sábado, 13 de marzo de 2021

Un recuerdo del poeta Joan Margarit.

 


El pasado día 5 de maarzo moría a los 82 años el poeta Joan Margarit. Paloma Torres recuerda en Frontera.com el encuentro que tuvo con él en la mañana del 13 de mayo del año 2015 en la Residencia de Estudiantes de Madrid, gracias a la entrevista que concedió al suplemento ABC Cultural y que publicó el 6 de junio. “Tu mente, tu pasado, tu futuro, tus esperanzas. Esto es tu instrumento. Hay gente que no sabe ni que tiene un instrumento. Ayer yo te di mi propia interpretación de esa partitura que es un poema. Pero tú has de tener la tuya”.

“De la conversación tuve estas impresiones: que quizá Margarit será recordado también por sus ideas, que sorprendían por su intensidad. Ya en el epílogo de la primera edición de uno de sus libros más importantes, Casa de Misericordia (2006), por el que recibe el Premio Nacional de Poesía, escribe que la poesía es quizá una cuestión de intensidad, que tiene que ver naturalmente con el sentimiento, pero necesita a la razón como catalizador. Margarit fue también un poeta del pensar, un pensar lleno de afecto, en relación con la vida, emocionado por ella. Le bastaba reconocer algo, tenerlo presente, y no necesitaba gastar tiempo en definirlo…Merece la pena leer los prólogos y epílogos a sus poemarios, en ellos se encuentran concentrados sus pensamientos. En ese mismo texto expresa uno de los más centrales: la poesía es un consuelo, ayuda a soportar el dolor. Y allí se lee el origen de este pensamiento vivido: visitó una exposición sobre la Casa de Misericordia, con fotografías y documentos sobre estas instituciones que le parecieron frías y severas, incluso malas, así lo escribe. Pensaba en las solicitudes de las madres y concluyó que la intemperie debía de ser aún peor y que por eso intentaban que sus hijos entrasen allí”.

Joan Margarit nació en 1938 en Sanhauja. Era un niño de la posguerra que no iba al colegio y vagabundeaba por la ciudad. Al escucharle hablar en catalán, un guardia le dio un coscorrón y le regañó: “¡Habla en cristiano!”. Él no abandonó nunca su lengua materna, es autor de hermosos poemarios en dos lenguas, y no traduce directamente la una de la otra, sino que vuelve a escribir el poema. Contó algunas cosas sobre su proceso de escritura: primero, a mano (enseña una libreta finísima con versos abigarrados y algunos tachados), y cuando ya casi no se puede leer sobre el papel por las correcciones escribe el poema en el ordenador, ya en dos lenguas, para continuar corrigiéndolos durante varios meses más. Creía que ver un poema limpio en el ordenador tenía algunas ventajas para la autocrítica, que consideraba una capacidad básica para un poeta: “Si tú vas a tu libreta y ves tu letra, siempre tiendes a decir: ‘mi letra, maravilloso poema’. En cambio, si ves una cosa escrita en el ordenador, al menos tienes la décima de segundo primero en que te preguntas: ‘Pero ¿quién ha escrito esta estupidez?’”.

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