Las promesas nunca cumplidas al pueblo saharaui.
“Sentimos vergüenza de
que el Gobierno de España no solo haya hecho una mala colonización, sino una
peor descolonización, entregando el territorio en manos de gobiernos
reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania. Sabemos que vuestra
experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. No
prometeros algo, sino comprometerme con la historia. Nuestro partido estará con
vosotros hasta la victoria final”. Miguel Urbán recuerda estas palabras que
fueron pronunciadas por un joven Felipe González, desde los mismos campamentos
de refugiados saharauis en Tinduf. Toda una declaración de intenciones que,
según llegó el PSOE al gobierno, serían una vez más “promesas nunca cumplidas”.
También Juan Carlos de
Borbón, como jefe del Estado en funciones, pocos días antes de que la marcha
verde ocupara el territorio del Sáhara, declaró desde El Aaiún: “España
cumplirá sus compromisos y deseamos proteger los legítimos derechos de la
población civil saharaui”. Los compromisos españoles no eran otros que culminar
el proceso de descolonización del Sáhara Occidental como exigía la ONU y el
gobierno franquista se había comprometido a realizar. Quince días después del
viaje se celebró el llamado Acuerdo Tripartito de Madrid (Declaración de
principios entre España, Marruecos y Mauritania sobre el Sahara Occidental),
que serviría para justificar la entrega del territorio a Marruecos y Mauritania
e intentar liberar a España de sus responsabilidades como potencia
colonizadora. La ocupación marroquí del territorio saharaui supone uno de los
episodios más oscuros de la política exterior española sin la que no podemos
comprender la Transición y la restauración borbónica. Una más de las promesas
nunca cumplidas de las que el pueblo saharaui tiene una dolorosa y dilatada
experiencia.
“Las promesas nunca
cumplidas del gobierno español hacia el pueblo saharaui no solo han supuesto
una violación flagrante de la legalidad internacional, sino también una guerra,
miles de muertos, el desplazamiento forzoso de cientos de miles de personas y
el dolor de un pueblo que sigue preso de una promesa de descolonización y de
una ocupación criminal de su territorio. Una guerra que se interrumpió en 1991
gracias a un plan de paz supervisado por la Misión de Naciones Unidas para el
Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO). Que, como su propio nombre
indica, tenía como misión la realización de un referéndum de autodeterminación
para el Sáhara ocupado, más de treinta años después sigue sin llegar ante el
silencio y la pasividad internacional en una nueva y vergonzante promesa nunca
cumplida”.
La última de estas
promesas nunca cumplidas llegaba en forma de carta el pasado 18 de Pedro
Sánchez al rey Mohamed VI en la que asegura que la propuesta de un régimen de
autonomía para el Sáhara que Marruecos hizo en 2007 es la propuesta “más seria,
realista y creíble” para la resolución del conflicto. De esta forma, el
Gobierno español modificó su tradicional equidistancia publica de defensa de “una
solución política, justa, duradera y mutuamente acordada en el marco de
Naciones Unidas” para apoyar la propuesta de la autocracia marroquí que perpetúa
ocupación del Sáhara Occidental. “Esta nueva puñalada al pueblo saharaui se da
en el contexto de la ruptura unilateral del alto al fuego por parte del
gobierno marroquí en noviembre del 2021; las tensiones regionales entre la
monarquía alauita y Argelia con tambores de guerra resonando; las necesidades
europeas del gas argelino ante la invasión de Ucrania; y el constante chantaje
migratorio que tuvo su máxima expresión en mayo del año pasado cuando Marruecos
dejó su tradicional papel de guardia de fronteras y miles de personas
accedieron de forma irregular a Ceuta. En este contexto, el posicionamiento del
Gobierno español no solo es una nueva traición al pueblo saharaui tomando
partido por la autocracia marroquí, sino que, además, supone una decisión que
desestabiliza aún más la región con consecuencias desconocidas”.
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