jueves, 25 de octubre de 2018

Adiós a Carmen Alborch.


Carmen Alborch, retratada durante una entrevista en noviembre de 2017. BERNARDO PÉREZ

 El Gran Wyoming lee el pregón en presencia de la ministra de Cultura, Carmen Alborch, Fernando Morán y Jaime Lissavetzky, durante el día del libro en Madrid de 1995.

El cáncer se llevó ayer a Carmen Alborch. La exministra socialista valenciana falleció a los 70 años, rodeada de su familia. El Gobierno de Felipe González la tomó como santo y seña de su política cultural, nombrándola ministra del ramo en 1993, cargo que ocupó hasta 1996. Fue también la primera decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia y la directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).

De las palabras de despedida, me quedo con las de Maruja Torres en El País, quien se dirige así a ella: “Quiero despedir a Carmen Alborch citando, adaptado al personaje, al gran poeta valenciano Vicent Andrés Estellés: No hi havia a València una llum com la teua, car de llums com la teua, a tot arreu i ara, en son parides ben poques’ (No había en Valencia una luz como la tuya, porque luces como la tuya, en todas partes y ahora, son paridas muy pocas). Carmen Alborch era una verbena, pero una verbena muy seria. Llegaba, estallaba, iluminaba, escuchaba, decidía, animaba. Y era profunda. Luminosa y profunda. De sus tiempos como ministra de Cultura recuerdo, sobre todo, el profundo contraste establecido con su sucesora en el cargo, Esperanza Aguirre, ética y estéticamente, pero sobre todo éticamente. Era, para qué os lo voy a decir, todo lo contrario. Culta, socialista sin caspa, llena de savia y fecundidad, frutal. Pienso en ella y solo se me ocurren imágenes relacionadas con la madre tierra y con el mar. La tierra que ahora la acoge y que será mejor porque ella la abona. Carmen Alborch fue exactamente lo que necesita este país: lo contrario de Bernarda Alba (que sería Aznar, si también me lo permiten). Era agua muy clara”.