Mientras Lili duerme, todo el rato, tout le temps.
Entre los relatos que he
leído estas últimas semanas relacionados con el Coronavirus, me ha llamado la
atención uno muy corto firmado por Eva, mi propia hija. Fue escrito hace cuatro
días en su cuenta de Instagram (a_trozos) y hace alusión a Lili, su gata. Dice
así:
He
salido, Lili, y andábamos todos por ahí con las manos de goma y los rostros,
sin cara, sujetos con elásticos por las orejas.
Me
he dado la vuelta para ver y se me ha fruncido el ceño por el susto: un
ejército de soldados sin cara. ¿No querías ver? Pues toma. Y qué ganas de
llorar, Lili, todo el rato, tout le temps.
Pero
luego, me he encontrado con ella, que llevaba la frente tan arrugada como un
abanico. ¿Tú también te has dado la vuelta para ver, eh?, he pensado,
vocalizando en silencio bajo mi nueva máscara. Ahora se puede pensar con la
boca. Sienta bien, pensar con la boca, sigue siendo para adentro, pero es como
pensar un poco más fuerte.
Me
ha visto y he achinado los ojos con ganas para que intuyera mi sonrisa. Sienta
bien, sonreír con los ojos. Sigue siendo para afuera, pero es como sonreír un
poco más fuerte.
Y
mientras los soldados sin cara piensan y sonríen un poco más fuerte; mientras creen
que cambiarán el mundo cuando lo único que están haciendo es adaptarse a sus
caprichos por enésima vez; mientras los que están cambiando son ellos mismos y
ojalá que se queden ya así de pensantes y sonrientes para siempre; mientras, tú
duermes, Lili. Todo el rato, tout le temps.
Eva también es autora de su primera
novela “El rincón de las cosas que faltan”, publicada no hace mucho por Editorial MaLuma.
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