martes, 22 de junio de 2021

Monasterio mostró su racismo con Serigne Mbaye.

 

Diputados de la Asamblea de Madrid aplauden al diputado de Podemos Serigne Mbaye durante la investidura de Isabel Díaz Ayuso.

Aramburu da un repaso a Monasterio.

El pasado viernes Isabel Díaz Ayuso logró, gracias al apoyo de Vox, ser investida presidenta de la Comunidad de Madrid. La sesión de investidura estuvo marcada por el discurso ultra de la extrema derecha, y el compadreo del Partido Popular con esta. Rocío Monasterio, líder de Vox y socia de Gobierno' de Ayuso, mostró su actitud racista hacia Serigne Mbaye, el diputado de Unidas Podemos: “Nuestro problema con el señor Mbayé no es que sea blanco o negro, es que saltó a nuestro país de forma ilegal. Se saltó la cola de muchos migrantes legales”.

Unas palabras que Mbaye pidió que Monasterio retirara: “En España no está permitido que se trate a una persona de manera racista. Yo soy español como ella y pido respeto. Retire sus palabras racistas hacia mi persona y hacia todos los migrantes”. La misma presidenta de la Asamblea, María Eugenia Carballedo (PP), invitó a la diputada de Vox que rectificar sus palabras, pero la dirigente ultra se negó a ello.

El asunto generó un intenso debate en las redes sociales, donde miles de personas censuraron el racismo de Monasterio y mostraron su apoyo a Mbaye. En este sentido, se viralizó un mensaje del escritor Fernando Aramburu, autor de “Patria” quien, usando un tono sosegado, escribió al respecto. “Escucho con tristeza las palabras de una representante pública que cita expresamente a un político rival venido de África. ¿Cómo vino? Como pudo. ¿De qué vivió? De lo que pudo. Conozco docenas de historias apenas distintas de emigrantes españoles en Alemania. Respetémonos”.

Por su parte, Antonio Maestre en ElDiario.es, bajo el título ‘El hilo negro de Rocío Monasterio’, escribió: “Rocío Monasterio odia a Serigne Mbaye precisamente por eso. Porque le recuerda el privilegio perdido y le hace rememorar el momento en el que sus familias claudicaron. La dama de azúcar no soporta que se perdiera el orden natural racista en el que los negros recogían caña para forjar fardos con los que construir sus áticos en el Malecón. Su presencia en la Asamblea es un elogio de la resistencia que hace rechiñar los dientes de los herederos del dulce elixir caribeño. Porque su puño senegalés en alto es un símbolo de todo aquello que los terratenientes azucareros perdieron al llegar el anhelo de justicia e igualdad. Serigne Mbaye es la memoria presente del África expoliada, alma resiliente de los negros que llegaron a Cuba para ser esclavizados y que con su sangre construyeron las fortunas de los herederos que ahora rabian al ver su tez morena, curtida y valiente gritándoles con su presencia para decirles que también aquí se les acabará la diversión y les harán parar”.

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