viernes, 5 de febrero de 2016

El ‘caloret’ de 2015 ha devenido en el ‘socarrat’ de 2016.

Barberá, la abuela y ex reina de las fiestas.

Luz Sánchez-Mellado escribe en El País un artículo en el que dice: “Ya huele a Fallas. Hay quien no lo entiende, pero quien lo ha mamado lo siente. El ruido, la pólvora, el fuego, las flores. Tirar la casa por la ventana aunque no haya para aceite. Vestir de fiesta desde a los bebés hasta a los abuelos y echarse a la calle para que vean los vecinos lo lustrosos que se te crían los nenes y lo guapos que están los yayos y lo bien que te luce el pelo. Llevar el ramo más vistoso y la banda más tiesa y los moños mejor puestos. Tirar el petardo más gordo y aguantar la mascletá sin inmutarse y que no falte de nada en esta mesa, jefe, que yo respondo. Hay quien no lo entiende, pero quien lo ha mamado lo sabe. En Valencia, o eres fallero, o te lo haces si quieres que te quieran las masas. Esa señora mayor que ahora se asoma de tapadillo a la ventana de su casa para no ser vista vivía hasta ayer mismo en el balcón del Ayuntamiento. Era la jefa del casal, el ama del cotarro, el alma de la fiesta. La baronesa capaz de tumbar al más bragado de los varones a rondas de lo que fuera. La matriarca que les llenaba estadios, plazas de toros y riberas del Turia a los de Madrid cuando hiciera falta. Sí. Esa yaya con ropa de trapillo, sin rojo de labios y el cardado de caspa caída era la fallera mayor honoraria vitalicia. Casi da pena verla ahora. Cabreada, atónita, despeluchada y dolida en lo más hondo por lo injusta que es la vida, lo mal que la trata el pueblo y lo ingratos que son en el partido por el que se hizo la más festera sin serlo. Y todo para que no faltara de nada en esa taula, perdón, mesa. Ya huele a Fallas, tetes, aunque algunos no lo sientan. Los monumentos esperan la plantà en los talleres. Hasta ayer, Rita era el eterno ninot indultat. Por los jueces, por el partido, por el pueblo. Pero me da que de esta cremà no pasa. Aún es senadora. Aforada. Madre de la patria. Pero el caloret de 2015 ha devenido en el socarrat de 2016. Y quien ha mamado horchata sabe que, si se pasa el arroz, a esa paella no hay quien la salve”.

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