jueves, 19 de diciembre de 2013

El papa Francisco vuelve a defender el marxismo.


 
El papa Francisco ha negado ya varias veces que era marxista, pero no se siente ofendido cuando se lo llaman. En una entrevista publicada en el diario italiano “La Stampa”, en la que muestra su preocupación por “la tragedia del hambre en el mundo”, añade sin tapujos: “Yo no soy marxista, pero no me ofende que me lo llamen… La ideología marxista está equivocada pero, en mi vida he conocido a muchos marxistas buenas personas, por eso no me siento ofendido”. No es la primea vez que este papa sale en defensa del marxismo. En otra entrevista en La Reppublica, publicada  hace dos meses, dijo que el comunismo le había ayudado a acercarse a la doctrina social de la Iglesia. Su máxima preocupación no es ésta, sino  “la tragedia del hambre en el mundo”. Y aseguraba que, con los alimentos desperdiciados cada día, se podría dar de comer a muchísimas personas y hacer que los niños que lloran de hambre dejasen de hacerlo.

“El otro día –confesaba–, en la audiencia del miércoles, había una madre joven con su niño de pocos meses. Cuando pasé a su lado el niño estaba llorando. Yo le dije que creía que el pequeño tenía hambre y ella me respondió que sí. Entonces la repliqué: ¡Pues amamántalo, por favor!”. “En el mundo –recuerda el Papa– tenemos suficiente comida para acabar con el hambre. Si trabajamos con la asociaciones humanitarias y nos ponemos de acuerdo en no desperdiciar comida, haciéndola llegar a quien la necesita, habremos contribuido a resolver la tragedia del hambre en el mundo”. El obispo de Roma vuelve a hablar de la economía, que tanto ha criticado durante estos primeros meses de pontificado y que, a su juicio, “mata”. “Cuando hablo de economía no hablo desde el punto de vista técnico. Había la promesa de que, cuando el vaso rebosara, los pobres se favorecerían, pero sucede a menudo que cuando el vaso está lleno, de pronto, se hace grande y su contenido nunca llega a los más necesitados”. 

Elplural.com comenta la iniciativa papal de repartir tarjetas telefónicas y billetes para el transporte público a las familias más necesitadas de Roma, un obsequio que se distribuirá en un sobre sellado por la Santa Sede para felicitarles la Navidad. El papa Francisco ordenó a su limosnero, el obispo polaco Konrad Krajewski, repartir “en su nombre”, este pequeño obsequio que “pueda ser de utilidad” para los más necesitados de Roma. Se trata de 2.000 sobres que incluirán dicha tarjeta telefónica y un billete para el metro de la capital italiana, de 24 horas de duración, además de una imagen firmada por Francisco. Ya lo hizo así el pasado 11 de octubre con los inmigrantes de Lampedusa para que “pudieran llamar a sus familiares”, una semana después del naufragio en el que perdieron la vida 366 inmigrantes somalíes y eritreos.

Además de estos gestos, el Papa trata de hacer otros de tipo más ideológico, como el de ‘matar dos cardenales de un tiro’. En efecto, cesó a Cañizares y lo envió a Madrid para sustituir al también ultra Rouco Varela. No fue nada casual que ambos estuviesen cortados por el mismo patrón neoconservador, lo que no les impidió enfrentarse abiertamente en la Conferencia Episcopal y por el control de la Cadena Cope. De esta manera, el Papa bonaerense lograba deshacerse del cardenal conservador Antonio Cañizares, nombrado por Benedicto XVI Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de Sacramentos, y del no menos ultracatólico Antonio María Rouco Varela, a quien el hasta ahora ministro de la curia romana sustituirá al frente del Arzobispado de Madrid.
                                                                  
Analistas vaticanos coinciden en apuntar el toque especial con que Jorge Mario Bergoglio ha sabido manejar a la Iglesia española, controlada directamente por él, y equilibrando la balanza episcopal. El papa Francisco ha frenado la ultraortodoxia de Rouco Varela. Y que Cañizares tendrá poder, pero controlado por Roma y por la Conferencia Episcopal, que ya no llegará a presidir, a pesar de haberlo intentando en otras ocasiones. El papa ha pensado en un tercer hombre, Ricardo Blázquez, actual vicepresidente de la Conferencia Episcopal, que con la ayuda indirecta de Cañizares llegó a presidir entre 2005 y 2008. Ahora, el arzobispo de Valladolid se hará cargo del gobierno de la Iglesia española con todas las bendiciones de Roma. De esta forma, el Papa Francisco consigue un equilibrio entre los obispos progresistas y conservadores, pero aleja definitivamente a Rouco Varela, estigmatizador de la institución eclesiástica en España.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se trata -al menos a mí me lo parece- de puritita dialéctica vaticana y jesuítica, -retorcida y confusa- "papa francisco" No, gracias.

chiflos.