miércoles, 14 de septiembre de 2022

¿Qué se puede esperar de Carlos IIIº, un rey salpicado por los escándalos?

 

El Rey Carlos IIIº.

Tras el anuncio del fallecimiento de la reina Isabel II, el príncipe Carlos se ha convertido en el rey Carlos III más nombrado del Reino Unido, jefe de estado de 14 naciones de la Commonwealth, entre ellas Australia, Canadá, Nueva Zelandia y de notorios paraísos fiscales como las islas Bermudas. En su mensaje a la nación del pasado viernes dicho monarca rindió un extenso y emocionado tributo a su madre, apuntando a un reinado de continuidad. Pero dicha continuidad, a juicio de Macelo Justo en Página 12, de Buenos Aires, no será fácil ni exenta de sobresaltos. “La reina Isabel es la monarca que duró más tiempo en el trono en toda la larga historia inglesa e inspiró respeto hasta en los sectores republicanos, según el republicano matutino The Guardian. En cambio, la figura de Carlos ha estado envuelta en la polémica desde el escándalo que causó en los años 90 su crisis matrimonial con la princesa de Gales, Lady Di, escándalo que contó con todos los condimentos de la prensa amarilla.

“La trágica muerte de Lady Di, en 1997, contribuyó al deterioro de la figura del príncipe Carlos hasta límites que parecieron irreversibles. Con el tiempo, los británicos pasaron a aceptar tanto a Carlos como a Camilla, reina consorte por decisión explícita de la reina Isabel II. Pero, los escándalos matrimoniales no fueron la única fuente de críticas que recibió el actual rey cuando era el heredero del trono. No se limitó a cumplir su rol ceremonial de príncipe, sino que hizo pronunciamientos y apoyó campañas sobre temas polémicos en los que, sin ser partidista, adoptó una posición muy clara. Desde el medio ambiente y su lucha contra el calentamiento global hasta su apoyo a la causa palestina y su más cuestionable cercanía con las dictaduras monárquicas del Medio Oriente, el actual rey no eludió ningún tema que le llamara la atención.

Si en alguna declaración lo hace parecer “progre”, en otros puntos está a la derecha, como en el rol que jugó en la venta de armas por casi 17.000 millones de dólares a las monarquías dictatoriales de Medio Oriente. Según publicó Declassified UK en febrero del año pasado, desde la primavera árabe de 2011 el príncipe Carlos mantuvo 95 reuniones con ocho países del Medio Oriente. Esta relación incluye un turbio episodio que llegó a la prensa. Según el The Sunday Times, el entonces príncipe de Gales recibió una donación en efectivo de 2,5 millones de libras por parte del ex primer ministro de Qatar, el jeque Hamad Bin Jassim. Un dinero que le fue entregado en una valija y en las distinguidas bolsas de la cadena Fortnum and Mason, fue pasado al Fondo Caritativo del Príncipe, el PWCF. El jeque es el dueño del Paris Saint German de Lionel Messi, una de las personas más ricas del planeta, apodado “el hombre que compró Londres”…

Jonathan Freedland señala en el The Guardian que “ser neutral exige un autocontrol que Carlos nunca ha tenido”. En 2008, Jonathan Dimbleby, biógrafo del entonces príncipe, reveló que había un intento de su entorno de redefinir el rol del soberano para ampliar su margen de maniobra político. “Esto permitiría a Carlos IIIº hablar de temas de interés nacional o internacional en un cambio total con la tradición”. El problema no se reduce a emitir opiniones públicamente. Uno de los atributos del rey dentro de la monarquía parlamentaria británica es que una ley no entra en vigencia hasta que no la firma el monarca.

Las declaraciones que hizo el príncipe Carlos en 2014 sobre Putin, comparándolo con Hitler, causaron un furor diplomático en su momento, pero una encuesta de You Gov mostró que el 51% de los británicos estaba de acuerdo con su intervención: solo un 36% en contra. El Reino Unido hoy es más diverso cultural y racialmente, con un cambio radical de los patrones morales y las creencias. En la década de los 50 la princesa Margarita, hermana de Isabel II, tuvo que renunciar al amor de su vida, el capitán Peter Townsend, porque era un hombre divorciado. Algo similar le pasó al mismo Carlos a finales de los 70 con Camilla Parker-Bowles, una prohibición que acabaría casi dos décadas más tarde en tragedia. La inmigración de la posguerra cambió el paisaje social británico con la masiva llegada de inmigrantes de las ex colonias. Todos estos cambios han impactado en la visión del nuevo rey.

Anglicano practicante, de misa semanal, Carlos III declaró en el pasado que no se veía como defensor de su fe. “Yo, personalmente, me veo como un defensor de la profesión de fe, no de ninguna fe en particular. Los pueblos han guerreado a muerte por estos temas lo que me parece un despilfarro de energía ya que todos perseguimos el mismo objetivo”, dijo en su previa encarnación de príncipe. Una declaración que hizo temblar a la Iglesia Anglicana, temiendo perder su lugar de privilegio en el Reino Unido. A pesar del revuelo, el príncipe siguió, según el The Times, investigando otras religiones como Hinduismo, Budismo y, en especial Islam, por la que siente un vínculo muy especial. “Desde la Restauración en el siglo 17, la costumbre es que cada nuevo monarca cambie la dirección adoptada por su predecesor, quizás para simbolizar que cada uno hará las cosas a su manera. Jorge VIº miró a la izquierda. Isabel IIª a la derecha. Ahora, Carlos será a la izquierda. Cambio y continuidad, continuidad y cambio”, dice The Economist. O quizás mejor, parafraseando la célebre frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El Gatopardo, el nuevo rey “cambiará algo para que no cambie nada”.


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