Pesadilla en Semana Santa.
Rafa, un músico de una
banda popular que participa en una procesión de Semana Santa en un pueblo
conocido de Madrid, al terminar ésta, comenta con sus compañeros los incidentes
habidos durante la misma. Así comienza un relato que escribí hace unos seis
años y que podría servir de base para un guión de cine sobre el tema. Oscilaba el
mismo entre la realidad y la ficción. Trataba de describir la exhibición de la
Iglesia, que, en estas fechas, asfixia al ciudadano, imponiéndole su doctrina y
sus ritos durante seis largos días. Una semana asfixiándole e invadiéndole en
las principales calles de todos los pueblos y ciudades de nuestra geografía, irrumpiendo
con toda su pompa y poder en el sueño de todos los vecinos, sean creyentes, agnósticos
o ateos, y dominando e infligiendo duras penas. Y todo ello, con la
participación de bandas de músicos que, ni comulgan al unísono con la
exhibición eclesiástica, ni son especialmente creyentes… Muchos de sus
componentes así lo han practicado durante decenios. Otros, prefieren asistir a
otras procesiones de otros pueblos no porque sientan más devoción, sino porque les
pagan diez veces más. Hechos que se repiten cada año en España,
al llegar la Semana Santa.
Acabada la procesión —contaba en mi relato—,
Rafa se despide, pues aún tiene que recorrer cincuenta kilómetros para
llegar a su casa. E intenta encontrar su coche, un Fiat grisáceo, matriculado en
Madrid con un número que comienza por 2324 y termina por 5. Lo había estacionado
en una plaza cuyo nombre, por mucho que lo intentaba, no logra recordar. Cansado de dar vueltas, tocando su trompeta
por el pueblo abarrotado de gente semanasantera y ahora transportándola en
silencio por las calles desiertas, busca su vehículo, aparcado en un lugar que
no es que no quiera mencionar, como don Quijote de la Mancha, sino que es
incapaz de recordar ¿En dónde diablos lo había dejado? Vestido con el uniforme
de la Banda y con la trompeta en las manos, Rafa no deja de buscar el lugar
exacto en donde lo aparcara, pero, por mucho que se afane en ello, no logra
encontrarlo. Intenta hacer memoria, pero todo el pueblo parece haberse dormido
de repente y no consigue hallar a nadie que le indique en dónde podría topar
con él. Total, que ya no sabe si se lo han robado o ha perdido momentáneamente
la memoria.
De repente, ve acercarse
a Manu y Juan, dos compañeros de la banda que aún no han tenido tiempo para
regresar a su casa. Se trata de un tubista y de su hijo, un clarinetista, que ellos
también se retiran con sus instrumentos a cuestas y tropiezan con él. Rafa se
alegra de haberlos encontrado y les explica su desesperación. Ellos, que son
del pueblo, le ayudarán a buscar su coche, aunque muy difícil lo tienen si no
recuerda el número exacto de su matrícula ni del nombre de la calle. Así que los
tres abren bien sus ojos y prosiguen su búsqueda con la ayuda de los tres pares
de ojos y de orejas, mientras a Manu se le ocurre tatarear: “Mi carro me lo
robaron”, de Manolo Escobar. Y prosiguen su búsqueda mientras que Manu canta cada
vez más fuerte para que Rafa se entere de una puta vez: “Mi carro me lo
robaron, estando de romería. Mi carro me lo robaron, anoche mientras dormía.
¿Dónde estará mi carro, dónde estará mi carro?”.
"Mi carro me lo robaron... anoche, cuando dormía..".
Rafa protesta por la
indirecta lanzada por su amigo Manu que, medio en serio, medio en broma,
prosigue con la búsqueda del carro. Pero refunfuña que él no estaba durmiendo,
sino tocando, como ellos, piezas como “Jesús preso”, “Nuestro Padre, Jesús”,
“Mater mea”, “Oremus” o “La Madrugá”… (Se oye ésta última, mientras se ve a la
banda tocar en medio de la procesión, la pieza fundida con “Mi carro me lo
robaron” que vuelve a imperar en las calles, ahora vacías, mientras ellos
siguen buscando el Fiat gris, matrícula 2325… de Madrid).
Rafa, Manu y Juan siguen deambulando
sin rumbo fijo por las calles del pueblo, con los instrumentos a cuestas,
mientras sus amigos cantan a pleno pulmón a Manolo Escobar y su carro robado.
De pronto, Manu señala un piso en que viviera años antes. Juan, sigue a su
padre y muestra la luna, brillante en el firmamento, rodeada de estrellas… Rafa
está cada vez más nervioso. Lleva casi una hora buscando y así podría pasarse
toda la noche, visitando las plazas y calles del pueblo, ahora desérticas —horas antes repletas de gente por la procesión en la
que La Banda había participado—. ¿En donde diablos podría estar su carro que seguía
sin aparecer? ¿Se lo habrían robado también a él? Tras perderse por las calles
del pueblo, cada vez más atolondrado y perdido, balbucea que aún le quedan
cincuenta kilómetros para llegar a su casa y que, por mucho que brille la luna,
él sigue sin encontrarlo. Hasta que sus compañeros le invitan a acercarse a la
casa en donde viven ahora y en donde podrán dejar sus instrumentos y sacarán su
vehículo en el que podrán seguir buscando el suyo, perdido.
Sumiso y desesperado,
Rafa espera en la calle mientras Manu y su hijo, Juan, suben las escaleras para
llegar a las puertas de su casa. Momento en que Manu se da cuenta que también ellos
han perdido algo. No, su coche, como el de Rafa, peso sí las llaves de su casa
en la que no pueden entrar sin llamar antes a la mujer, que duerme, como el
resto del pueblo. Manu aprieta varias veces el timbre de la puerta, pero, medio
estropeado, no acaba de funcionar. Trata, entonces, de poner sobre sus labios
la embocadura de su tuba para tocar cualquier nota que despierte a su mujer,
pero su hijo, Juan, le pide que no lo haga, ¿No querrás —le advierte— despertar de nuevo a todo el vecindario? Pero, ante
el silencio del timbre, Manu insiste y da unos costos soplidos produciendo
sonidos sin ton ni son. Sabe que nada tienen que ver con las marchas que antes
estuvieran interpretando. Estas son como llamadas de socorro, pero su hijo le
aconseja que guarde silencio con su tuba, que ya bastante hicieron antes, en la
procesión. E insiste apretando el timbre que está atascado. Y su madre sigue
dormida, sin enterarse de nada.
La Luna llena habitual de la Semana Santa.
Tras varios momentos de
discusión, interrumpidos por algunas de las notas más bajas de la tuba, la
mujer se despierta y les abre. Minutos más tarde, Manu y Juan salen de su
garaje e invitan a Rafa a subirse al vehículo con el que vuelven a recorrer las
calles y lugares más conocidos del pueblo, mientras Rafa, medio desesperado, no
deja de escudriñar las plazas, tratando de recordar el aparcamiento en donde
dejara su vehículo. Su mente está cada vez más en blanco y comenta que aquella
es su última estación. Que, en su viacrucis recorrido de cruces nocturnas, sólo
le falta recordar el lugar en donde lo dejara, pero asegura encontrarse como un
ser sin rumbo ni orientación alguna.
Una vez sólo, entra en su
vehículo y se dispone a ponerlo en marcha… Sale del pueblo y conecta la radio
en la que una banda interpreta “La Madrugá”… mientras, al borde de la
carretera, ve un cartel que debería señalar el lugar a donde se dirige. Pero,
en su lugar, el cartel está vacío. Rafa ya no sabe con seguridad si esa
carretera le llevará a su casa o al final del mundo. Ignora incluso el lugar a donde debe regresar,
si es Jueves, Viernes, Sábado Santo o Domingo de Gloria. Y cierra de golpe el
interruptor de la radio mientras se repite, intentando convencerse: “Ahora,
seamos serios. Esto no ha sido más que un sueño macabro. Una pesadilla de la
Semana Santa…
Una Madrugá sin procesiones en Sevilla.
Seis años después de esa “Pesadilla”
descrita con todo detalle en este relato, constato que la Semana Santa actual
se adelantó un mes en España, con el caso de los coronavirus. Y que, en el
Jueves Santo, ya se habían registrados 15.354 muertos y 152.446 contagiados. Aunque
su número no es real porque solo se contemplaban los que habían acudido al
hospital. Lo que convertía la Semana Santa actual en distinta a las anteriores.
Este año no hubo santos, ni cristos, ni vírgenes balanceados al ritmo de las
bandas, ni procesiones interminables promocionadas por 8.500 hermandades y
cofradías, con más de dos millones de miembros en toda España. Estos días, por
primera vez desde la Guerra Civil, las procesiones no transitaron por las
calles españolas. No hubo Madrugás en Sevilla, ni Cristo de los Legionarios en
Málaga, ni Sermón de las Siete Palabras en Zamora, ni tamborradas en Hellín, ni
ningún músico perdió su coche y su memoria al volver a su casa... A lo sumo,
tras cuatro semanas de confinamiento, la televisión se limitaba a recordar las
“Semanas Santas virtuales”. Las misas con las iglesias vacías se retransmitían por
YouTube o por las redes sociales y los curas se encerraban solos en sus
parroquias, vacías de feligreses. Aunque había lamentables excepciones como la
del obispo de Alcalá, el siempre polémico Juan Antonio Reig, que continuaba
permitiendo las misas con público, pese a las recomendaciones de Sanidad y de
la propia Conferencia Episcopal... Esta fue la Semana Santa más excepcional de
la historia, con calles y templos vacíos. Y, tras la declaración del estado de
alarma, la Conferencia Episcopal reconocía que las procesiones de Semana Santa “debían
suprimirse”, además de establecer recomendaciones ante la crisis del
coronavirus, como seguir la misa por los medios de comunicación y suspender las
catequesis presenciales.
La primera Semana Santa sin procesiones desde la Guerra Civil,con
tamborradas desde los balcones, misas por YouTube o rituales contra la pandemia.
La mayor parte de los
católicos había optado por el confinamiento y por propuestas imaginativas. Los primeros
en tomar la iniciativa fueron las cofradías sevillanas, que usaron las redes
sociales para tratar de mantener la normalidad. Así, el Consejo General de
Hermandades y Cofradías de Sevilla preparó una serie de actividades adaptadas
al estado de alarma, que incluyeron la retransmisión de las procesiones de años
anteriores, y “estaciones de penitencia” (procesiones) virtuales diarias. Y,
pese a las Madrugá real de todos los años, esta vez sólo se permitió una Madrugá
virtual... con una emisión que duró toda la noche, en la que se vieron todas
las imágenes de la Semana Santa sevillana. Con un recuerdo especial para los
sanitarios, como pudieron verse en el cartel de una de las hermandades de este
año. También hubo las clásicas saetas, que siguieron escuchándose de balcón a
balcón sin haber un alma en las calles. El anuncio del obispo de Jerez, José
Mazuelos, de visitar todas y cada una de las sedes de las hermandades,
acompañado de los hermanos mayores, suscitó críticas de algunas cofradías, por
temor a un posible contagio. La crisis del coronavirus obligó a cancelar la
noche más esperada del año para los cofrades. Lo que en años anteriores sería
un Jueves Santo protagonizado por nazarenos y costaleros, en esta ocasión se vió
reducido a reposiciones en televisión y a ritos a través de las redes sociales
mientras las calles de todo el país permanecían vacías. En la pequeña pantalla
se emitió la Semana Santa de Hellín, celebrada el año pasado en Albacete, pese
a que en esta ocasión cumplía medio siglo de este evento. El Viernes de Dolores
miles de tambores “rompieron el silencio”, cada uno desde el balcón de su casa,
en Albacete, Murcia o Aragón. En las diócesis madrileñas, catalanas, vascas,
gallegas, navarras o canarias, entre otras, se difundieron, sin púbico en
directo, las misas de Semana Santa por
radio, televisión o YouTube, mientras que, en Ceuta, la Banda de Música de esta
ciudad se comprometió a realizar ocho marchas procesionales grabadas anteriormente
s para ser emitidas una cada día por las ondas. Y, la Conferencia Episcopal
aprobó la celebración de “misas en tiempos de pandemia”, sin fieles presentes
en ellas, con oraciones especiales para pedir el fin del contagio por el
coronavirus en todo el mundo. Además, en la liturgia del Viernes Santo se
incluyó una oración “por todos los que sufren las consecuencias de la pandemia
actual: para que Dios Padre conceda la salud a los enfermos, fortaleza al
personal sanitario, consuelo a las familias y la salvación a todas las víctimas
que han muerto”.
Una Semana Santa sin
procesiones ni indultos ¿es reconocible en este país?. “Ésto es lo que nos ha
tocado vivir este año por culpa del coronavirus —advierte el ilustrador,
Alfredo Boto Hervás—. Después de quedarnos sin Fallas, tampoco habrá Semana
Santa. Las figuras se quedan en las iglesias y los españoles agudizan el
ingenio para que, esta época especial para muchos se lleve con el mejor humor
posible. Aunque sea metidos en casa, usaremos más que nunca la frase ‘la procesión
se lleva por dentro’”. Y, aunque este año toque quedarse en casa, Boto cree que no pueden faltar los capiruchos ni
las torrijas... Los nazarenos intentan pasar este momento especial del año de
la mejor forma posible, pero sin salir a la calle por miedo al coronavirus.
Flores, cirios y bandas: los otros
damnificados de la Semana Santa de Sevilla.
“La Semana Santa de
Sevilla se suspendió —escribe Carmen Ibáñez e Eldiario.es—, y con ella, una
parte importante del sustento anual de pequeños comercios y actividades
auxiliares de las hermandades, sin incluir aquí el sector de la hostelería. No
existen cifras concretas y actualizadas del impacto económico de la Semana
Santa. Un estudio académico de la Universidad de Sevilla de hace cinco años lo
cifra en 240 millones de euros en el comercio de la ciudad. El pasado año, el
Ayuntamiento lo cifró en unos 400 millones de euros, pero son datos que abarcan
también el dinero dejado por el turismo en la temporada alta. Aquí, hablamos de las flores que adornan los
140 pasos, los cirios y candelería que portan los más de 65.600 nazarenos que
pisan las calles en esos siete días, sus túnicas, los cordones, sandalias o las
bandas de música que acompañan a las imágenes. Hablamos del aspecto más sensorial
de una representación, la Semana Santa que, al margen de cuestiones
espirituales y de fe para gran parte del público asistente, es eminentemente un
espectáculo para los sentidos, con una puesta en escena cuidada al milímetro
como en pocos rincones del país”. Con el avance del COVID 19, la Semana de
Pasión se iba al traste y con ella un porcentaje importante de los ingresos
anuales de pequeños comercios, negocios y actividades tradicionales y casi
artesanales que, cada primavera, acompañan a las hermandades en su estación de
penitencia. Actividades como el bordado de mantos, de orfebrería o restauración
no son necesariamente actualizadas cada año, pero la música, las flores y los
cirios, los elementos más efímeros, son cada año indispensables. El acompañamiento
musical de una hermandad puede rondar los 7.000 euros; el gasto en cerería para
una de gran tamaño, según el estudio de la US, se aproxima a los 5.000 euros;
mientras que la media del gasto en flores está en 6.000 euros.
Primera
Semana Santa sin procesiones desde la guerra civil.
“Las bandas de música —continúa
Carmen Ibáñez— son quizás el sector más golpeado por la suspensión de las
procesiones, pues la razón de ser de casi todas ellas es, precisamente, el
acompañamiento de los pasos de la Semana Santa, de donde obtienen cerca del 90%
de su financiación, según explica el presidente del Consejo de Bandas de Música
Procesional de Sevilla, Manuel Esteban Martín. A falta de una cantidad
auditada, Esteban cifra en aproximadamente 600.000 euros el impacto en las
pérdidas de las 22 bandas que forman este consejo. Hay bandas con 150
componentes, con 100 o con 80. De los 140 pasos que procesionan en Sevilla, 120
llevan acompañamiento musical, explica Esteban. La media estimada de cada contrato
oscila entre los 3.000 y los 4.000 euros por paso, si bien, hay contratos que
ascienden a 8.000 euros. Con el dinero que recaudan de la Semana Santa, las
bandas financian sus gastos ordinarios: locales de ensayo, uniformes,
profesores, instrumentos, seguros, gestorías. Dedican el año entero a ensayar.
Hace unos días, el Consejo de Bandas emitió un comunicado el que expresaban su
comprensión ante la magnitud de esta pandemia y sus consecuencias, pero daban
la voz de alarma. Si se quedan sin cobrar, su futuro está en peligro y algunas
bandas podrían incluso desaparecer. Recelan de la actitud sugerida por ‘algunas
hermandades’ orientada a ‘evadir los compromisos adquiridos’. ‘Algunas
hermandades nos han dicho que no van a pagar’, lamenta Esteban. También el
negocio de los pequeños comercios locales dedicados a la floristería en la
ciudad va a resentirse este año con la cancelación de las procesiones... La
Semana Santa y la Feria dan de comer a muchos negocios en Sevilla. Es una
cadena muy grande’, comenta el gestor de este negocio”.
El PP pidió que TVE retransmitiese en
Semana Santa procesiones de otros años.
Según Europa Press, la
diputada nacional por el Partido Popular de Málaga, Carolina España, informó
que su formación en el Congreso de los Diputados presentó una Proposición No de
Ley (PNL) para solicitar a RTVE que emitiese estos días procesiones de Semana
Santa de otros años. “Creemos que es una muy buena opción en cuanto a la
programación de TVE para estos días y que no supone un gran esfuerzo, ya que
consistiría en emitir recursos propios y de archivo de esta televisión”, apuntó
la dirigente popular, esperando que los malagueños pudieran ver hitos de la
Semana Santa en la televisión pública española. La vicesecretaria de Acción
Sectorial del PP malagueño valoró que “esta sería una oportunidad para que los
cofrades pudiesen vivir esta semana de la mejor forma posible”, apostando por
incluir estas retransmisiones en el canal internacional de cara a la difusión y
promoción de este importante evento. En concreto, la PNL presentada por el PP
proponía diseñar una programación especial de la Semana Santa de 2020 en los
diferentes canales, medios y emisoras de RTVE, con la emisión a lo largo de
estos días de procesiones emitidas por esta corporación en años anteriores.
Igualmente, solicitó la inclusión de esta programación en el canal
internacional de TVE, de cara a la promoción turística de estas celebraciones. Y
pidió la emisión de las diferentes celebraciones litúrgicas del Domingo de
Ramos y del Triduo pascual, con el objetivo de permitir a los ciudadanos que
así lo deseasen su seguimiento por televisión. “Nos parece una iniciativa
constructiva, que no hace daño a nadie y que ofrece un gran servicio a los cientos
de miles de cofrades de nuestro país; además de contribuir a la difusión y
promoción de nuestra Semana Santa”.
También en Ribera del Duero, provincia de
Burgos, recurrieron a la imaginación para celebrar la Semana Santa de este año.
A pesar de la suspensión
obligada de los actos multitudinarios debido a la lucha contra el COVID-19, ABC
escribe que algunas localidades como Ribera del Duero, provincia de Burgos, este
año recurrieron a la imaginación para celebrar la Semana Santa. “Tambores,
cornetas y cánticos desde las ventanas y balcones, velas en lugar de hogueras,
videollamadas con los móviles, difusión virtual de fotografías… cualquier
recurso es válido con tal de que permita a los vecinos sentir de alguna manera
el espíritu de estas fechas. En Sotillo de la Ribera se celebra el Jueves Santo
la procesión de ‘La Carrera’ y su singular encendido de hogueras alimentadas
con viejos cestos de mimbre de vendimiar que aportan un gran efecto teatral
sobre los pasos procesionales. El sonido de tambores y cornetas se alterna en
el recorrido con el cántico del Miserere y los versos recitados de los
nazarenos, 12 niños vestidos de morado con coronas de flores que acompañan a
dos infantiles Jesús y Judas. Pero este año todo cambió y, en lugar de
hogueras, la Coordinadora de la Semana Santa pidió a todos los vecinos que, al
anochecer, mantuvieran encendidas velas en las ventanas de sus casas y que hiciesen
sonar el canto del Miserere. Puntuales y coordinados entre sí con videollamadas
a través de sus móviles, una docena de tambores y cornetas, cada uno desde sus
terrazas y balcones, hizo llegar a la población el sonido habitual de una
imaginaria procesión. Y Efrén Arroyo, presidente de la Coordinadora de la
Semana Santa, reconoció que, este año, la ceremonia del Descendimiento,
ensayada desde el verano pasado, debería esperar. Difundieron por redes
sociales numerosas fotografías de las procesiones de otros años, así como de
platos gastronómicos típicos de estas fechas. Y se emitieron por YouTube los
diferentes oficios religiosos. Otras cofradías y hermandades de Semana Santa
recopilaron fotografías y vídeos de las procesiones y actividades llevadas a
cabo en años anteriores y con ellas se hizo un montaje para difundirlo por las
redes sociales”.
Anuncio de una de las actividades propuestas para vivir la Semana Santa
por Internet.
“La Semana Santa de este
año se quedó en casa —escribe en El País
Jorge G. García —El confinamiento impuesto por la crisis del coronavirus ha
dejado a hermandades, cofradías y fieles de España sin pisar la calle. Ni
saetas, ni pasos, ni tallas, ni bandas, ni nazarenos, ni costaleros. Algún
balcón queda engalanado, pero la pandemia ha cambiado por completo la estampa
habitual del fervor religioso. Una transformación que ha llegado a las redes
sociales, donde la devoción se ha apoderado de Twitter, Facebook, Instagram y
YouTube. Desde misas en streaming hasta hashtag como
#miestaciondepenitenciaencasa. ‘Es exagerado. Hay demasiada acción. Todo el
mundo quiere aportar un vídeo, un retuit o lo que sea, En un solo día hemos
llegado a poner cerca de mil tuits’, comenta Joaquín González, Hermano Mayor de
la Real Hermandad del Rescate de Málaga. El ingenio digital se ha agudizado
para que en las primeras horas del Viernes Santo nadie se pierda ninguna
procesión ni tampoco los actos litúrgicos. Los fieles comparten fotografías y
vídeos de años anteriores. Algunos incluso se reúnen en torno a un directo en
Instagram para cantar saetas o tocar la banda sonora que acompaña a los pasos.
Los dispositivos móviles se han convertido en una prolongación de la fe. Pese a
esta reconversión por la cuarentena, Félix Ríos, Hermano Mayor de la hermandad
del Gran Poder, recuerda que su estación de penitencia pasa a un segundo plano
debido a la emergencia sanitaria. ‘Estamos más volcados en la parte más
caritativa, que es lo esencial’, precisa”.
La Semana Santa de antaño en los balcones de hoy.
Andalucía, sin legionarios, pero con estaciones de
penitencia por 'streaming'.
Misa del Viernes Santo. en la catedral de Granada.
Pese a todas
prohibiciones, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, pensó que
los oficios del Viernes Santo estaban por encima de lo estipulado por el
Gobierno al decretar el estado de alarma por el coronavirus. La catedral de
Granada abrió ese día sus puertas y su arzobispo ofició misa junto a otros
prelados, dejando entrar a una veintena de fieles para asistir al acto
religioso. La Policía Nacional informó a Europa Press que esta misa tuvo lugar
sobre las 17,00 horas de este viernes, cuando una dotación de la Unidad
Adscrita de la Policía Nacional a la Junta de Andalucía dio la voz de alarma y,
por ello, los agentes se dirigieron hacia el templo. En efecto, a mitad de los
oficios, efectivos de la Policía Nacional entraron en el recinto y pidieron a
los fieles que se marcharan a casa. Todos ellos salieron de uno en uno, tras
recibir la comunión, sin que fueran sancionados. El propio arzobispo informó a
los asistentes de que la Policía le había comunicado que debían desalojar la
iglesia, pues de lo contrario serían sancionados. El arzobispo supuso que
estaba permitido celebrar misa, aunque las indicaciones del Gobierno y de la
propia Conferencia Episcopal Española habían dejado claro lo contrario desde
hace semanas. Desalojada la catedral, el arzobispo continuó celebrando
los oficios que se retransmitieron por televisión. Francisco
Javier Martínez es reconocido por tener una carrera episcopal envuelta de
escándalos mediáticos como el de la publicación del ensayo “Cásate y sé sumisa”.
El
terror del coronavirus sustituyó a los capirotes de la Semana Santa.
Fotomontajes, imágenes y fotos sorprendentes:
Pulverizaron la Semana Santa.
Vox no parece temer una
nueva sanción de Twitter, que deshabilitó temporalmente su cuenta el 21 de
enero por un delito de odio, al escribir que el PSOE promovía la pederastia. Vox
lanzaba el pasado lunes otro tuit en el que usaba una fotografía de Ignacio
Pereira de la Gran Vía de Madrid desierta, sin permiso del autor, con un montaje
por ordenador, en el que llenaba la calle de ataúdes envueltos con la bandera
de España. El mensaje era “retratar” la tragedia que provocan las muertes por
coronavirus que, según el partido ultra, están intentando esconder el Gobierno
y los medios de comunicación afines. La fotocomposición
retrataba perfectamente el dolor de esta tragedia que el Gobierno y sus
satélites mediáticos pretendían, según Voz, ocultar.
Y cuando crees que no se puede caer más bajo, llega Vox y publica un fotomontaj 'Si Vox hubiera gestionado la crisis del coronavirus -titulaTremending Topic- tendríamos de presidente al pangolín'
Vida doméstica, al aire.
A veces / cuando cae la
tarde / veo las golondrinas volar desde mi ventana /
Enloquecidas / Tan cerca
/ la libertad
Poema de Inma Marcos (Confinada en
Madrid). Foto de Edu Barbero.
El humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Peridis, B. Vergara, Eneko, Pat, Manel F. Ortigus, Atxe,
Cristian H, Enrique, Javirroyo…
El referente.
Genial ocurrencia.
Solidaridad europea.
La mala leche de la derecha
El avión de Schrödinger
La canción del verano.
Cof-cof
El peón.
Esta semana.
Pep Roig, desde Mallorca:
Calles llenas de vida, El uniforme esencial para la Semana Santa, Grrrrr, El
perro, ahora más amigo del hombre y de la mujer, Confiado, Besos y abrazos a
distancia….
Mi carro me lo robaron anoche cuando dormía.
Son muchas las voces en las redes sociales que apuestan por que la canción de Joaquín Sabina se convierta también en un himno durante el confinamiento por el coronavirus. A pesar del 'Resistiré', del Dúo Dinámico, también hay quien apuesta por elegir la canción 'Quién me ha robado el mes de abril', de Joaquín Sabina. Joaquín Sabina - ¿Quién me ha robado el mes de abril? PROCESIONES en los balcones por la cuarentena. Semana Santa 2020 en Salamanca: procesiones en los balcones Bertín Osborne (Pep Plaza) no piensa quedarse sin procesión y enseñará cómo tiene intención de hacerla suya: la procesión de los productos de Bertín. Polònia: Especial Setmana Santa La Policía Nacional desaloja un acto del arzobispo en la Catedral de Granada con fieles La canción más popular de los Monty Python, por Eric Idle. Al final de "Life of Brian" (La vida de Brian). Subtitulada en español. Siempre mira el lado brillante de la vida. Always Look on the bright side of life (spanish sub)
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