Puta España, con perdón.
José Antonio Pérez, autor del web
“La mesa cojea”, es el autor de este escrito que subtitula: “Ofender a España
será delito”. A él me remito al leer la
Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana.
“Eso dice el anteproyecto de reforma de la Ley de Protección de Seguridad
Ciudadana. Por supuesto, será La Administración quien decida si España se ofende o
no porque, al parecer, preguntar a todos los españoles sería extremadamente
costoso. Ni siquiera haciéndolo por teléfono saldría a cuenta.
- Hola, mire, le llamo del
Ministerio del Interior en relación con la última canción de Albert Pla. ¿Le
importaría decirme si se ha sentido usted ofendido en tanto en cuanto español?
“Eso, 47 millones de veces. Na,
demasiado engorroso. Mucho mejor, sin duda, dejar la dignidad de España en
manos de profesionales que han estudiado para ello. El problema, claro, es el
más que previsible encontronazo de subjetividades que se avecina. A mí, por
ejemplo, decir que España es un país lamentable, lleno de idiotas y de
ladrones, me parece una crítica sana y hasta un tanto lánguida. ¿Que no es
objetiva? Bueno, quizá no lo sea, pero ya Ortega y Gasset (que fue uno de los
pocos españoles que ha merecido la pena en los últimos 1.600 años) dijo que eso
de la objetividad hay que tomarlo con cautela.
“Entiendo que habrá gente, en el
Gobierno y fuera de él, que se sienta ofendida por ciertas expresiones
críticas. Después de todo, algunas de esas personas tan propensas a la ofensa
han construido su vida en base a la identidad nacional. Son personas, sí, pero
ante todo son españoles. Los hay, incluso, que son españoles normales, estado
supremo de la españolidad. Algunos adornan con banderas rojigualdas sus coches
y sus muñecas, y a otros les suena el himno nacional cuando llama la familia.
Ah, la familia española, tan normal y respetable desde el albor del Imperio.
Piénsalo, ¿por qué iba a tolerar esa gente que un listillo cualquiera les diga
que su país es un asco? ¿Acaso sus abuelos ganaron la guerra para esto?
“Yo, adelantándome ya a una
posible demanda, estoy desarrollando mi estrategia defensiva. Pienso alegar que
España es una mierda. Objetivamente. Diga lo que diga Ortega y Gasset. Porque
ahora tenemos indicadores, numeritos que nos comparan con los países de nuestro
entorno y de entornos que no son los nuestros en toda clase de asuntos. Y esos
indicadores indican que sí, oye, casi seguro que España es una mierda. Siempre
hay un margen de error, por supuesto, las matemáticas no son Palabra del Señor,
te rogamos, óyenos, pero la cosa pinta bastante mal. Que si los españoles no entienden lo que leen, que
si, en ocho horas
hacen lo que un alemán en diez minutos, que si suspenso en inglés y en talento y en ciencia… Si finalmente se reforma la Ley de Protección de Seguridad
Ciudadana y se penaliza la ofensa, deberían empezar deteniendo a los autores
del informe
PISA, que nos deja como unos perfectos idiotas. Y, ya puestos, que
vayan también a por Amnistía Internacional, que sostiene que las fuerzas de seguridad española torturan. Y a
por el Comité Olímpico Internacional, que llama drogadictos a nuestros deportistas cuando
menos conviene. Si ofender a España acaba siendo un delito, y si aceptamos que
la ofensa es algo subjetivo, a lo mejor habría que enchironar sin demora a la
tribu de los Fabra, a Cospedal, a los directores de varias televisiones
privadas y a los de todas las públicas, a los borbones al completo y, en
definitiva, a prácticamente todos los españoles. Porque no hay mayor ofensa a
España que los españoles. Sin ellos, sin nosotros, todo iría muchísimo mejor en
este país”.
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