La España encerrada canta y resiste, “erguida frente a todo”.
'Resistiré', el himno del confinamiento, reconvertido en iniciativa
solidaria.
El Dúo Dinámico regala a la
Comunidad de Madrid los derechos de “Resistiré”, el mejor himno contra el
Covid-19 que apoya su lucha encarnizada contra esta enfermedad. La canción, escrita
y compuesta por Carlos Toro, se ha convertido, a las ocho de la tarde, en el
himno del confinamiento más entonado en los balcones y ventanas madrileñas y de
todas las regiones en estos momentos de crisis. Un tema que, por casualidades
de la vida o quizás por un determinismo inexplicable, une a todos los
españoles; desde la profunda Castilla hasta Madrid, de Sevilla a Oviedo. El Dúo
Dinámico la publicó en 1988, dentro de su álbum “En forma”. Al comienzo no fue
una canción que atrajera en exceso, pero hoy, tras la explosión de Coronavirus en
nuestro país, hace que su repercusión sea mayúscula. “Resistiré” es el título
de aquella sugerente letra y música de Manuel de la Calva y
Ramón Arcusa, hoy una de las composiciones más reconocidas en España. Es la
vacuna emocional de una ciudadanía confinada que, desde sus hogares, agradece a
los “héroes de los tiempos actuales” su denodada lucha contra la pandemia.
Gracias
a una iniciativa de Cadena 100, la canción del Dúo Dinámico es también un himno,
secundado por 30 cantantes y 20 músicos, que sirve para recaudar fondos para
Cáritas en la lucha contra la COVID-19.
Algunos aprovechan balcones y terrazas
para soportar mejor la reclusión del coronavirus.
“Resistiré”, además de
himno solidario cantado por el español, es la frase más repetida desde el
hogar, lugar en donde cada uno vive, sea en un chalé, sea en planta baja, sea
en un edificio de altura, sea donde sea. “Daniel —escribe Analía Plaza / Raúl
Sánchez y Ana Ordaz en Eldiairo.es, sobre las viviendas en las que los
españoles sobrellevan la cuarentena— pasa los días con su pareja en un pequeño
piso de cuarenta metros cuadrados en Madrid. Para dos personas acostumbradas a
hacer vida fuera de casa, es ideal. El agobio viene al tener que estar
encerrados todo el día. Es un primero interior. Las ventanas dan a dos patios
pequeños. Para leer, cocinar o realizar cualquier actividad, es necesario tener
las luces encendidas. A no muchos kilómetros, en Arroyomolinos —uno de los municipios que más ha crecido en las dos
últimas décadas—, la rutina de Rosana, su pareja y sus tres perros transcurre
entre la buhardilla, las dos plantas, la bodega y el jardín del chalet… Los
españoles llevan más de una semana encerrados en casa y el presidente, Pedro
Sánchez, anunció este domingo que el confinamiento se alargaría al menos 15
días más. Desde que el Gobierno declaró el estado de alarma, solo se puede
salir para lo imprescindible (hacer la compra, ir al médico, al banco o al
trabajo, excepción cuestionada desde los sectores no fundamentales para hacer
frente al virus) y estamos obligados a pasar la mayoría de las horas en el
interior de una casa. Es una situación anómala para todo el mundo, pero que
variará según la tipología de las viviendas en donde vivamos”.
Balcones madrileños.
Por el clima, los
españoles pasamos más tiempo en la calle que los ciudadanos de los países
nórdicos. Así que es natural que nuestras casas estén menos preparadas para
estar mucho tiempo en ellas. “La respuesta fácil es: no —comenta Lluis Comerón,
presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España—. Las
viviendas no están preparadas para esto porque es algo que, al menos en las
últimas generaciones, no hemos vivido. En las últimas décadas se ha puesto
énfasis en la calidad del material de la edificación, pero no se ha protegido
la calidad inmaterial. El entorno, público y doméstico. Una vivienda puede
estar bien materialmente, pero debe tener espacios suficientes, buena
iluminación y orientación”... En otros países europeos se regula y en España es
incipiente. Desde hace años, proponemos que se elabore una ley de arquitectura
y calidad del entorno construido. Fomento dijo que iniciaría el proyecto este
año. Nuestro parque de viviendas es más joven que en otros países. En ellos, la
reconstrucción empieza después de la Segunda Guerra Mundial. En España, el boom
es de los 60. Son edificios que tienen cincuenta o sesenta años ya. Deberíamos
estar rehabilitándolos, pero tradicionalmente hemos ido por detrás de Europa,
que rehabilita alrededor del 2% del parque anual. Que el grueso de las
viviendas españolas se construyera en los años 60 y 70 influye en cómo son
muchas de ellas. En general, los arquitectos españoles han priorizado el salón
frente a los dormitorios. El conocido arquitecto Francisco Javier Sáenz de
Oiza, que antes de hacer obras como Torres Blancas y la torre del Banco de
Bilbao trabajó para el Instituto de Vivienda madrileño, diseñaba pisos con “celdas
mínimas” porque decía que el dormitorio era solo para dormir. La mayoría de
metros iban al salón, el espacio social… Con el tiempo, ciertas cosas han
cambiado. Como los cuartos de los niños, a quienes el enclaustramiento afecta
significativamente. “Ya no nos circunscribimos al dormitorio mínimo de seis
metros cuadrados, que quizá era bueno para hace una generación", continúa
Comerón. “Ahora tenemos niños que miden 20 centímetros más y que tienen en su
cuarto el escritorio, su puesto de trabajo”.
La España de las terrazas.
Analía Plaza / Raúl
Sánchez / Ana Ordaz sostienen que si hay un bien preciado estos días de
encierro es la terraza, la azotea o el balcón. Desde la azotea de su pequeño
piso en Vallecas, Naiara ve a sus vecinos salir a las suyas, aplaudir a las ocho
de la tarde o simplemente a estar. Y le
resulta curioso que, en estas zonas, que en algún momento estuvieron fuera de
la ciudad, las casas tengan terraza. “En el centro, la gente está agobiada
porque no hay luz. Estamos acostumbrados a hacer vida en la calle y,
mentalmente, salir a la terraza es como estar en ella”. Quienes vivan en un
piso de los 60 ó 70 probablemente disfruten de una, aunque en muchos casos los
dueños las hayan cerrado. En un documental de 1972, producido por el Ministerio
de la Vivienda, se ve cómo casi todos los bloques construidos en el franquismo
las incluían. “A partir de los 60, se pusieron muchas terrazas”, añade el
arquitecto Fernando Caballero, director de la revista Urban Affairs. “Pero la
gente las cerró para ganar una habitación y, ante la falta de demanda, dejaron
de hacerse”. Antes de las terrazas hubo balcones, presentes en edificios del
centro de las ciudades. “Las fachadas de principio de siglo y de los años 20
tienen ventana vertical y un pequeño balcón”, prosigue explica Inmaculada
Stanich, arquitecta y gestora de proyectos. “Se hacían ventanas de suelo a
techo para que entrara la mayor luz posible. El balconcito se ponía para que la
gente pudiera salir, sentir la calle y hablar con los vecinos. Además, las
estructuras de fachada de madera y ladrillo no daban la posibilidad de poner
ventanas horizontales”. Los balcones son ahora la envidia de estadounidenses y
de nuestros vecinos europeos, cuenta Caballero, que vive y trabaja en
Frankfurt. “En edificios antiguos de Alemania son anecdóticos por el clima.
Pero ahora que la gente los ve cuando hace turismo se demandan. Edificios
antiguos como el mío los están acoplando”.
Barrio de Bellvitge, en L'Hospitalet de
Llobregat.
“En algunas
construcciones se buscaron soluciones que no computaran, como terrazas en
voladizo, que no se pueden cerrar”, dice Stanich en ElDiairo.es. Por otro lado,
aunque el coste de construir no haya variado mucho desde los 70, el del suelo
sí. “Aceptamos viviendas más pequeñas, sin terraza, por el sobrecoste que
implican”, añade el presidente del Consejo de Arquitectos. “Eso nos lleva a
viviendas que responden a un uso cotidiano mínimo, pero incapaces de responder
a cambios de maneras de vivir”. El censo de población y vivienda mide el número
de personas por hogar y lo cruza con los metros cuadrados de este. Así, publica
los rankings de los municipios con mayor y menor superficie media por miembro
del hogar. Este dato puede haber quedado algo desfasado —ha habido variaciones
en el número de personas por vivienda en los últimos años— pero, junto al mapa,
nos permite hacernos una idea de dónde llevan el estado de alarma mejor. Florida,
en L'Hospitalet de Llobregat, es el barrio con mayor densidad de Europa. Son
0,38 kilómetros cuadrados en los que viven casi 30.000 personas. La gran
mayoría de casas tienen menos de 60 metros cuadrados. L'Hospitalet es, junto a
Ceuta, Melilla y otras ciudades obreras del área metropolitana de Barcelona,
uno de los lugares donde menos espacio tiene cada persona para sobrellevar el
encierro: de media, menos de 30 metros cuadrados. En el otro extremo están
municipios del extrarradio madrileño y Benissa, Jávea y Teulada, en Alicante,
en los que cada persona dispone de una media de más de 50 metros cuadrados para
sí misma en el hogar. Sin sorpresa, algunos —Boadilla del Monte y Pozuelo de
Alarcón— también aparecen en la lista de municipios más ricos de España. Otro
dato curioso es el de viviendas por edificio. Esperanza vive en Benidorm, en el
octavo de un edificio de quince plantas. Dedicó varios días a subir y bajar
todas las escaleras antes de constatar que tampoco se puede salir a las zonas
comunes. “Era para hacer algo de ejercicio, porque en casa no tengo espacio y
es lo que peor llevo”, cuenta. Benidorm es, contra todo pronóstico, el segundo
municipio de España con más viviendas de media en cada edificio. Pese a ser el
sitio con más rascacielos del país, donde habrá gente confinada en las alturas —hay más de 455 edificios destinados a vivienda
principal con más de diez plantas— el puesto se lo
arrebata Badia del Vallès.
Los ensanches de las ciudades españolas al final no tienen jardines
dentro.
Los pisos interiores y
oscuros son —según “La España encerrada”, reportaje publicado en Eldiario.es el
pasado 23 de marzo— de los peores preparados para pasar días enteros sin salir.
“Las viviendas de principios del siglo XIX se metían hasta el fondo del
edificio como si fueran serpientes. Tienen exterior el salón; el resto se
distribuye en pequeños patios interiores”, apunta la arquitecta Stanich. “¿Qué
han hecho los inversores para hacer vivienda nueva? Dividirlos. No son casas
pensadas para ser de interior: los patios son muy pequeños, no son corralas.
Suelen ocuparlas estudiantes o gente que pasa mucho tiempo fuera”. Los patios
interiores se siguen haciendo, aunque las normativas cambian. “Las normas de
habitabilidad y salubridad garantizan unos patios que yo diría que son dignos
para un uso cotidiano”, añade Comerón. “Pero hay una cuestión de mirada más
larga, de sostenibilidad y ahorro de energía. Por ejemplo: es más eficiente una
vivienda que pueda ventilar en sus dos fachadas. Eso requiere una
transformación en la ciudad”. Aunque los planes de ensanche de Madrid y
Barcelona nacieran con la idea de ser manzanas con grandes y verdes patios en
el interior, la realidad y el precio del suelo los convirtieron en algo más
apretujado. En Madrid, por ejemplo, apenas quedan un par de manzanas del barrio
de Salamanca con árboles dentro. Desarrollos contemporáneos, como los de los
PAUs, sí se componen de urbanizaciones cerradas con piscina y jardín en su
interior. “Algo muy alemán, a diferencia de las ciudades españolas, son los
árboles en patios interiores. También hay muchas casitas con jardín y barrios
de baja densidad, que en España son de clase alta y en Alemania más
transversales”, considera Caballero. “Aquí será más llevadero. Hay más contacto
con la naturaleza. En los edificios de pisos ahora mismo la gente se tira de
los pelos”. Todos los arquitectos consultados coinciden en que, si se prolonga,
esta situación cambiará de algún modo la forma de diseñar viviendas en el
futuro. “Si todo el mundo se sube al carro del teletrabajo, se replantearán
cosas”, continúa Caballero. “Probablemente las casas empiecen a incluir un
pequeño espacio de 'home office'. También hay una especie de consenso en
urbanismo de que la ciudad compacta del centro es en la que más se socializa.
Pero para pasar la cuarentena la ciudad poco densa es más llevadera”. “Hay que
adecuar el parque a las necesidades no solo energéticas, sino funcionales y de
calidad de vida”, concluye Comerón. “La renovación debe ser más profunda que
cambiar fachadas. El reto es mayor. Una de las cosas buenas que quizá nos deje
esto es que le empecemos a prestar mayor atención”.
Balcones en Torremolinos (Málaga), durante el confinamiento por el coronavirus.
Marta Nebot escribió, en
Publicó del pasado 25 de marzo, el artículo “¿Del miedo a la revolución?” en el
que confesaba que si había algo que le asustaba más que morir era encontrarse
sola en esos momentos. “Así que creo que la peor condena de muerte posible es
la que impone este virus cruel y, por lo tanto, que es el peor final que puedo
imaginar tanto para los míos como para el resto. De hecho, es tan así, que, si
me dejo, el terror me paraliza. Al principio lo hacía, aunque no me dejara;
ahora ya sé de lo que es capaz y me dedico a intentar dominar a la bestia. Esto
no es más que eso, un intento de hacer lo mejor posible con nuestras vidas
después de haber mirado a los ojos al abismo. En esta batalla, he descubierto
que abrir el foco me ayuda a ver la foto más amplia y que, el verme más pequeña,
frena el temblor que, como aleteo de mariposa, se me ha instalado en las venas,
como un escalofrío discontinuo que no descansa. También es cierto que, en esa foto más grande, pronto he visto claro
que no hay certezas en esta desgracia; que cuando de verdad sepamos cómo y
sobre quiénes actúa este mal será cuando juntemos todos los datos, pasada la
tormenta, y se contrasten con calma; que ahora hay estudios y contraestudios
circulando sin parar, cuyas conclusiones no concluyen casi nada o, lo que es lo
mismo, que la comunidad científica solo dicta ciencia cuando llega a algún
final y esto, todavía, no acaba. De momento, la única verdad es que, de
repente, ha llegado algo que, en el sentido más serio, el de debida o muerte,
iguala; algo que dispara al corazón del individualismo, a la falacia del
sálvese quien pueda, a la mentira que es la soledad absoluta”… Sin embargo,
conviene tener presente que no es el virus lo que más mata; es la precariedad
del sistema sanitario ante una avalancha. Cuando termine todo esto tendremos
que preguntarnos cuantos murieron no de Coronavirus sino de no tener la suerte
de llegar a cuidados intensivos cuando tenían un aparato disponible para
ayudarles a respirar cuando no pudieron. La suerte esta vez está más que echada.
(…) Y, cuando acabe todo esto, ¿por qué no salir cada Noche Buena, a la hora
del discurso, a la terraza, a pedir cacerola en mano un referéndum sobre la
monarquía, que ya está apestando?
Es cierto que, de vez en
cuando, podemos respirar yendo al súper, a la farmacia o a por el pan si no
podemos ir a trabajar, pero que no podemos llevar con nosotros a nuestros
hijos. Hasta el punto de que vemos más necesaria la salida de un perro para defecar
(algo muy conveniente) que la de un niño para respirar, para caminar diez
minutos, para que la vista pueda llegar más allá de cinco metros. Así lo
explica Hugo Martínez Abarca en Cuartopoder.es: “Se ha dado por hecho hasta el
punto de que no ha parecido necesario ni explicarlo: quienes tenemos hijos e
hijas pequeños debatíamos en los chats posibles interpretaciones a cada nuevo
decreto de medidas enclaustradoras y qué implicaciones tenían para los niños:
¿si las salidas a la calle incluían ‘el cuidado de los menores’ o permitía
darles un paseo? Finalmente, no. Nunca nadie consideró conveniente aclararlo.
Las personas con necesidades especiales pueden salir (¡faltaría más!) pero se
asume que los niños no tienen necesidades: plantearlo sitúa al padre o madre
preocupado como uno de esos jetas a los que hay que gritar desde el balcón
porque no entienden la gravedad de la situación. (…) En esta crisis hemos visto
con extraordinario dramatismo el desprecio a los dos polos de edad a los que
hemos concedido tácitamente una ciudadanía de segunda. No hace falta revisar lo
que han tenido que padecer (guerra, dictadura, pobreza, incertidumbre) quienes
hoy son ancianos, lo que han tenido que pelear para conseguir los avances que
disfrutamos nosotros sin necesitar ese recorrido. Ni hace falta lamentar que
los niños actuales sacarán adelante el mundo que les dejamos tremendamente
destrozado y en el que nosotros envejeceremos. No hace falta porque no son
valiosos en función de nosotros, las personas de edades intermedias: lo son por
sí mismos. Son ciudadanos plenos, absolutos, cuya vida, cuya salud, cuya
libertad y cuyos derechos tienen que estar en primera línea”.
Una mujer en el balcón de su vivienda en Alcalá de Henares (Madrid) el pasado jueves. EFE. Fernando Villa.
En España, 4,79 millones
de personas viven solas, según el INE, un 1,3% más que el año anterior, y, de
ellas, 2 millones son mayores de 65 años. Desde el pasado 14 de marzo, cuando
se decretó el estado de alarma, en España han fallecido más de 10.000 personas
a consecuencia del coronavirus, la mayoría mayor de 65 años, el colectivo al
que con más virulencia ataca este virus. Además, uno de cada cuatro hogares es
unipersonal (25,7%), aunque la población que vive sola es el 10,3% del total.
En cuanto al género, son más las mujeres que viven solas, el 54%, y, si bien
ellos optan más por la soledad que ellas cuando tienen menos de 65 años, los
porcentajes de mujeres que habitan hogares unifamiliares crecen a partir de esa
edad. Así, el 21,5% de las mujeres de entre 65 y 74 años vive sola, al igual
que el 34,1% de las de 75 a 84 años y el 42,3% de las mayores de 85. En cuanto
a los varones, los porcentajes son los siguientes: 12,2% corresponde al grupo
de 65 a 74 años; 15,3% al de 75 a 84 y 21,8% al de los mayores de 85. Esta
estadística pone de manifiesto que también han crecido los hogares
monomarentales, en los que un único progenitor vive con hijos: eran 1,88
millones a cierre de 2019, un 0,5% más que en 2018. Una amplia mayoría
corresponde a familias de una mujer que vive con sus hijos, 1,53 millones (un
0,5% menos que en 2018), es decir, el 81,1% del total. Son 356.900 los hombres
que viven solos con sus hijos, una cifra que ha subido el 4,9%. Si se analizan
los hogares monomarentales con hijos menores de 25 años, hay 764.000 de madres
y 178.100 de padres. Según los últimos datos, en España hay 11,34 millones de
parejas, de las que 11,24 millones las conforman personas de distinto sexo y
100.600 personas del mismo sexo. De todas ellas, el 84,3% están casadas y el
15,7% son parejas de hecho. Las casadas han descendido un 1% respecto al año
anterior y las de hecho han crecido un casi un 10%. Entre los jóvenes, son muy
pocos los menores de 25 años que vivan solos: el 1,3% de los chicos y el 1,4%
de las chicas. Esos números crecen para el grupo de edad de 25 a 34 años: el
10,7% de los jóvenes y el 7,8% en ellas. Más abultadas son, en cambio, las
cifras de los jóvenes que aún conviven con sus progenitores, que es del 52,8%
para las personas de entre 25 y 29 años. Se trata de una cifra superior en 4,3
puntos a la registrada hace seis años. En cuanto al régimen habitacional, el
76,1% de los hogares ocupa viviendas en propiedad, frente a un 18,3% de
alquiler, una cifra que ha aumentado desde el 17,8% de 2018. Es más frecuente
el alquiler en aquellos hogares con algún miembro extranjero (58,5%), mientras
que el número de hogares con todos los integrantes españoles que viven de
alquiler se limita al 12,5%.
Fernando Simón, epidemiólogo, al frente de la crisis sanitaria, también
dio positivo en coronavirus.
El mismo lunes, 30 de
marzo, se confirmaba también el positivo del director del Centro de
Coordinación de Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, epidemiólogo que guarda
cuarentena en su domicilio tras el resultado de las pruebas a las que se
sometió. Simón, el rostro más reconocible del Gobierno durante la crisis
sanitaria, presentaba el domingo un pico de fiebre y se sometió al test para
ver si era uno de los afectados por la Covid-19. La primera prueba dio positiva
y la segunda, la necesaria para confirmarlo del todo, también dio el mismo
resultado. Según la doctora María José Sierra, que ahora sustituye a Simón en
las comparecencias públicas, “está muy bien” y haciendo aislamiento
domiciliario. Simón solo había dejado de comparecer el pasado 21 de marzo,
cuando también se le hizo la prueba al presentar algunos síntomas. Entonces, el
responsable del Ministerio de Sanidad dio negativo. Simón reapareció después en
la comparecencia en La Moncloa y pidió disculpas por haberse hecho el test
antes que muchos ciudadanos que lo estaban esperando, pero explicó que, dado
que era una de las personas que “más contacto social” tenía en España en esos
momentos, se consideró importante valorar si podía ser de alto riesgo o no.
Los excesos de las infantas Elena y Cristina con sus escoltas.
Los escoltas y personal
de seguridad de la Casa Real han roto, según informa Vanitatis, su habitual silencio,
denunciando su precaria situación con la crisis del coronavirus. No se trata
del personal que atiende la seguridad de los reyes Felipe VI y doña Letizia,
sino de quienes están encargados de las infantas Cristina y Elena, las hermanas
del monarca. A la falta de medios para protegerse del virus, denuncian que el
confinamiento de las hijas de Juan Carlos I les ha convertido en una especie de
servicio doméstico que hace labores como ir a comprar pizzas a restaurantes o a
recoger zapatos a Zarzuela. Estos escoltas denuncian que “hemos vivido muchos
momentos con esta familia, incluso en las situaciones más difíciles, pero ahora
hablamos de nuestra salud, de nuestras vidas. Los escoltas hacemos lo mismo,
las mismas horas y en los mismos lugares, sin prevención ninguna”, denuncian,
sin apenas material de protección, que no ha llegado hasta este martes.
“Pedimos a los superiores que nos protegieran y lo único que hemos conseguido,
muy poco a poco, es algunas cajas de guantes, gel y mascarillas”, señalan. En el
caso de la infanta Elena, aseguran que ha sido su padre, Juan Carlos I, quien
le ha tenido que pedir que se quedara en casa. “Ha estado saliendo hasta el
último momento, incluso se fue de cacería, y ahora son los escoltas quienes
hacen esas gestiones personales”, comentan al citado medio. La infanta Elena
tiene a su servicio un total de 20 escoltas, de los que entre cuatro y seis
están encargados de tareas estáticas, en “puntos de espera”, el término para
quienes están en la puerta del domicilio las 24 horas del día. Los demás se
consideran escolta activa, que la siguen en coche y por la calle, pero con la
situación actual, se encuentran confinados en una habitación de 10 metros
cuadrados, con un sofá y una tele, a la espera de sus órdenes. “No han aportado
soluciones, no se han formado grupos estancos para que al menos no estén todos
allí, mezclados”, denuncian los agentes, que proponen que “se podría, además,
reducir servicios. No hace falta tener a toda la escolta trabajando, o incluso
anularlos unos días”. Y señalan que, con la situación actual, sus labores se
han reducido a pasear al perro, ir a comprar, y hasta “han tenido que ir a
Zarzuela a buscar unos zapatos”. Por el contrario, ponen el ejemplo que está
dando la infanta Margarita, hermana de Juan Carlos I, que tiene seis escoltas
asignados, pero ha hecho un ‘prescinde’, que es como se conoce al permiso que
ha dado a sus agentes para que no trabajen. “Cada mañana la llaman para ver si
necesitan algo y ya está, como mucho han ido un día a la compra”. Lo mismo
ocurre con Irene, la hermana de la reina Sofía, que vive en Zarzuela, pero ha
prescindido de su escolta en estos duros días.
El 'The New York Times' dedicó su portada a los “sanitarios kamikazes”
españoles.
El diario estadounidense
'The New York Times' dedicó, en su portada del 31 de marzo, un espacio
destacado a los “sanitarios kamikazes” españoles, en referencia a los duros
esfuerzos que están haciendo para protegerse de los contagios en su trabajo a
la vez que atienden a cientos de pacientes con coronavirus. En un
vídeorreportaje de 5 minutos en el que muestra cómo nuestra sanidad pública
está haciendo frente a la crisis, el periódico se refiere a los médicos y
enfermeros de nuestro país. “Es muy difícil decir que no voy a atender a un
paciente con coronavirus porque yo no estoy protegida, así que nos están
convirtiendo en sanitarios kamikazes”, declara una enfermera del madrileño
hospital 12 de Octubre, y que ha dado lugar a usar esa expresión como el
titular de la información para el 'New York Times'. Según este diario, más de
12.000 sanitarios españoles han sido contagiados del Covid-19 y los
profesionales se quejan de que habrá muchos más positivos entre su colectivo
por la falta de medidas para evitar la infección mientras hacen su trabajo. De
hecho, se han popularizado estos días vídeos donde también aparecen estos
sanitarios confeccionando de manera precaria y casera sus propios equipos de
protección, como por ejemplo con bolsas de basura y otros materiales plásticos.
Más del 14% de los contagiados por coronavirus son profesionales sanitarios.
Otros critican el reportaje del 'New York Times' por ofrecer una imagen
negativa de la sanidad pública española, que está atendiendo a todos los
afectados por el coronavirus de manera digna, mientras que en EEUU se disparan
los contagios y los fallecimientos sin un acceso gratuito a los servicios de
salud debido al sistema sanitario de ese país, donde son precisos los seguros
médicos. De hecho, en el reportaje algún entrevistado quiere dejar claro que no
desean pasar por “mártires”, pero piden ayuda para hacer su labor. EEUU ya
tiene más contagiados que España e Italia en poco tiempo (164.620) y cuenta a
3.170 fallecidos pese a que la crisis acaba de comenzar allí.
Muere Luis Eduado Aute, a los 76 años.
Luis Eduardo Aute, genio
de la canción de autor en España y en muchas otras disciplinas artísticas,
falleció ayer en Madrid, a los 76 años de edad. En diciembre de 2018 recibió un
homenaje multitudinario en el que participaron numerosos artistas como Víctor
Manuel, Jorge Drexler, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, o Joaquín Sabina,
entre otros. Entre su amplio repertorio de canciones, su tema más reconocido es
Al Alba, un canto de despedida que ha quedado vinculada a los fusilamientos del
27 de septiembre de 1975, las últimas ejecuciones del franquismo. “Yo quería
hacer una canción sobre un fusilamiento. Pero no terminaba de pillar la
perspectiva. Empecé a hacer otras canciones, canciones de amor. De repente,
apareció ‘Al alba’, una canción de amor, de una despedida radical. Pero la
iconografía de la canción sugería que el narrador se despedía de su amor porque
lo van a fusilar. Rosa León, arriesgando el pellejo, dedicó la canción a los
condenados a muerte en sus conciertos. A partir de ahí, la canción quedó
vinculada a los fusilados el 27 de septiembre de 1975”, recordaba el propio
Aute en una entrevista en El Español. A dos meses de la muerte del dictador
Franco, aquellas últimas ejecuciones tuvieron en contra a los miembros de los
diferentes grupos antifascistas españoles y muchas voces internacionales, como
la del Papa Pablo VI, quien pidió clemencia para los sentenciados, pero no fue
escuchado. La canción escrita por Luis Eduardo Aute se convirtió en un canto de
protesta y libertad, recordado sobre todo en la voz de Rosa León, aunque la
versión del propio Aute y la que años después haría José Mercé también están
entre las más conocidas por el público.
“No
hemos aprendido nada de nada” dice Homer español.
Pep Roig, escribe en su
artículo de hoy en el diario 'Última Hora': “En aquel episodio, Homer Simpson
es víctima muy grave de sus propias, cotidianas e imprudentes barbaridades,
tanto que llega a estar al filo de la muerte. Al final del episodio, postrado
en la cama hospitalaria en el que empieza a recuperarse, su paciente esposa
Marge le dice algo así como ‘espero que esta vez hayas aprendido la lección’, a
lo que el popular gordo amarillo y calvo responde seguro: ‘No, Marge, no he
aprendido nada de nada’, como era de esperar. Lo recuerdo ahora cada vez que
alguien en prensa, radio o televisión, comenta eso de que todos habremos
aprendido mucho cuando pase la pandemia. Y hasta hay quien asegura que van a
corregirse muchas cosas esenciales que hasta ahora nos parecían intrascendentes.
Con mi pesimismo habitual respecto a la clase dominante (poder político, poder
económico), sólo espero gestos iniciales y acto seguido vuelta a las andadas. Y
por lo que se refiere a la ciudadanía, especialmente la votante, la que elige
quien gobierna, espero una respuesta ‘homeriana’ mayoritaria: ‘no, no hemos
aprendido nada de nada’. Recuerdo cuando lo del desastre del ‘Prestige’ y sus ‘cuatro
hilillos de plastelina’, se lamentaba la falta de un buque de emergencias
acorazado que pudiera actuar en futuros casos similares, y más en aquella Costa
da Morte en la que muchos han sido los naufragios. Se dijo que iban a construir
uno con urgencia. Yo no lo he visto ni tengo noticias de que haya sido así. Después
de la pandemia que nos asola, ¿dejarán de recortar en Sanidad los distintos
gobiernos españoles que se sucedan? ‘No, chicos, no hemos aprendido nada de
nada’ dice el Homer español".
Fotomontajes, imágenes y fotos sorprendentes:
El Consejo de Ministros
extraordinario celebrado el pasado fin de semana, en el que se aprobó el real
decreto ley que regula los servicios y sectores esenciales, informaba que
seguirán en funcionamiento durante la emergencia sanitaria por el coronavirus. “Uno
de estos sectores considerado esencial ha sido la monarquía —comenta el semanario humorístico El Jueves—, por lo
que el rey se verá obligado a seguir trabajando, haciendo nada. El rey Felipe
VI ha demostrado su campechanía quitando hierro al asunto: ‘Si hay que
trabajar, se trabaja. Todos estamos en el mismo barco y no me voy a poner por
encima de nadie. Tan importante es un turno de 20H de una enfermera como mi
función’. De momento, la Casa Real informa que el monarca doblará sus
esfuerzos. En lugar de una siesta de dos horas empleará cuatro, y en lugar de
rascarse los huevos con la mano, lo hará con las dos. Para su seguridad, el rey
será trasladado hasta su zona de trabajo. El Ministerio del Interior ya ha
preparado un equipo especial que traslade de forma segura a su Majestad de la
cama al sofá. El único que se ha opuesto a esto ha sido el vicepresidente
Iglesias que ha propuesto hacer un ERTE al rey Felipe durante la emergencia
sanitaria: ‘Y ya le llamaremos a la vuelta a la normalidad. O no’…
Reinar es decretado
servicio esencial por lo que el rey seguirá haciendo nada.
El mensaje de Karlos
Aguiñano sobre el coronavirus: “Que no nos coma nadie el coco”.
Karlos Arguiñano, al
frente de su programa de cocina, ha vuelto a dar muestra de que no tiene pelos
en la lengua. “No hay que estar todo el día oyendo las noticias. Unas noticias que
terminan agotando. Que sepáis todos que, en las televisiones, hay multitud de
programas además de la información”, ha advertido Arguiñano, desde su programa
de Antena 3. El cocinero ha recomendado a sus espectadores que ver “un par de
veces al día la información es más que suficiente” porque “todo es repetitivo”
y “terminan llenándote la cabeza”. Par evitarlo, Arguiñano ha recomendado
apagar la televisión y ha pedido a sus seguidores que se vayan a jugar al
parchís o a la oca.
“Entramos en nuestro
vigésimo segundo día de nuestro confinamiento —escribe mi amigo Antonio Casero,
desde Menorca—. Seguiremos hasta vencer a esta pandemia aunque echemos de menos
tantas cosas que disfrutábamos con toda la familia y con los amigos. ¿Cómo
luchar por ese extraño futuro que nos aguarda? Pienso que hay que tener
esperanza, y esta no es un premio ni un regalo de los de arriba, es algo que se
consigue a base de resistir y organizarse, asumiendo alternativas que den
respuestas a los problemas que nos iremos encontrando”.
El humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Eneko, Pat, J. R. Mora, B.Vergara, Manel F, Atxe,
Javirroyo, Enrique, Ortifus…
El bulo nuestro de cada día, dánoslo hoy.
El juego de las diferencias.
Ahora,si; ahora, no.
Dudas laborales.
La guerra.
Limosna.
¿Y ahora, qué?
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