Europa comenzó una oleada de huelgas por aumento de salarios en el marco
de la alta inflación. A comienzos de octubre la
Conferencia Europea de Sindicatos (CES) emplazó a las centrales de cada país a
coordinar acciones para exigir subidas salariales, algo que ya preparaban CCOO
y UGT en España. Es lo que pretende hoy la
CES, coordinando, con las centrales sindicales de los distintos países,
acciones contra la “crisis salarial” y de “coste de vida” ante la elevada
inflación. En España, CCOO y UGT ya estudian cómo sumarse a esta llamada
europea, que coincide con su amenaza de más protestas dada la negativa de la
patronal de sentarse a negociar un acuerdo salarial. El movimiento sindical
europeo avisa: los trabajadores están siendo “las víctimas de esta crisis” y
“la inacción o la adopción de una respuesta equivocada”, que pase por las
devaluaciones salariales, subidas de tipos y una nueva agenda de austeridad,
pueden ser “catastróficas”. El empobrecimiento de los trabajadores y las
batallas salariales ya están dando lugar a movilizaciones en varios países. Con
su huelga, los controladores aéreos franceses provocaron la cancelación de un
millar de vuelos en el país vecino. En Reino Unido, las protestas y huelgas en
los últimos meses han sido calificadas como el verano del descontento. En
Bélgica, los principales sindicatos salieron a la calle con el lema “la vida
está cara, hace falta mejores salarios” y el 21 de septiembre se convocó una
nueva movilización. En España, se ha registrado un aumento de huelgas del 20% y
los sindicatos mayoritarios han avisado de un “otoño caliente”. En esta espiral
de precios frente a otras crisis pasadas, hay menos vinculación de los salarios
a los precios y los empresarios han ganado poder en el mercado laboral, apunta la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su
informe de empleo de 2022. Y, en ese
marco común de protestas, la CES quiere marcar posición ante las instituciones
y gobiernos europeos de cara a las soluciones y medidas que acuerden para
paliar los efectos de esta “crisis del coste de la vida”, como la califica la
organización internacional.
Concentración convocada por CCOO y UGT para exigir salarios dignos.Aun con diferencias entre
países, hay un telón de fondo compartido en gran parte del continente europeo:
los trabajadores están cargando gran parte del peso de la inflación, mermando
el poder de compra de sus bolsillos con unos salarios que suben mucho menos que
los precios. España se sitúa como uno de los países con menor aumento de las
remuneraciones, según los datos recién publicados por Eurostat. En las
previsiones de conjunto de año, España destaca como uno de los países del mundo
donde los salarios perderán más poder de compra, según las estimaciones de la
OCDE. “Y hay que recordar que España es un país de propietarios, donde tiene
más incidencia la subida de tipos del BCE y el aumento del coste de las
hipotecas que en otros países donde viven más de alquiler”, apunta una fuente
sindical. Además, España también destaca frente a otros países de su entorno
europeo por sus altas tasas de pobreza y de población a un paso de ella, muy
vulnerables ante nuevas dificultades económicas. En un reciente comunicado, la
CES subraya una de las premisas de las movilizaciones: “Los salarios no están
causando la inflación”. Las patronales y otras voces del mundo económico están
advirtiendo contra las subidas salariales para evitar empeorar el aumento de
precios a través de nuevos bucles inflacionistas. Sin embargo, las centrales de
trabajadores señalan que los datos no avalan estos escenarios, con incrementos
salariales a mucha distancia de los precios, que sí están dejando un importante
deterioro en las economías de los hogares. Sobre todo, de los más vulnerables.
“Los salarios ya están creciendo a tasas comparativamente altas con respecto a
la media de los últimos años, lo que es una respuesta normal a la subida de
precios, pero siguen muy por debajo de la inflación”, sostiene Ángel Talavera,
economista jefe para Europa de Oxford Economics. El especialista considera que
“es probable que los salarios puedan e incluso deban subir algo más teniendo en
cuenta la brecha que aún existe respecto a la inflación, pero no existe una
cifra concreta que podamos declarar como la óptima”. Y añade Talavera:
“Dependerá, entre otras cosas, del estado financiero de las empresas y de su
estructura de costes, de cara a encontrar un punto intermedio donde
trabajadores y empresas compartan el coste de la crisis (el consabido pacto de
rentas)”.
Los precios en España
suben por encima de la media europea y los salarios muy por debajo.En España, el “pacto de
rentas” es la principal reclamación del Gobierno de coalición a empresarios y
sindicatos para enfrentar esta crisis de precios. Consiste en un acuerdo para
repartir los costes de la inflación en estos momentos, moderar salarios y
beneficios empresariales para no generar más inflación y que empeore la
situación económica. CCOO y UGT reiteran que las empresas están repercutiendo
la inflación a sus precios, y, como consecuencia, aumentan los ingresos de las
compañías, mientras los salarios suben mucho menos. Cuatro veces menos de
media, según los datos de los convenios colectivos en vigor. La movilización
que está impulsando la CES comparte el discurso de los últimos meses de CCOO y
UGT. En concreto, hay muchos dedos señalando los posibles riesgos de espirales
inflacionistas y menos que se detengan sobre un problema ya efectivo en muchos
casos: el empobrecimiento de los hogares. Para ilustrar una de sus derivadas,
la confederación europea ha publicado un estudio sobre el aumento del coste de
las facturas energéticas para los trabajadores que perciben el salario mínimo
en cada país. “A nivel macroeconómico, el consumo de los hogares es el
componente más grande de la economía y depende en gran medida de la renta
disponible, por lo que una caída de los salarios reales de la magnitud que
estamos viendo probablemente se verá reflejada en un frenazo en el consumo y en
el PIB”, valora el economista jefe para Europa de Oxford Economics. “A nivel
social, hay un riesgo claro de aumento de la pobreza y de la desigualdad por el
impacto desproporcionado que el shock de inflación tiene en las rentas más
bajas”, añade Ángel Talavera. En España, los sindicatos también han anunciado
que pelearán un incremento del salario mínimo interprofesional (SMI) mayor del
previsto por el Gobierno, que quiere situarlo en el 60% del salario medio. UGT
y CCOO han avisado de que la meta se queda corta ante la gran subida de precios
y exigen un alza más abultada. El secretario general de CCOO, Unai Sordo,
reclama que ésta cubra por completo el aumento de los precios. El líder de UGT,
Pepe Álvarez, le ha puesto cifras concretas a la petición del sindicato: un
aumento del 10% hasta los 1.100 euros. Los sindicatos europeos optan por darse
la mano y tomar impulso ante las “curvas” en la economía que se intuyen en un
contexto de gran incertidumbre por la guerra en Ucrania. En la memoria aún está
muy fresca la crisis de 2008 y sus efectos, que en algunos casos siguen
sintiéndose. “No puede ser que, una vez más, se pretenda hacer pagar una
crisis, en este caso de precios, a la mayoría social y a la clase trabajadora. Una
clase trabajadora que ya pagó con creces la crisis del año 2008”, enfatiza el
líder de CCOO, Unai Sordo.
Marcha de trabajadores en
la huelga del metal de Cantabria, el pasado mes de junio.
En Cantabria, una masiva
huelga paralizó el sector del Metal durante más de dos semanas en junio. Los
conflictos laborales aumentaron un 20% en la primera mitad del año respecto a
2021. Un auge de la movilización de trabajadores que, en muchos casos, comparte
nombre y apellido: salarios e inflación. “Las huelgas –titulaban Laura Olías /
Raúl Sánchez en ElDiario.es el pasado 28 de agosto– crecen un 20% con la
inflación disparada a las puertas de la batalla salarial”. “Los precios están
disparados, casi en el 11% de subida anual, mientras que los sueldos en la
negociación colectiva crecen cuatro veces menos. Esa enorme distancia ha
arrojado ya a las calles a miles de trabajadores y, ahora, los sindicatos advierten
de un reinicio de las movilizaciones tras el parón de agosto. ‘Se espera un
otoño y un invierno caliente’, avecinan en UGT. Y el líder del sindicato, Pepe
Álvarez, mostró su solidaridad con los estibadores de Reino Unido, que se han
sumado a la oleada de huelgas en el país ante el gran auge de los precios, en
lo que se ha calificado como el ‘verano del descontento’. Son un preludio de lo
que va a ocurrir en el conjunto del continente europeo y, desde luego, en
España, si la patronal no se sienta a negociar los convenios ni somos capaces
de trasladar a los salarios el importante incremento del coste de la
vida”. Desde CCOO, su líder también
advertía antes de su descanso en agosto de la necesidad de reabrir la negociación
salarial para subir los salarios cuanto antes, al igual que el SMI. “Hay
millones de personas con muchísimos problemas para llenar la cesta de la compra
y creo que es el gran problema económico y social que ahora mismo tiene España
y el conjunto de la zona euro”, subrayó Unai Sordo. En realidad, las
movilizaciones ya escalaron en lo que llevamos de 2022, como muestran los datos
de huelgas que publica el Ministerio de Trabajo. Hasta junio, el número de
trabajadores afiliados que participaron en huelgas fue de 150.398, que
protagonizaron un total de 321.621 jornadas no trabajadas. Las cifras suponen
en ambos casos casi un 20% más de las registradas en la primera mitad de 2021,
un año aún muy marcado por la pandemia, pero también son cifras superiores a
las de años anteriores a la COVID, como 2018 y 2019.
Sindicatos y empresarios
se sentaron a negociar, pero rompieron las conversaciones en mayo.
Los sectores que
acumularon más paros hasta junio fueron la industria manufacturera, con 107.994
jornadas no trabajadas, seguido de las “administraciones públicas, defensa y
Seguridad Social”, con 65.791 jornadas de paros y las actividades
administrativas (42.710). Por sexo, hubo más movilización entre las mujeres que
los hombres. En total, 84.857 (56,4%) trabajadores participantes en huelgas fueron
mujeres frente a 65.541 (43,6%) hombres. Por jornadas no trabajadas, ellos
acumulan más horas de paros: el 44% lo protagonizaron mujeres y el 56%,
hombres. En cuanto a la distribución territorial, se ilustran los participantes
en huelgas en la primera mitad de año, con el aumento respecto al mismo periodo
del año anterior. Destaca por el auge sobre todo Cantabria, que casi ha
triplicado su número, y, en número de participantes absoluto en 2022, sobresale
Catalunya, con 55.543 trabajadores. En
2021, el alza de precios ya se había traducido en una pérdida de poder
adquisitivo para los trabajadores, pero el contexto era de recuperación por la
pandemia, de la salida de los ERTE y una actividad económica aún mermada por la
COVID. La previsión de que los precios bajaran fue un espejismo que tumbó la
invasión rusa de Ucrania a finales de febrero. La guerra a las puertas de la
UE, que ha impactado mucho en las economías del viejo continente, sobre todo en
lo relacionado a la energía, pero también con el encarecimiento de ciertas
materias primas, contribuyó a seguir disparando los precios. Con la inflación
desbocada, y, en un contexto de recuperación del empleo y de la actividad en el
final de la pandemia, los sindicatos urgieron a los empresarios a acordar
aumentos salariales en la negociación colectiva para evitar un mayor
empobrecimiento de la población. También con el emplazamiento del Gobierno a un
“pacto de rentas” para compartir los esfuerzos por la guerra, las partes se
sentaron a negociar, pero rompieron las conversaciones en mayo. Los sindicatos
aceptaban subidas salariales más moderadas, en torno al 3,5% este año, pero a
cambio de incluir cláusulas de revisión salarial posterior según la evolución
de los precios. Las patronales se negaban a este último punto y, así, se
levantó la mesa de negociación colectiva sin ninguna recomendación salarial.
Los líderes de COO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, en el acto sindical
organizado en Madrid.CCOO y UGT lanzaron
entonces la campaña “Salarios o conflicto” para presionar a la patronal, con la
que anunciaban una tensión de la negociación colectiva. Es decir, mano dura en
las mesas abiertas de convenios colectivos, en empresas y sectores, con la
mirada puesta en el tema salarial y la garantía de poder adquisitivo ante la
inflación. Desde entonces, ha habido movilizaciones importantes en sectores del
metal de Cantabria, Galicia y Asturias, entre otros. “Donde somos más fuertes,
como el sector del Metal”, explica Mariano Hoya. También ha habido huelgas en
sectores muy feminizados, como el del contact center, la ayuda a domicilio en
Asturias, la teleasistencia de mayores en Euskadi, y en otros en los que cuesta
la movilización, como el de las TIC y Consultoría con paros parciales a nivel
estatal. Además, este verano, aunque aún no figura en la estadística del
Ministerio de Trabajo, los meses de julio y agosto han acumulado también un
auge en las huelgas en el sector aéreo, con paros en Ryanair, Easyjet y los más
recientes convocados en Iberia Express. Aunque con sus particularidades, al ser
un sector muy afectado durante la pandemia y que se vio obligado a hacer
ajustes, los conflictos también tienen el foco en el tema salarial. Las alzas
de precios han desembocado en cifras de inflación récord desde hace casi 40 años,
con el último dato de un IPC en el 10,8% de subida interanual, mientras los
convenios colectivos recogen subidas de sueldo muy inferiores, del 2,56% de
media hasta julio. Y solo un 15% de los convenios con la garantía de las
cláusulas de revisión, según la evolución de los precios. El marco también es
el de una guerra que no cesa en Ucrania, que amenaza con cortes de gas a países
de la UE, y con tambores de recesión resonando en Europa, que afectan en primer
lugar al norte, pero que podría avanzar en efecto dominó hacia el sur. España,
por el momento, está menos afectada que otros estados europeos, como Alemania,
y en el segundo trimestre casi duplicó el crecimiento económico de la eurozona.
Pero en el Ejecutivo ya han advertido de que “vienen curvas”, en palabras de la
vicepresidenta Nadia Calviño.
Antonio Garamendi,
presidente de la CEOE, llamó “arrogante”
a Yolanda Díaz por apoyar las movilizaciones sindicales.
Los empresarios se
aferran a esa incertidumbre económica y posible recesión para rechazar
incrementos salariales e insisten en la “moderación” de sueldos. Los sindicatos
se niegan a que los trabajadores carguen con todo el peso de los esfuerzos por
la situación inflacionista y subrayan que, mientras los salarios apenas suben,
los ingresos por ventas de las empresas están incrementándose mucho más. Unai
Sordo, secretario general de CCOO, pone reiteradamente el acento en el gran
aumento de la inflación subyacente (sin energía y alimentos no elaborados, más
volátiles), que se situó en el 6,1% en julio. “Las empresas están aumentando
sus márgenes de beneficios”, reiteran en CCOO y UGT, negándose a que los
trabajadores queden excluidos de la compensación del auge de precios. Por una
cuestión de justicia social, de protección del consumo y de reparto de daños,
explican, pero además recuerdan que la población con menos recursos es la que
más se ve perjudicada con la inflación, con hogares al límite por el auge de
precios. Septiembre será clave para confirmar un “otoño caliente” de protestas
sindicales, o, en cambio, una nueva oportunidad para el pacto salarial y de
rentas al que sigue emplazando el Gobierno. El Ejecutivo, por su parte, tendrá
que acordar antes de final de año la subida del salario mínimo interprofesional
(SMI), que ambas partes de la coalición se han comprometido situar en el 60%
del salario medio. Pero UGT ha pedido más, que crezca un 10% debido a la
inflación, hasta los 1.100 euros al mes. De momento, la patronal CEOE no
responde sobre la posibilidad de recuperar la mesa de negociación de salarios
que exigen los sindicatos, ni sobre el mensaje lanzado por la vicepresidenta
Yolanda Díaz y se limitan a confirmar que “no hay fecha” para un encuentro.
Algunos miembros de la patronal sí han criticado a la responsable de Trabajo, a
la que acusan de hacer “campaña electoral” y de “arrogancia”. Una patronal que
está pendiente de su proceso electoral interno, en noviembre, por el que el
actual presidente (Antonio Garamendi) somete a votación su liderazgo de la
organización empresarial. Un liderazgo que, en el pasado, ha sido puesto en
duda, precisamente, por los acuerdos con sindicatos y el Gobierno. “Este
proceso interno no puede impedir que se reúna la mesa de negociación en
septiembre, como nos dicen en la patronal, que esperemos a después. No es
posible, tiene que ser ya”, reitera Mariano Hoya. En el horizonte, el
representante de UGT señala la negociación pendiente en muchos sectores, como
“los servicios de limpieza y de atención a la ciudadanía”. “El otoño puede ser
caliente, pero también el inverno”, advierte.
Si las miradas
incendiaran...Y él descojonao. Normal, por otra parte. (Skakeo FanZine).
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El emérito se quejó de los preparativos organizados por Zarzuela para evitar en Londres esa foto con su hijo, Felipe IV.