miércoles, 22 de junio de 2016

Íñigo vence a Pablo.


En nueve rounds, lo ha expresado correctamente Antonio Avendaño en Andalucia. En primer lugar, lo que está en juego en España es la segunda plaza y, en Andalucía, la primera. En España, PSOE y Podemos pelean por la segunda posición con armas diametralmente distintas. Podemos, simulando que ama al PSOE y que, en realidad, el ‘sorpasso’ es por su bien y el PSOE, buscando infructuosamente el cuerpo a cuerpo e intentando no imaginar cómo será el día después del 26J. En Andalucía, lo que está en disputa es la primera plaza pero entre PSOE y PP, no entre aquel y Podemos.

Dos. Mientras tanto, en Podemos, ha vencido Iglesias, pero política y electoralmente el discurso que de verdad se está imponiendo es el de Íñigo Errejón (o Carolina Bescansa), a quien solo le falta decir en los mítines: “Sí, es verdad. Lo admito, queremos ser el PSOE del 82, eso queremos ser”.

Tres. La incógnita, naturalmente, es qué será el Podemos, si alcanza a gobernar. Si será lo que siempre soñaron Diego Cañamero o Teresa Rodríguez, o lo que viene planeando en su muy bien amueblada cabecita Íñigo Errejón. Diego y Teresa querrían cambiarlo todo; Íñigo y Carolina solo quieren mejorar lo que hay. ¿Y Pablo? ¿Qué quiere Pablo? Lo que sea preciso querer. Como todo buen líder, Pablo es extremadamente flexible en lo ideológico: mucho más de lo que él mismo sospecha.

Cuatro. Nunca los socialistas se habían enfrentado a esta situación: hace cuatro días, como quien dice, eran los favoritos en todas las quinielas y hoy nadie da un céntimo por ellos. Les ha ocurrido como a la selección de España en el Mundial de Brasil, donde llegaba habiéndolo sido todo y se iba siendo nada. ¿Pero acaso la tercera plaza para el PSOE es nada? No, pero como si lo fuera.

Cinco. Está por ver si las encuestas aciertan o si, en los días que que quedan, el PSOE logra arañar votos para acercarse a Podemos, igualarlo o incluso superarlo. Lo primero parece posible, lo segundo muy difícil y lo tercero, un milagro.

Seis. “El desempate se decide en Andalucía”. Lo decía Íñigo Errejón el sábado pasado, en Sevilla, una importante plaza que, por cierto, no visitará Pablo Iglesias para no tener que coincidir ni dar su apoyo al cabeza de lista, Sergio Pascual, a quien el líder de Podemos decapitó sin contemplaciones pero solo a medias.

Siete. Susana Díaz y los suyos están haciendo una campaña como si les fuera la vida en ella, como si fueran unas autonómicas en las que se lo jugaran todo. No quieren ser derrotados por el PP en su territorio, pues ello debilitaría a la secretaria general de cara al asalto de Ferraz. Otra cosa es qué quedará el día 27 de la antigua fortaleza de Ferraz: ‘Estos, Pedro, ¡ay dolor!, que ves ahora, /campos de soledad, mustio collado, /fueron un tiempo Itálica famosa. Etc.

Ocho. La gran pregunta no es si el PSOE saldrá herido de estas elecciones, que eso nadie lo discute, sino si logrará sobrevivir tras ellas.

Y nueve. En cuanto a la otra gran pregunta, la de si permitirá un gobierno del PP o de Podemos, es todavía muy prematura pero una cosa parece segura: los socialistas nunca harán presidente del Gobierno a quien propone unilateralmente un referéndum en Cataluña. ¿Unilateralmente? En efecto, pues unilateral sería forzar una consulta de esa trascendencia sin contar con el acuerdo del Partido Socialista, el Partido Popular y Ciudadanos, es decir, el 80 por ciento del país. Es más: la consulta catalana es inviable sin la aquiescencia de España. La verdadera batalla no está en hacer la consulta mañana y por las bravas, sino en convencer a España de que hay que hacerla porque si no será peor. El PSOE tendrá que dar su visto bueno a esa consulta antes o después, pero aún no lo sabe.

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