México: Felipe Calderón, López Obrador y Cantinflas.
Felipe Calderón, presidente de México.
A principios de este mes, el presidente Felipe Calderón entregaba su Tercer Informe de Gobierno en el que se proponía cambiar el país. “Tenemos que cambiar a México –decía–. Para ello, lo que hemos hecho es absolutamente insuficiente. Tenemos que cambiar nosotros”. El primer mandatario presentaba una agenda de reformas y un ritmo de las transformaciones. Sostuvo que para, que nuestro país cambie de fondo, tenían que cambiar también todos los responsables ante los electores. Y, durante su mensaje en el Palacio Nacional, llamó a redefinir México. “No podemos permitir que la grandeza de la nación quede frustrada por la falta de visión de sus políticos –dijo con toda solemnidad–. Es la hora de cambiar y cambiar a fondo, lo que significa ponerse de acuerdo y asumir las reformas y las transformaciones que la República necesita. La hora de dejar atrás la percepción de que, en México, las cosas no suceden, sino que pueden suceder”.
Los cambios propuestos por Felipe Calderón para la segunda mitad de su administración se resumen a diez: terminar con la pobreza extrema que vive uno de cada cinco mexicanos y mitigar los impactos negativos de la crisis económica mundial; alcanzar la cobertura nacional de salud; lograr una educación de calidad a nivel nacional; la reforma a fondo de las finanzas públicas; una nueva generación de reformas en empresas públicas y en el sector de telecomunicaciones; derecho para todos a obtener un empleo; ampliación de la lucha contra el crimen organizado, especialmente, contra delitos como el robo, la extorsión y el secuestro y hacer que la política no sea sinónimo de conflicto.
La reacción de la oposición ante este discurso ha sido inmediata. Según Andrés Manuel López Obrador, sólo se dijeron puras mentiras, porque lo que se debería de dar a conocer “es el agravamiento de la crisis económica y, sobre todo, la inseguridad y la violencia”. En julio de 2007 presentó su libro “La Mafia que nos robo la Presidencia”. En abril de 2008, estableció una campaña que autodenominó “En defensa del Petróleo”, ante lo que denunció podría ser la posible privatización de la empresa paraestatal PEMEX. Y el 23 de octubre, el Senado aprobaba por mayoría la reforma petrolera, la misma que abría a PEMEX a la iniciativa privada. Al ser preguntado por los medios de comunicación sobre quién debería informar de lo que está pasando, el “presidente legítimo de México” señaló que los indicados son Salinas y los 30 potentados que realmente mandan y gobiernan en México. “Que informe Emilio Azcárraga, Roberto Hernández, Claudio X González, Carlos Salinas, Elba Esther Gordillo, que son los que mandan”.
“Mil disculpas por el exabrupto, pero el que el Felipe Calderón hubiera hecho hoy, nuevamente, como si no lo hubiera hecho ya bastante, un “llamado a la unidad” para hacer frente a la inseguridad que padecemos me cayó peor que una patada en los susodichos.
“Señor presidente, unidos están mis huevos, pero no podrán hacer la tarea de la policía, del ministerio público, los jueces y el sistema penitenciario. No nos pida a los mexicanos unirnos frente a la delincuencia. ¡Ya estamos unidos!
“Estamos unidos en el dolor, el hartazgo, el miedo y la desesperanza. Estamos unidos para reunir el dinero que exigen los secuestradores a cambio de la vida de nuestros seres queridos. Estamos unidos para ayudar a quienes fueron víctimas de un robo o un asalto. Estamos unidos para velar a quienes murieron a manos de los delincuentes.
“Déjese usted de hacer llamadas a la unidad. Muestre liderazgo, muestre capacidad, muestre eficacia”.
Me cuentan que, en México, suceden cosas sorprendentes, como que los dos candidatos más votados en las elecciones a la presidencia de la República, el 2 de julio del 2006, consiguieran prácticamente ser votados por igual. Se trata de Felipe Calderón Hinojosa, candidato del Partido Acción Nacional, y de Andrés Manuel López Obrador, representante de las izquierdas. El primero fue finalmente nombrado vencedor, elegido con un margen de unos 243.000 votos sobre el segundo. Obrador denunció que se había producido un fraude electoral, alegó numerosas irregularidades y exigió el recuento de los votos, movilizando a millones de manifestantes en su apoyo. Pero las cifras oficiales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se obstinaron en dejarlo segundo lugar por menos de un punto porcentual. Obrador alegó que la elección había sido fraudulenta y organizó protestas masivas, consiguiendo, a lo sumo, que la Convención Nacional Democrática le nombrara “Presidente Legítimo de México”. En vano encabezó una campaña propagandística de denuncias de corrupción y tráfico de influencias. Hoy, ante la grave crisis económica mundial, ambos se han manifestado ante los mismos hechos de una manera diferente. Aunque uno sigue en el poder y el otro en la oposición.
A principios de este mes, el presidente Felipe Calderón entregaba su Tercer Informe de Gobierno en el que se proponía cambiar el país. “Tenemos que cambiar a México –decía–. Para ello, lo que hemos hecho es absolutamente insuficiente. Tenemos que cambiar nosotros”. El primer mandatario presentaba una agenda de reformas y un ritmo de las transformaciones. Sostuvo que para, que nuestro país cambie de fondo, tenían que cambiar también todos los responsables ante los electores. Y, durante su mensaje en el Palacio Nacional, llamó a redefinir México. “No podemos permitir que la grandeza de la nación quede frustrada por la falta de visión de sus políticos –dijo con toda solemnidad–. Es la hora de cambiar y cambiar a fondo, lo que significa ponerse de acuerdo y asumir las reformas y las transformaciones que la República necesita. La hora de dejar atrás la percepción de que, en México, las cosas no suceden, sino que pueden suceder”.
Los cambios propuestos por Felipe Calderón para la segunda mitad de su administración se resumen a diez: terminar con la pobreza extrema que vive uno de cada cinco mexicanos y mitigar los impactos negativos de la crisis económica mundial; alcanzar la cobertura nacional de salud; lograr una educación de calidad a nivel nacional; la reforma a fondo de las finanzas públicas; una nueva generación de reformas en empresas públicas y en el sector de telecomunicaciones; derecho para todos a obtener un empleo; ampliación de la lucha contra el crimen organizado, especialmente, contra delitos como el robo, la extorsión y el secuestro y hacer que la política no sea sinónimo de conflicto.
La reacción de la oposición ante este discurso ha sido inmediata. Según Andrés Manuel López Obrador, sólo se dijeron puras mentiras, porque lo que se debería de dar a conocer “es el agravamiento de la crisis económica y, sobre todo, la inseguridad y la violencia”. En julio de 2007 presentó su libro “La Mafia que nos robo la Presidencia”. En abril de 2008, estableció una campaña que autodenominó “En defensa del Petróleo”, ante lo que denunció podría ser la posible privatización de la empresa paraestatal PEMEX. Y el 23 de octubre, el Senado aprobaba por mayoría la reforma petrolera, la misma que abría a PEMEX a la iniciativa privada. Al ser preguntado por los medios de comunicación sobre quién debería informar de lo que está pasando, el “presidente legítimo de México” señaló que los indicados son Salinas y los 30 potentados que realmente mandan y gobiernan en México. “Que informe Emilio Azcárraga, Roberto Hernández, Claudio X González, Carlos Salinas, Elba Esther Gordillo, que son los que mandan”.
En el blog “Disiento, luego existo” aparece el 19 de agosto el siguiente comentario titulado: “Unidos mis huevos, señor presidente” que va ilustrado con la figura de Cantinflas:
“Mil disculpas por el exabrupto, pero el que el Felipe Calderón hubiera hecho hoy, nuevamente, como si no lo hubiera hecho ya bastante, un “llamado a la unidad” para hacer frente a la inseguridad que padecemos me cayó peor que una patada en los susodichos.
“Señor presidente, unidos están mis huevos, pero no podrán hacer la tarea de la policía, del ministerio público, los jueces y el sistema penitenciario. No nos pida a los mexicanos unirnos frente a la delincuencia. ¡Ya estamos unidos!
“Estamos unidos en el dolor, el hartazgo, el miedo y la desesperanza. Estamos unidos para reunir el dinero que exigen los secuestradores a cambio de la vida de nuestros seres queridos. Estamos unidos para ayudar a quienes fueron víctimas de un robo o un asalto. Estamos unidos para velar a quienes murieron a manos de los delincuentes.
“Déjese usted de hacer llamadas a la unidad. Muestre liderazgo, muestre capacidad, muestre eficacia”.
1 comentario:
España: Rodriguez Zapatero, Rajoy Brei, y UUUUUhhhhhh... Josep Andreu i Laserre (Charlie Rivel)
(misma situación)
chiflos.
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