Charo López, la actriz que se niega a ser solo el mito erótico de la Transición.
El machismo de los años
70 y 80 hizo que durante muchos años se destacaran solo los atributos físicos de
Charo López y nunca sus interpretaciones llenas de pasión y entrega. Pero Charo
López fue un torbellino, una fuerza de la naturaleza que destacó y se impuso desde
que pisó un plató o un escenario. Ella fue el “mito erótico de la Transición y de
la intelectualidad”. Y su carrera fue una lucha constante por demostrar ser una
actriz de verdad. Así lo cuenta Javier Zurro en Eldiario.es.
Lo cuenta en el
documental “Me cuesta hablar de mí”, dirigido por Chema de la Peña, que se
estrenó en España. La actriz reconoce que está “acojonada”, y, delante de la
gente, subraya una y otra vez que tiene “pánico escénico” y que todavía no ha
visto el documental. “Lo veré ahora, en mi casa a solas, cuando ya lo hayáis
visto todos... No sabía dónde me metía y lo he pasado muy mal a veces. No por
Chema, pero a mí me cuesta no solo hablar de mí, sino estar aquí en este
momento. Pienso que qué pinto yo aquí. Han pasado 60 años desde que empecé a
esta profesión y he aprendido a estar delante de una cámara, pero estar aquí
todavía no sé cómo se hace”, contó tras la primera proyección del documental al
público.
El cine llegó a Charo
López de forma casi casual. Había hecho alguna obra de teatro, pero ella estaba
preparada para ser maestra. De repente, un día, gracias a su primer marido,
conoce a Gonzalo Suárez. Nada más conocerla, el director supo ver que en su
rostro había algo. Le ofreció el papel de Ana Carmona en Ditirambo. Ella no
sabía qué estaba ocurriendo, y su pareja le dijo una frase que todavía
recuerda: “Te está ofreciendo hacer una película, desde hoy eres una mujer
libre”.
Charo López rompe la
baraja en el año 79, cuando decide dejar el cine tras dos años sin que la
llamen y vuelve a su trabajo como profesora. “Pero cuando estaba preparando las
clases, me llamó el director y me dijo que el comité de profesores había
decidido que una actriz no podía dar clases en un instituto”. Por suerte, a la
vuelta de la esquina estaba el papel que le cambió la vida, el de Mauricia 'la
dura' en la adaptación televisiva de Fortunata y Jacinta que Mario Camus
realizó en 1980. Ese papel hizo que enganchara una serie de personajes en los
que interpretaba a mujeres libres, valientes, pasionales y que “no se
convertían en víctimas”. Eran mujeres marginadas y hermosas de interpretar,
porque no aceptaban las reglas del juego. Otro papel de mujeres que le cambió
la vida fue el de Clara Aldán en otra adaptación televisiva, la de “Los gozos y
las sombras”. En ella, Charo López se comía la cámara a bocados, y en aquel año
82 protagonizó una escena que revolucionó el audiovisual, una masturbación
femenina.
Las frases lapidarias
demuestran su fuerza y la valentía para hablar sin tapujos sobre temas que
todavía estaban casi prohibidos para las mujeres, como muestra en esa escena
que casi cierra el filme en la que cuenta por qué prefería vivir sin pareja: “Estar
sola es una desgracia, pero vivir sola es un privilegio al cual no se llega por
azar. Cuesta muchísimo. Pero en España, cuando una mujer dice que vive sola
siempre se oye 'pobrecilla, no ha encontrado marido', y hay otras opciones”.
"Me cuesta hablar de mí". Tráiler oficial
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