 2013, la Casa Real encargó un sondeo sobre la aceptación social de la monarquía. Las conclusiones de Metroscopia detectaban movimientos tectónicos. Como desvela José Antonio Zarzalejos en “Un rey en la adversidad”, el diagnóstico que se desprendía del sondeo era el siguiente: “el país entraba en una fase depresiva después de años de autoestima por los logros de la Transición y muy crítica hacia el sistema”. En mayo de 2014, quedó demostrado que su candidatura al Parlamento Europeo tuvo miles y miles de votos y obtuvieron cinco escaños. Que fuera el rostro de Iglesias el icono del partido en las papeletas electorales demostraba un nivel de conocimiento de su figura muy superior al de su proyecto.
Jordi Amat comenta que los dos años siguientes fueron el período de plenitud del Podemos originario. “Las cloacas del Estado, de manera inmediata, reaccionaron señalando a Iglesias como un enemigo a abatir. Ese político ya no dejaría de sufrir una repugnante campaña de acoso de la que incluso ha sido víctima su familia. Y no es que Iglesias sea un santo o que no haya cometido excesos y errores (valdría por el chalé de Galapagar o la decisión de compartir consejo de ministros con su pareja), pero ni sus maldades ni sus equivocaciones han sido la motivación principal de esa campaña maníaca para derribarle. Lo ha contado la garganta profunda de la Stasi del 78: el comisario Villarejo. Había dinero reservado para desactivar a Iglesias y podían usarse métodos legales e ilegales para desactivarlo. Iglesias en la diana. Porque con una retórica amarga, cada vez más frentista, polarizadora hasta el insulto o el desprecio, denunciaba los ángulos muertos del poder establecido –ya fuese el económico, el mediático o el político–. A nadie le gusta que enseñen sus vergüenzas. No se lo han perdonado. Ganar o no ganar. Esa es la diferencia. El equipo dirigente de Podemos –en especial el tándem Iglesias/Errejón– no se concebía como una muleta de la socialdemocracia, sino que tenía una auténtica vocación de mando. Para conseguirlo la clave era el cacareado sorpasso: imponerse en unas elecciones generales a un PSOE artrósico. En algún momento creyeron que podrían conseguirlo. Contaban con el apoyo necesario, además de un relato a la altura de los tiempos y algunas encuestas favorables. Pero no. Durante una buena temporada, ciertamente, la ola de Iglesias, reforzada por el éxito municipalista de Carmena en Madrid y Colau Barcelona, logró confundir al partido socialista, dejándole sin capacidad para convertirse en un partido votable para menores de 40 años. Y así sigue. Pero la realidad es que, a pesar de capturar a parte de sus votantes potenciales, Podemos nunca lograría superar a un partido comandado ya por Pedro Sánchez”.
Pablo Iglesias, tras convertirse en vicepresidente: “Desde el Gobirno, se ven las cosas de otra manera, con más responsabilidad”.“Las tensiones internas de la organización, con asuntos personales por resolver, fueron rápidamente drenando la inteligencia colectiva del partido. El carisma de Iglesias se deslizó por la pendiente de un cesarismo agónico. Y allí empezó el ciclo declinante de su trayectoria. Desde entonces, el partido, para llegar al poder, solo podría hacerlo como socio minoritario del PSOE. Y el PSOE, reformateado cada vez más en el Partido de Pedro Sánchez, sólo acudiría a ese partido a su izquierda si no tenía otra alternativa para volver a La Moncloa. En la construcción de dicha alternativa, Pablo Iglesias desempeñó un papel esencial. Era su segunda y última aportación a la política española de la segunda mitad del siglo XXI. Hacer posible el éxito de la moción. Era más que probable que la moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy no hubiese prosperado si él no hubiese activado su agenda de contactos con un magma de figuras y partidos rupturistas –Bildu y Carles Puigdemont–. De la misma manera que se comprometió para buscar salidas a la crisis catalana y evitar su enquistamiento. Iglesias, teléfono en mano, estuvo en los fogones que cocinaron la caída de Rajoy. Así se ganó la moción y así coaguló una coalición cuyo principal elemento aglutinador, como señaló Santos Juliá, era el rechazo. Lo que les unía era el rechazo a un PP podrido por la corrupción y que había fracasado estrepitosamente en su gestión del desafío independentista planteado por la Generalitat. Pero, celebradas las nuevas elecciones generales, convocadas bajo el impacto de la fotografía nacional-populista de la manifestación de Colón, Sánchez no miró al alfil que le había llevado a la presidencia. Su primera opción fue Ciudadanos. Era lo esperable. Su agenda gubernamental había sido la implementación de la agenda reformista sobre la que hacía pocos años habían llegado a un acuerdo con los naranjas. Pero Albert Rivera, ciego de la vanidad alimentada por los poderes de Madrid, bloqueó ese acuerdo. La enésima repetición electoral, al fin, haría inevitable lo que pareció un matrimonio de conveniencia imposible. Sánchez prefería el insomnio a perder el poder. Y, en enero de 2020, Pablo Iglesias llegó a vicepresidente. Pero su breve paso por el gobierno no lo consolidaría como un buen político. El activista no liberaba al político para que fuera un gobernante. Mientras Yolanda Díaz sí era percibida como una gobernante de izquierdas respetada transversalmente, Iglesias iba limitando su consideración. Lo significativo no era su acción política sino la retórica frentista en el Congreso de los Diputados cuya consecuencia principal ha acabado siendo la movilización extremosa del centro derecha contra del gobierno… Y, fatigado del desgaste, buscó la mejor manera para saltar de un presente donde el 15M es recuerdo de lo que pudo haber sido. El efecto mariposa de la fracasada moción de censura en Murcia le abrió la puerta a Pablo Iglesias para escapar de una situación de asedio maníaco. La campaña electoral madrileña le permitiría despedirse, salvando el grupo de Podemos en la Asamblea regional y destensando la crítica contra el Gobierno. Al fin el activista había ganado al vicepresidente”.
Olga Rodríguez, en ElDiario.es del pasado lunes, nos advertía en “El 15-M y la Gran Armonía” cómo el 'statu quo' deja claro que en la política institucional solo caben quienes aceptan las mismas dinámicas de siempre en el reparto del poder. “Esta enorme contradicción pone en evidencia los límites actuales de la política dentro de los marcos oficiales. Ahora que las elecciones madrileñas y el décimo aniversario del 15-M invitan a realizar un balance de cuentas, surgen nuevamente análisis que atribuyen el primer éxito de Podemos solo y exclusivamente a la televisión. Según estas tesis, la presencia de un politólogo carismático como Pablo Iglesias en debates de La Sexta habría sido la clave esencial para que el partido recibiera una buena acogida inicial, obtuviera cinco eurodiputados a escasos meses de nacer, despertara ilusión en sectores diversos y se situara durante un tiempo a la cabeza en las encuestas. Nada de lo ocurrido en esta década puede entenderse sin el contexto socioeconómico surgido con el movimiento de los indignados, con el 15-M, con la movilización social. Alguien como Pablo Iglesias, yendo a tertulias televisivas para después fundar un partido, tendría una trayectoria muy diferente a la de entonces y, a no ser que cambiaran mucho las cosas, no obtendría ni la atención ni el éxito inicial que aquella formación logró en tan poco tiempo”. Todo comenzaría, en el 2011, con las revueltas árabes, en las que miles de personas se atrevieron a ser sujetos activos de su actualidad, reivindicando “pan, libertad y justicia social”, clamando contra sus dictaduras y hartos de estar condenados a un rol pasivo y sumiso. Todo ello fue generado por una crisis económica sin precedentes que aumentó la desigualdad y la injusticia social y a la que se dio respuesta a través de dañinas políticas de austeridad. “Aquella reivindicación de un sujeto plural en primera persona desorientó a los que se creían dueños de nuestro relato, a quienes consideraban que tenían la exclusividad de contarnos, de describirnos, de representarnos, de simbolizarnos e, incluso, de reemplazarnos. El 15M vino a decir que, en el siglo XXI, nada ni nadie nos sustituye. Fue así como, durante un tiempo en este país, se logró rasgar el matrix del relato oficial, forzando un giro de foco y de mirada, situando el protagonismo en lo colectivo, en lo de afuera, en la realidad alejada de las alfombras rojas y de las tradicionales dinámicas del poder. En ese contexto nació Podemos y nada de lo que esta formación política ha sido podría haber ocurrido sin ese ambiente social”.
“Desde muchos medios –concluye Olga Rodríguez–, incluidos algunos que se dicen progresistas, el 15-M fue criticado, estigmatizado, ridiculizado. Asustó porque reivindicó la mayoría de edad para todos, porque logró imponer temas que van a raíz de las cosas. Ha llovido mucho desde entonces. Ha crecido la desinformación, la desafección, la distancia entre lo que se habla en los medios y lo que le pasa a la gente... Lo más urgente y lo más profundo queda sepultado por polémicas nocivas y artificiales. Se eleva a categoría de gran noticia cotilleos políticos, se dedican horas y horas a hablar de cómo se lleva fulanito con menganito mientras apenas se transmiten los problemas de millones de personas y se omiten debates claves: cómo se cristaliza la desigualdad, quién se lleva el dinero, cómo se reparten los fondos europeos, etcétera. La campaña de acoso y derribo a Unidas Podemos ha sido un eje prioritario en torno al cual ha girado todo lo demás. Pablo Iglesias, con sus aciertos y sus errores, fue capaz de visibilizar las dinámicas nocivas de un bipartidismo que se repartía el poder al servicio de los mismos intereses, con similares políticas económicas. Eso ha tenido un alto precio. En esa persecución contra Iglesias –de una beligerancia inusitada– no ha participado solo la derecha, sino también –y en algunos casos, con más capacidad de hacer daño– círculos cercanos al PSOE. El partido progresista del bipartidismo llevó mal tener a su izquierda una formación que señalaba sus contradicciones. Y llevó peor aún necesitar a Podemos para gobernar. Todo ello ha condicionado notablemente las dinámicas de estos últimos años. Ahora el líder de Unidas Podemos abandona esos marcos impuestos en los que lograron acorralarle con códigos de guerra en los que siempre ganarán quienes más armamento tengan. El establishment se ha esforzado mucho por expulsarle. Para ello se fabricaron mentiras, se tergiversaron hechos, se impulsó una persecución judicial e incluso se fabricaron pruebas falsas desde las propias cloacas del Estado”.
Alexis Romero, en su artículo “Así cambió su política Pablo Iglesias”, nos recuerda cómo el secretario general de Podemos anunciaba que dejaba el partido y que abandonaba la política institucional. El motivo esgrimido, tras conocer los resultados de las elecciones autonómicas en Madrid, era que su figura se había convertido en un “chivo expiatorio” que, de alguna manera, activaba al electorado más reaccionario y a la ultraderecha, después de una de las campañas electorales más intensas y radicales que se recuerdan. Su despedida pasará a formar parte de la historia en la que Iglesias modificó buena parte del panorama político que se encontró en 2014, cuando, junto a varios compañeros, fundó Podemos. Su presencia y la de la formación morada, es, según los expertos consulados, imprescindible para entender el paisaje político actual, transformado de una forma vertiginosa en un proceso que aglutina en siete años cambios que normalmente precisan de décadas. Para Ignacio Jurado, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, “es difícil desligar sus logros personales de los logros de Podemos porque se mezclan mucho las dos cosas; partido y figura van muy unidos, por lo que se corre el riesgo de atribuirle méritos o errores a él que no son solo suyos, sino que son del propio partido”. Jurado le atribuye un papel fundamental para resolver la crisis de representación que se vivía a comienzos de la década del 2010, una crisis que dio lugar al conocido “No nos representan” del 15-M. “En realidad es un éxito colectivo, pero él juega un papel fundamental, ya que el proyecto se articula alrededor suyo. El gran éxito es cubrir esa demanda que muchos ciudadanos tenían; sabíamos en aquel momento que había insatisfacción, y transformar esa insatisfacción en atracción por un proyecto político es el primer gran éxito de Pablo Iglesias”. La reorganización del modelo de partidos que propició la irrupción de Podemos, con Iglesias a la cabeza, fue especialmente intensa e importante en la izquierda. En esta línea, la politóloga y editora de Politkon, Berta Barbet explica que “se le puede atribuir el hecho de haber consolidado un espacio a la izquierda del PSOE bastante más grande que el de la antigua IU, con una mucho mayor atracción entre los jóvenes de lo que tenía IU, aunque siga teniendo ciertos problemas para entrar a ciertos espacios. Podemos consigue que el espacio a la izquierda del PSOE tenga mucha más popularidad entre los jóvenes de la que tenía el espacio anterior”. Aunque cabe hablar de los riesgos del hiperliderazgo. Jurado asegura que “Iglesias es uno de los artífices del recambio generacional en el resto de partidos. Se puede discutir si esos cambios en los partidos han sido más o menos cosméticos, pero ha habido una renovación clara en la política española en muy pocos años y eso vino muy empujado por Pablo Iglesias. Probablemente no podemos entender el PSOE de hoy sin la irrupción de Podemos”.
Berta Barbet, politóloga y editora de Politkon.Barbet explica que el secretario general de Podemos “ha consolidado una forma de hacer política que ya no se traduce, como antes, en que uno gana y los demás se callan, sino que se necesita negociación”, y de ese cambio en la cultura política deviene el primer Gobierno de coalición de la historia reciente en España. “En el balance del líder de Podemos, los expertos también ven sombras. En este sentido, ambos consideran una falla el abuso del hiperliderazgo que, a su juicio, imperó en la formación morada durante el mandato de Iglesias. ‘El hiperliderazgo se puede entender cuando un partido tiene poca base institucional, pero es sorprendente lo rápido que se descapitalizó la foto del primer Podemos, aunque luego llegaran otras caras”, asegura Jurado… Para Barbet, en cambio, “algunos cambios de la cultura política española vienen de lejos y se visualizaron a raíz de la crisis política, como la personalización, la pérdida de importancia de las estructuras de los partidos en favor de los hiperliderazgos... Seguramente eso ya venía cambiando y simplemente se aceleró en el periodo en el que estaba Iglesias”. Los expertos interpretan como “errores estratégicos” algunas de las decisiones que terminaron marcando el rumbo de Podemos, como evolucionar “demasiado pronto” el discurso de la formación desde la denominada “transversalidad” que, en su momento, “terminó con un PSOE enormemente debilitado, desnortado y en manos de una gestora, mientras veía cómo Podemos se llevaba buena parte de su electorado y amenazaba con superarlo”, comenta Jurado, hacia un discurso mucho más ideológico y “arrinconado”. “Podemos fue haciendo un repliegue ideológico, marcado también por la irrupción de un Ciudadanos que le quitó votos del centro, pero yo creo que, en aquel momento, tuvieron al PSOE durante un momento en una posición de debilidad y no consiguieron articular una propuesta transversal para conseguir superar a los socialistas”, concluye el experto. Barbet explica que “Iglesias ha triunfado bastante menos en cambiar las coordenadas del debate político en España, es decir, en generar un cambio estructural en el comportamiento electoral que haga que los jóvenes voten conforme a otras premisas, que el discurso se estructure conforme a otro debate, que haya un gran reequilibrio del debate político español”. Para la experta, “la diferencia entre los partidos que emergieron después del 15-M y los que ya estaban no ha tenido que ver con una forma distinta de hacer las cosas. Eso puede ser en parte porque la vieja política les compró una parte del funcionamiento interno, en forma de primarias, etcétera, pero creo que, estructuralmente, el voto en España sigue siendo un voto con unas coordenadas parecidas socioeconómicamente hablando”.
Imágenes, fotomontajes y fotos sorprendentes:
El Ayuntamiento de Madrid concedió su máxima condecoración a las dos únicas mujeres que fueron alcaldesas de la capital. Ambas recibieron la distinción el 15 de mayo, día de San Isidro, patrón de la ciudad. La medida provocó cierto malestar entre una parte de la izquierda al equiparar a dos figuras políticas cuya trayectoria vital y política es tan opuesta y distante.
“En las próximas campañas electorales no serán necesarios los programas ni aportar ninguna alternativa. Solo se basará en mentiras, cinismo, hipocresía, falsedades y en darle chulería a sus intervenciones”. (Antonio Casero).
Pica-palo preparándose para el invierno. Primero encuentra un árbol muerto y comienza a hacer agujeros para las bellotas. Cada agujero está hecho con mucho cuidado, porque si es grande, otras aves pueden robar fácilmente la bellota. Y, si es estrecho, la nuez puede romperse y deteriorarse. Al final del verano, el trabajo de joyería del pica-palo está terminado, cuando las bellotas maduran y toman su lugar en el árbol. El tronco de un gran árbol puede contener alrededor de 50.000 bellotas, lo que permite al pájaro un invierno satisfactorio.
El humor, en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Enrique, Eneko, Manel F., B. Vergara, Ferrán, Malagón, J. R. Mora…
Pep Roig, desde Mallorca:
Este viejo mundo, Por mis…, Los ríos siempre ganan, Si ellos lo dicen….Yo, mi,
me, conmigo…
Los vídeos de esta semana: Así
comenzó la Acampada Sol y el 15M.
Los primeros 40 de Sol
El último grito de silencio de #acampadasol
Ay pena, penita, penaaa!! Movimiento 15-M, Sevilla,
20.05.2011
15M Spanish Revolution. 25 de mayo 2015.
Vida sin pacto – Polònia
Almeida y la delegada del Gobierno en Madrid se
enzarzan por la gestión de Pedro Sánchez
LATE MOTIV - Monólogo. Fallas Exprés | #LateMotiv855
TEASER MUU! ¿De Dónde Vienen Las Canciones?
Georges Moustaki traducido
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