La primera ministra de Finlandia defiende su derecho a la “alegría” y el “placer”.
“Soy un ser humano. A veces también anhelo la
alegría, la luz y el placer en medio de estas nubes oscuras”, dijo Sanna Marin,
víctima de una campaña de acoso y derribo, llena de comentarios machistas por
divertirse y bailar en su tiempo libre. Con la voz temblorosa, la líder
política finlandesa de 37 años aseguraba en un acto organizado por el Partido
Socialdemócrata (SDP) en la localidad de Lahti (al sur del país) que no ha
perdido “un sólo día de trabajo. Y quiero creer que la gente se fijará en lo
que hacemos en el trabajo en lugar de lo que hacemos en nuestro tiempo libre”,
continuó al borde de las lágrimas, admitiendo que esta última semana había sido
“bastante difícil” para ella.
La primera ministra más
joven de la historia de la democracia europea fue el foco de un larguísimo
número de ataques machistas por las imágenes filtradas en las que aparecía
divirtiéndose junto a otros amigos. El revuelo provocado por la oposición
–sobre todo por el partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses– que la acusó
de dedicar más tiempo a sus fiestas que a solucionar los problemas del país, colocó
a Marin en una delicada situación política. Una serie de comentarios que
incluso sonaron por parte miembros de su propio partido. Varios compañeros le “recordaron”
que, pese a que contaba con el apoyo de los jóvenes, no estaría mal considerar
que para ganar las elecciones del próximo año necesita los votos de las
personas mayores, más conservadoras y, quizás, “menos comprensivas con sus
anhelos de alegría”.
Una campaña de acoso y
derribo que se agravó cuando algunos quisieron interpretar los comentarios de
los vídeos como referencias al consumo de drogas. Según una encuesta publicada
en el diario Helsingin Sanomat, el 42 % de los finlandeses admite que su
opinión sobre la primera ministra ha empeorado, mientras que sólo el 9 % tiene
una mejor opinión sobre ella y el 46 % sigue pensando lo mismo que antes. Para
despejar cualquier duda, Marin se sometió a una prueba de drogas, que resultó
negativa. Pero el mismo martes, 23 de agosto, las críticas se avivaron por unas
fotos tomadas en su residencia oficial en julio en otra fiesta. Una de las
imágenes, publicada por medios finlandeses, mostraba a dos mujeres besándose
con los pechos cubiertos por un letrero en el que decía “Finlandia”.
Ante esta persecución, la
socialdemócrata, que ya se ha disculpado más veces de las que uno puede
recordar por el hecho de ejercer su derecho a la alegría y a la felicidad en su
tiempo de ocio, ha recibido el apoyo de un gran número de ciudadanas
finlandesas. Y las redes sociales se han llenado de vídeos de mujeres de todas
las edades bailando, entre música y risas. Hillary Clinton ha querido mostrar
su apoyo a la primera. “Sigue bailando, Sanna Marin”, ha indicado la
representante estadounidense en su cuenta de Twitter. Un mensaje que acompañaba
con una fotografía en la que aparece bailando cuando estaba de viaje en
Cartagena como Secretaria de Estado. Y en su defensa han salido también caras
conocidas como Leticia Dolera, que, siguiendo a la televisión pública alemana
quiso dar carpetazo a la polémica. “Las imágenes que la muestran de fiesta con
amigos como una persona completamente normal”, zanjó la prensa germana en sus
redes sociales.
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