El “peligro” del semáforo de salud mental entre los músicos.
Una encuesta a la que
respondieron 400 instrumentistas, cantantes y discjockeys españoles arroja
altísimos índices de ansiedad y depresión. Nando Cruz nos
lo advertía el pasado 6 de enero en ElDiario.es: “El semáforo de
salud mental entre los músicos indica claramente peligro”. Al llegar la
pandemia hace diecisiete meses, hubo un cambio en nuestras vidas. Se sucedieron
los confinamientos, los fallecimientos de familiares o de personas cercanas, y el
desempleo y el ritmo de los acontecimientos fue frenético. Nuestra vida cambió
sin apenas salir de casa. Y la música, con el hundimiento de las ventas de
discos ya sufrió un severo terremoto. “En los últimos meses, han sido
habituales las reacciones de decepción, frustración y desesperación de
incontables artistas. Algunos han arrojado la toalla. Otros desearían
reciclarse. También los hay que siguen sufriendo en silencio una situación
devastadora tanto en lo profesional como en lo personal. Frente a este
panorama, la pasada primavera circuló una encuesta entre músicos y discjockeys
cuyo objetivo era sondear el estado anímico del gremio”. Pau Rodríguez,
psicólogo, psicoterapeuta y guitarrista del dúo ¡Za!, elaboró un documento que
combina preguntas sobre el impacto de la pandemia en los ingresos económicos y
en la salud psicoemocional. El formulario circuló en la pasada primavera a
través de la Coordinadora Sindical de Trabajadores de la Música, el Taller de
Músics, la Escola Superior de Música de Catalunya (Esmuc), el Sindicat de
Músics Activistes de Catalunya (SMAC) y la Unión de Asociaciones de
Trabajadores Autónomos y Emprendedores. Y se generaron 400 respuestas;
principalmente de músicos de escenario, aunque también músicos de estudio y
discjockeys. El recuento posterior arrojó un balance cuando menos preocupante.
De los 365 test válidos, 330 apuntaban síntomas de depresión en distintos
niveles: 170 de depresión leve, 130 de depresión moderada y 30 de depresión
grave. Un 56% de las personas afirmaronn haber tenido ataques de pánico,
episodios que Rodríguez describe como “crisis fuerte de ansiedad, de pensar que
te morirás, fruto de un estrés muy intenso muy prolongado”. 136 personas, más
de un tercio, tuvo problemas de ansiedad. Y un indicador preocupante: 58 de los
encuestados muestran ideación suicida leve, moderada o intensa. “Cuando aparece
una ideación suicida moderada o intensa, significa que la persona está
sufriendo muchísimo”, alerta Rodríguez.
A Rosana Corbacho, psicóloga especializada en la industria musical, no le sorprenden los resultados de esta encuesta. Dice que “están en la línea de un estudio de niveles de ansiedad de músicos que se hizo en Reino Unido”. Se refiere a Can Music Make you Sick, publicado en 2017 por la Universidad de Westminster. Y, también, a otro que lanzó en 2016 la Victoria University de Melbourne, ampliado a todo tipo de trabajadores de la industria musical australiana, que señalaba que los índices de ansiedad moderada o severa en este sector eran diez veces superiores a los de la población normal, y que los de síntomas de depresión eran cinco veces más elevados y los intentos de suicidio, más del doble. “El estudio también apuntaba que hasta un 25% de los artistas escénicos y la mayoría de roadies (los técnicos y personal de apoyo que viajan con un grupo musical durante sus giras, y que se encargan de todos los aspectos) encuestados habían considerado o intentado suicidarse. Pau Rodríguez insiste una y otra vez en que los resultados de la encuesta no son conclusivos ni replicables. Para ello, habría que determinar si estas 400 personas son estadísticamente representativas de la población española. Pero sí son un indicador. E indican que hay que hacer más estudios porque probablemente estamos ante un colectivo que ha visto afectado su desarrollo profesional de forma grave y que eso haya pasado factura en su estabilidad emocional y en su vida personal y profesional”. Las cifras también permiten intuir que aquí hay un problema. “Si de 365 personas más de 300 tienen síntomas de depresión, ¿qué te dice la intuición?”, sugiere Rodríguez. Dicho de otro modo: “Son como un semáforo. Y el semáforo está rojo: claramente rojo”.
Pau Rodríguez impartió el pasado 9 de noviembre en Barcelona la plataforma The Good Good. “De todas las personas inscritas, unas querían trabajar el autoboicot y otras, lidiar con las expectativas propias y del entorno. Unas sacaban el tema de la autoestima y otras, las fluctuaciones laborales de una actividad tan inestable como la música o el teatro. Se habló de la angustia que genera no estar produciendo y de la inevitable presión laboral. Unas disparaban contra los dictados capitalistas del éxito y otras buscaban orientación para manejar la presunta horizontalidad de los procesos creativos en equipo y atender a los cuidados. Poco a poco, aparecieron claros en tan nublado paisaje. Era fácil confundir agotamiento con poca valía. Y habitual, romantizar el dolor. Fue común forzarse a ser más productivo en etapas de flaqueza. Y normal, que la vulnerabilidad emocional se tradujese en pensamientos de 'todo o nada'…”. Rodríguez celebra que el tema de la salud mental esté más normalizado. “Cada vez es más habitual compartir conversaciones en las que se habla de momentos complicados. Se va rompiendo el tabú, está más normalizado tener procesos de ansiedad o depresión y entender la psicoterapia como una herramienta que te puede ser útil en un momento complicado”. Como psicólogo, cada vez le es menos extraño conversar con músicos que le confiesan: “Yo también voy a terapia”. Él mismo planteó que los sindicatos de músicos pudieran ofrecer a sus afiliados algunas sesiones al año que les sirviesen “de apoyo y orientación psicológica para decidir hacia dónde conducir su sufrimiento”. “A veces solo necesitas alguien que te diga: 'mira, tienes una depresión de caballo' o 'mira, tu trabajo como artista no encaja en tu estructura de vida’. Mientras tanto, la atención psicológica en España es un artículo de lujo. ‘El seguimiento terapéutico no está incluido en la salud pública’. La política es la reducción de daños. Eso significa que solo se atienden los casos más graves, pero se abandona la prevención. Personas que, con buenas herramientas de prevención y autorregulación, podrían salir adelante, acaban entrando por la puerta grande: con intentos de suicidio, tras haber agredido o haber sido agredidas, con un coma, con abusos de sustancias tremendos, con una depre de caballo o tras haber destrozado la vida profesional y familiar”. Y su horizonte no es menos ambicioso: “Que la salud mental forme parte de nuestros derechos como personas”.
Diversos colectivos al
abrigo de centros de arte y museos, como “La Rara Troupe” o “LOCUS’, trabajan
de manera colectiva el audiovisual y cuestionan las lógicas del mercado del
arte. Lo publicaba Ángeles Oliva en elDiario.es., el pasado 20 de diciembre de
2021. “Las pelis que hacemos no son 'la obra' en sí, la obra sería el espacio
de relaciones que tejemos como personas diversas, porque allí es donde se
movilizan los afectos, eso es lo que abre las posibilidades a la creación”. Eso
opina Belén Sola, profesora en la Facultad de Educación de León y una de las
fundadoras de “La Rara Troupe”, un grupo de creación audiovisual que trabaja en
torno a la enfermedad mental y otros de los malestares que escupe el
capitalismo del siglo XXI. No se trata de un taller ocupacional para gente con
enfermedad mental, ni un espacio donde merendar y entretenerse, sino de un
colectivo que, desde hace 10 años, en León, hace películas, piezas sonoras o
conferencias performativas, siempre trabajando desde la auto-representación y
la narración en primera persona. Chus Dominguez, creador audiovisual que
trabaja en lo que se ha llamado cine de lo real, es otro de los fundadores del
proyecto. “Todo empezó en unos talleres de cine que hacíamos en el MUSAC (Museo
de Arte Contemporáneo de Castilla y León). Estuvimos pensando cómo podía servir
el cine, y en concreto el cine del yo, que utiliza la auto-representación, para
trabajar desde la salud mental. Hicimos unas presentaciones en el hospital
psiquiátrico de León y en centros de atención a la salud mental, pero enseguida
vimos que era necesario salir a la sociedad real. El Museo nos parecía un
espacio más social y cultural donde la gente no estaba tan situada en lo
terapéutico. Y vimos también que teníamos que abrirlo a personas sin
diagnóstico de enfermedad mental, a gente a la que le interesara el tema”. Plantean
que la salud mental es algo frágil y en peligro para todo el mundo, en un
sistema neoliberal exigente y arrollador que exprime a las personas y en el que
los lazos comunitarios cada vez son más finos. Alfredo Escapa, creador de artes
en vivo que lleva ocho años integrado en “La Rara Troupe” de León ha visto cómo
se difuminan las diferencias: “Al acercarme a La Rara lo que veo es que, aunque
realmente no tengo un diagnóstico, no estoy mucho mejor que otras personas
diagnosticadas, la diferencia es que tengo una red de amistades y familiares y
unas herramientas que he ido adquiriendo a lo largo del tiempo y que me ayudan
a sobrevivir”.
Crear espacios inclusivos en los que haya gente con o sin enfermedad mental es algo a lo que dan vueltas las componentes de LOCUS, un proyecto en Madrid que se define como “un espacio de seguridad de y para lokes, lunatikes, majaras, chalades y atolondrades”. Trabajan proyectos culturales con jóvenes y aunque no excluyen a otras personas, priorizan a quienes viven atravesadas directamente por el sufrimiento mental que, al ser más vulnerables, tienen menos posibilidades de acceso a propuestas culturales, explica Ana CSC, parte del equipo motriz de LOCUS. “No es lo mismo tener diagnóstico o no, o ser consciente o no de las cosas que te pasan. Hay problemas de salud mental que, por cómo funciona el capitalismo, tenemos asumidos en nuestras vidas, como el estrés laboral, pero el diagnóstico muchas veces supone un cambio brutal en las vidas de las personas. Quien ha pasado por un encierro psiquiátrico ha vivido una experiencia devastadora”. También las impulsoras de LOCUS han trabajado el sonido. Este año fueron parte de Voces majaras, un taller en Medialab de Madrid con El Niño de Elche y Miguel Álvarez-Fernández, en el que se jugó a experimentar en torno al arte y lo comunitario, como herramientas de expresión y de catarsis, y se creó una pieza de audio. Participaron con dos personas que escuchan voces como parte de su sufrimiento mental, algo que ellas prefieren llamar “experiencia psíquica inusual”. En Vallecas, LOCUS quiere politizar el malestar. Sus impulsoras son trabajadoras culturales y piensan que “los lenguajes artísticos son un lugar más fértil sobre el que trabajar todas estas cuestiones, un lugar menos violento que lo que es el discurso hegemónico”, dice Ana CSC. Frente a la tendencia generalizada a buscar la solución con más psicólogos, ellas plantean que la ayuda no pasa necesariamente por el sistema médico, y quizás se trata de más apoyo mutuo y más conciencia colectiva. Se formaron en 2019, gracias a una convocatoria de Experimenta Distrito, un programa cultural municipal que planteaba un laboratorio ciudadano con el centro de salud comunitaria de Puente de Vallecas. A partir de ahí contactaron con activistas del Orgullo Loco de Madrid, profesionales de psiquiatría críticos con su propia práctica, estudiantes de psicología, trabajadores culturales, vecinos del barrio o personas atravesadas de alguna forma con problemas de salud mental. El centro de salud comunitaria les cedió un antiguo quirófano abandonado como espacio propio. Con el apoyo de Art for Change de Fundación “la Caixa”, un programa de ayudas que apoya proyectos que utilicen el arte y la cultura como herramientas para la mejora social, en 2020 lanzaron talleres artísticos para jóvenes con sufrimiento mental. Eligieron los amuletos, lo mágico y el grabado, y aunque con el confinamiento se reconvirtieron en un grupo de apoyo mutuo, siguieron con otro taller online sobre creación de memes para ver cómo el humor y el post humor en internet pueden ser vías de autoconocimiento. Después buscaron cómo volver a estar cerca y encontraron un espacio al aire libre de Vallecas, el Solar de la Palmera, en el que trabajaron sobre el disfrute y la performance como vías de exploración y empoderamiento.
Mientras tanto la pandemia también explotó en medio de “La Rara Troupe” cuando estaban trabajando sobre la idea de lo que supone vivir al límite para mucha gente en la era del neoliberalismo salvaje. Querían dirigirse no solo a quienes sufren enfermedad mental sino también a personas que se sitúan en los márgenes de lo que se entiende por normalidad, porque tienen condiciones de vida precarias, sufren violencia de género, racismo o son migrantes sin permiso de trabajo ni red de apoyo en un país que no se lo pone fácil. Llamaron al proyecto “Rodando el límite”. Autogestión y disparate. Empezaron con un taller con el escultor, pintor y cineasta Alberto Gracia, y de pronto, igual que millones de personas en el planeta, tuvieron que confinarse. No podían verse ni tocarse y dieron vueltas hasta inventar cómo podía construirse un relato colectivo cuando cada uno estaba encerrado en su casa. Hicieron un taller por Zoom con la artista sonora Ainara LeGardon, y, de aquellos meses de confinamiento en los que consiguieron conectar las grabaciones que cada uno hacía en su casa, salió la película “Ya habremos olvidado”. El artista Alfredo Escapa explica cómo la fragilidad puede sobrellevarse a través de la comunidad: “Participar en La Rara me ha permitido descubrir lo frágil que me siento en este mundo capitalista en el que nos toca sobrevivir. Creo que, en las artes, en el mundo artístico, el capitalismo es bastante salvaje, hay determinados lugares en los que hay que estar y si no estás eres un outsider. En esto coincide Ana CSC, de LOCUS: “El mundo del arte es violento, no está abierto a personas con sufrimientos mentales”. Para pensar sobre ello han comisariado este año el ciclo de cine forum “Visiones majaras en La Casa Encendida de Madrid”. A partir del archivo de audiovisual experimental Hamaca, de Barcelona, seleccionaron películas que pivotan sobre la locura, lejos de cómo se ha mostrado históricamente en el cine, donde siempre el loco ha sido el violento, el malo, el asesino o el que trae los problemas. Ana CSC cree que “si la salud mental se visibiliza ahora es desde una tendencia totalmente medicalizante, y, entre los pocos recursos que tienen psicólogos y psiquiatras, está la medicación. La pastillita, aunque sea útil para determinadas crisis, no cambia los problemas estructurales, son procesos del alma que no se cambian solo a base de química”, y recuerda que España es la décima potencia mundial en consumo de ansiolíticos y antidepresivos.
Otras imágenes, fotomontajes y fotos sorprendentes:
El diario “El Español” tituló: “Sánchez cesa a Garzón y suprime el Ministerio de Consumo” una columna de opinión en busca del conflicto por el “click”. “Bonito titular — comienza expresando el artículo de opinión— que esperamos la inmensa mayoría de los españoles pero que no verán nuestros ojos, porque el presidente es rehén de la cuota de Podemos en el Gobierno y no quiere enfrentarse a la vicepresidenta Díaz”.
La polémica por el bulo que afecta al ministro de Consumo, Alberto Garzón, continúa generando reacciones. Ante la respuesta exagerada y la sobreactuación de la derecha, especialmente del PP, un agricultor de Ourense defiende las palabras que el representante del Gobierno hizo en el diario británico The Guardian. Manuel García de Mel, propietario de una ganadería sostenible en Galicia,señalad que Garzón “ten moita razón”. Y explica que su zona se está viendo afectada por “la ingente cantidad de residuos” que generan las macrogranjas, indicando que, por culpa del vertido excesivo de nutrientes al suelo, el agua del entorno se está quedando sin oxígeno. Uno de los ríos, de hecho, está invadido por la sobreabundante vegetación causada por el exceso de nutrientes.
“Inhaladores de gas metano, devoradores de chuletón estresado, succionadores de alas de pollo insomne, degustadores de purinas de cerdo en cucharilla de plata, borrachos de mala leche... ¿Qué sociedad es esta? ¿La demencia viral normalizada? El sacrificio de un animal, cuando fuera necesario, debiera realizarse como rito sagrado compartido. Pero no, vale más cebarse de mentiras hasta el ahogo, de informativos que viven de amplificar el mal. Amiguetes del abuso regio, exoneradores de la corrupción, promotores de la vil sumisión bajo la etiqueta de la libertad en campaña de rebajas, la política española es un ‘reality show’ innoble. ¿De modo que el ministro Alberto Garzón está diciendo la verdad, todo el mundo lo sabe y nadie tiene el coraje de defenderlo? No soy comunista, sino libertario, pero admiro la elegante valentía del comunista cabal de antaño. Confundir la idea igualitaria y la defensa de los pobres con el asesinato masivo es exactamente como achacar al Cristo los innumerables crímenes cometidos y absueltos en su nombre. Las causas del mal son las mismas por todas partes. Ya está bien, colegas. ¿Dónde están el pensamiento libre, la generosidad natural y la energía de las nuevas generaciones? ¿Habéis dado por hecha la extinción de la especie?” (Santiago Auserón).
El pasado miércoles se celebró la Supecopa de fútbol española en Arabia Saudí, un país que destaca por su evidente falta de derechos, especialmente entre las mujeres, ya es de por sí muy cuestionable. En su momento, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ya recibió un alud de críticas por adoptar esta decisión. A las críticas políticas se suman las deportivas: más de uno se pregunta qué sentido tiene disputar una competición nacional a casi 6.000 kilómetros de distancia, alejando el espectáculo del aficionado. Esa es al menos la reflexión que hizo Raúl García, jugador del Athletic de Bilbao, uno de los equipos en liza. El jugador cree que “no tiene sentido” que la Supercopa de España se dispute en Arabia Saudí porque los cuatro equipos del torneo “juegan en nuestro país” y, por ello, considera que “tenía que jugarse aquí”. Además, Raúl García denuncia que si se jugó en Arabia es únicamente por el negocio y por el dinero.
Cada minuto alguien deja este mundo atrás.
Todos estamos en “la
fila” sin saberlo.
Nunca sabremos cuántas
personas están delante de nosotros.
No podemos movernos al
fondo de la fila.
No podemos salirnos de la
fila.
No podemos evitar la
fila.
Haz que tu vida tenga un
significado de Amor.
Vive la vida y deja
vivir.
Disfruta, agradece no pierdas el tiempo en discutir, no quejarse, no juzgar. La vida es muy corta para desperdiciarla peleando, vívela, se humilde, ámate y se feliz con lo que tienes.
El humor, en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Harca, Manel Vergara, J. E. Mora, Malagón, Pedripol…
En el aniversario de Guantánamo, los prisioneros que quedan confían más en un juego de azar que en la Justícia de los EE.UU.
El humor de Pep Roig, desde Mallorca.
Los vídeos de esta semana:
Recupera el control de tu vida: el locus de control
En La Rara, Locamente y LOCUS* coinciden en que lo importante es el espacio común que se crea en los grupos, el tiempo compartido, las relaciones que se cruzan, la capacidad transgresora y liberadora que tiene esa fuerza como colectivo.
Macrogranjas y bulos con Alberto Garzón, entrevista
completa (CARNE CRUDA #989)
Javier Aroca lo CLAVA y zanja el BULO de la DERECHA contra GARZÓN
Mensaje de la Dra. Jane Goodall sobre la ganadería
industrial. La primatóloga apoya a Garzón y espera que “más políticos” luchen
contra las macrogranjas.
Polònia - Polònia - Juan Carlos al Barça
Els polítics fan classe – Polònia
Tremending muestra un
vídeo que se hizo viral. Es corto, pero emocionante. “Un grupo de pingüinos
camina tranquilamente por el hielo junto al mar, pero una grieta se abre, algo
cada vez más habitual por la crisis climática y la subida global de
temperaturas. El grupo empieza a correr y se salva de quedar en mitad de un
trozo de hielo que flota en el mar, pero uno queda atrapado y corre a gran
velocidad hasta la punta de suelo que todavía permanece ligada al terreno
continental. En el último momento, mientras el resto de pingüinos miran, logra
saltar y salvar su vida. La reacción —concluye— no tiene precio. El grupo se
vuelve a encontrar y por momentos parece que celebran como lo haría el propio
ser humano en una situación similar”.
El vídeo “épico” de un grupo de pingüinos, huyendo del
deshielo
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